Políticas

14/2/2019

La caída del salario derrumba el consumo de todos los servicios públicos

Crece la morosidad y se toman créditos para pagarlos.
 

Foto: Fede Imas

El Indec dio a conocer los datos sobre consumo de los servicios públicos a noviembre del 2018 (último dato disponible), de donde surge que, en todos ellos, se computa un retroceso interanual que se extiende, mes a mes, desde mediados del 2017.


Solo en noviembre, la caída en la demanda de los servicios de gas y electricidad llega al 3,5%, en los subtes al 5,9%, en colectivos al 9,1%, en la cantidad de líneas de celulares activas al 7,4% y en el consumo de minutos al 14,6%, mientras que la cantidad de autos que pasaron por los peajes cayó un 13,7%, en una muestra de las consecuencias brutales de los tarifazos y la caída salarial sobre los bolsillos de los trabajadores e incluso sobre amplios sectores de la clase media.


Una medida del peso de los aumentos de precios de los servicios es que mientras en el año 2015 el costo de los de energía y transporte alcanzaba al 3% de la Canasta Básica Total, actualmente llega al 12% (La Nación, 13/2) .


La profundidad de la crisis en los hogares obreros ante las crecientes dificultades o la imposibilidad de enfrentar facturas que se han multiplicado hasta por encima del 1.600% en tres años, ha llevado a que crezca la cantidad de morosos en todas las empresas de servicios públicos, que hoy llegan –según informan las propias compañías– a entre el 7 y el 14% del total de clientes.


Endeudamiento


Ante este cuadro, una cantidad creciente de trabajadores y de otros sectores populares, han debido recurrir a tomar créditos en financieras truchas, que cobran altísimos intereses –pueden llegar hasta casi el 400% anual– para pagar las facturas y evitar, transitoriamente, el corte del servicio (ídem).


Ni lerdas ni perezosas, las empresas de servicios públicos también ofrecen pagos en cuotas de las facturas adeudadas, con el cargo de un interés similar al bancario y así convierten las consecuencias del tarifazo en otro negocio altamente rentable para ellas, habida cuenta el nivel de tasas que se cobra actualmente en el mercado financiero.


También según cifras oficiales del Indec, en noviembre del 2018 (nuevamente, últimos datos disponibles) cuatro de cada diez personas que iba al supermercado pagaba con tarjeta de crédito, en una muestra de que amplios sectores populares que cuentan con ellas, utilizan este mecanismo de endeudamiento para enfrentar la baja en los ingresos, potenciada por la caída salarial derivada de las paritarias a la baja que firmaron prácticamente todos los sectores de la burocracia sindical.


El nivel de endeudamiento de los hogares a abril pasado, alcanzaba a 2,5 salarios en promedio, pero la mitad de la población no accede a créditos. Es decir que el sector efectivamente endeudado llega hoy a un nivel de 5 salarios en promedio, muy por encima de los valores históricos que, en nuestro país se ubican en la mitad de esa cifra (Pressreader, 7/4).


El límite sigue puesto por los ingresos de los sectores populares que han sido golpeados duramente a lo largo de estos últimos años. Las deudas por los servicios no pueden seguir financiándose más allá de una situación coyuntural porque la sumatoria de las cuotas de los sucesivos meses o bimestres las terminarán volviendo igualmente impagables. Esto agravado por las altas tasas que deben pagar a las financieras truchas aquellos que no acceden a otro tipo de créditos. A través del endeudamiento que financia el consumo popular se han postergado – por corto plazo –  un impacto aún mayor de la recesión y del derrumbe económico entre las familias trabajadoras. Una vez agotado este recurso, el deterioro social conocerá un nuevo salto. 


La lucha es ahora


La inflación, en enero, ha vuelto a crecer en casi un 3%. Una nota de Clarín (14/2) señala que entre 2016 y 2018, la inflación creció un 159,5% mientras que la media de los salarios en blanco subió apenas un 117,3%, es decir que la pérdida alcanzó a casi 42 puntos. Pero este cálculo, que toma como base los datos del Indec, está realizado sobre la variación de los salarios en blanco (con el índice RIPTE recientemente cuestionado en un fallo de la Corte). Si se le sumaran los que cobran los trabajadores que están en negro (casi una tercera parte del total), seguramente la pérdida promedio de poder adquisitivo sería mayor, como destaca la misma nota de Clarín.


El derrumbe del poder adquisitivo de los trabajadores ha sido contemplado sin respuesta alguna por parte de la CGT, en todas sus variantes, entre ellas la kirchnerista, así como por las distintas CTA. Todas se encaminan a participar en las listas de los distintos sectores peronistas cuando la situación de los trabajadores no da para más.


En contraposición con esta parálisis, el Plenario Sindical Combativo ha convocado a la movilización de Congreso a Plaza de Mayo con la consigna “la lucha es ahora”. De la jornada, que se ha realizado en la Ciudad de Buenos Aires y en once provincias, participaron representantes de las luchas en marcha y de los sindicatos clasistas con la consigna de paro activo nacional de 36 horas y plan de lucha para derrotar a Macri, al FMI y a los gobernadores con una acción de masas.