Políticas

31/10/2019|1570

La campaña del FIT-Unidad y los desafíos de la izquierda revolucionaria en Chubut

Nuestra campaña electoral se desarrolló al calor de la tenaz lucha de docentes y estatales

En Chubut, el Frente de Todos obtuvo para la categoría presidencial un 52,16%, contra un 29,54% de Juntos por el Cambio, 7,59% de Consenso Federal y un 4,28 del antiderechos Gómez Centurión. El resultado del FIT-Unidad fue de 3,98%, un leve incremento en relación con las Paso, y con cifras cercanas al 4,5% en ciudades como Puerto Madryn, Trelew, Rawson y la zona cordillerana.


Los comicios se realizaron bajo el signo de un acuerdo político totalmente cerrado entre Mariano Arcioni -el gobernador ajustador y represor de docentes y estatales- y el sello de los Fernández. Como parte del mismo, Arcioni bajó su lista de diputados y a su candidato a intendente en la ciudad de Comodoro Rivadavia. La consecuencia más significativa de este pacto fue un endurecimiento de las medidas del gobierno provincial contra la lucha docente y estatal, que ingresa con mucho desgaste a su decimoquinta semana de huelga.


En la categoría a diputados nacionales, el Frente de Todos obtuvo dos bancas y Juntos por el Cambio una. El FIT-Unidad, con Gloria Sáez, del Partido Obrero, encabezando la lista, junto a Daniel Ruiz, del PSTU, y Emilse Saavedra, del MST, logró un incremento mayor en relación con las Paso, promediando un 5,09% en toda la provincia. En departamentos como Biedma (Puerto Madryn), la cifra asciende a 6,04%; en Rawson y Trelew se alcanzó un 5,84% (ciudades con un fuerte componente de trabajadores estatales); en Futaleufú y Cushamen (Esquel, Lago Puelo, Trevelin, ciudades cordilleranas muy vinculadas con la lucha contra la megaminería), los guarismos fueron del 6,28%. Comodoro Rivadavia, la ciudad más grande la de provincia y de la Patagonia, con fuerte componente obrero, fue la que más votos concentró del FIT-Unidad en Chubut, con 4.200 votos (un 4,02%).


La campaña electoral del Partido Obrero y el Frente de Izquierda-Unidad se desarrolló al calor de la tenaz lucha de docentes y estatales contra el gobierno del albertista Arcioni, que pretende trasladar a los trabajadores y la juventud la factura de una provincia fundida, tras persistir en la defensa irrestricta de los intereses de clase de los acreedores de una deuda pública fraudulenta, de los capitalistas locales como Bulgheroni, de la petrolera PA; Madanes Quintanilla, de Aluar, terratenientes como Benetton o los empresarios de la pesca.


La elección no refleja el Chubut de los paros, los piquetes en las rutas del petróleo y en Aluar, de las movilizaciones y el volteo de ministros, de las tomas de establecimientos públicos y escolares por parte del movimiento estudiantil, del rechazo a la megaminería, del ajustador Arcioni y el burócrata petrolero Avila, “bendecidos” por los Fernández. El nacionalismo burgués sigue siendo un factor de bloqueo para el progreso político de los trabajadores. Aún así, es alentador el hecho de que hayamos logrado uno de los mejores resultados electorales del país, junto a la Ciudad de Buenos Aires y Neuquén.


Fernández, que alineó a Arcioni en su armado, no es ni será el “salvador” de Chubut. A la hora de votar, evidentemente, sus llamados a abandonar las calles y en favor de la megaminería han pesado menos que la expectativa de quienes lo votaron para derrotar el ajuste macrista, del cual el mismo Arcioni -firmante del pacto fiscal- fue un ejecutor ejemplar.


Los casi 15.000 votos obtenidos por el Frente de Izquierda-Unidad en Chubut, presentando un programa obrero y socialista como alternativa de salida a una crisis que spoilea (adelanta) la situación nacional, serán un fuerte punto de apoyo y de reagrupamiento político para continuar impulsando la irrupción de los trabajadores y construyendo una perspectiva de poder propia, con independencia política de clase, para que la crisis la paguen los capitalistas -acaso en ningún otro lado como en Chubut, esta consigna ha sido empuñada por la clase obrera.


La continuidad de la heroica lucha de docentes y estatales por sus reivindicaciones más elementales y la necesidad estratégica de unificar la lucha con todo el movimiento obrero; la crisis de los servicios públicos y las deudas de las cooperativas provinciales con Cammesa; los cada vez más numerosos elementos de un gobierno fascistizante y represor, un PJ en constante crisis política; los posibles despidos y suspensiones en el petróleo y la pesca, la inviabilidad de una provincia atada a una “petrodeuda” ilegítima y los choques sociales que implicará el intento por imponer la megaminería; todo ello configura un escenario convulsivo de grandes desafíos para la izquierda revolucionaria.