Políticas

16/5/2019

La campaña revolucionaria del PO cordobés

Respuesta a Jorge Altamira

Con motivo de los resultados de la elección cordobesa, Jorge Altamira ha publicado, en su Facebook personal, un artículo que denosta la campaña política realizada por el Partido Obrero. Dejaremos de lado el debate sobre la forma en la que aparece la crítica -es decir el método de hacerla pública sin antes haberla discutido y girado a los organismos propios del partido al que pertenece- para concentrarnos en el debate del contenido de la misma. 


Lo fundamental reside en el hecho de que el artículo de Altamira parte de una falsificación de la campaña realmente realizada. Altamira le endilga al PO Cordobés haber realizado una campaña “feminista” y “sin frontera de clase”. Pero los ejes políticos de la campaña fueron “Los candidatos del FMI o los candidatos del Frente de Izquierda”, “Que la crisis la paguen los capitalistas”, “Si votas a Schiaretti, te sale un Macri”, y “Por una salida de los trabajadores y de la izquierda”. Quien quiera corroborarlo, puede hacerlo entrando a la página electoral del PO cordobés. Allí, podrá conocer el contenido de nuestra plataforma y spots. O puede consultar los más de treinta artículos vinculados a la campaña electoral (¡treinta!) publicados en Prensa Obrera, que desmienten la existencia de una campaña “feminista” y “pluriclasista”. Como se ve, la mentira tiene patas cortas.


Pero Altamira ni siquiera se molesta en explicar en qué consistiría la adaptación del PO al feminismo, lo que de por sí le quita seriedad a la imputación ¿Será que Altamira considera que nuestro diputado Eduardo Salas se ha adaptado al feminismo por haber hablado en lenguaje inclusivo en la legislatura cordobesa ante la presencia de los representantes de la Real Academia Española? Montarse en ese ataque contra nuestro diputado es colocarse del lado de la reacción, la Real Academia, contra un movimiento que, con sus límites, resulta contestatario del orden establecido. Por nuestra parte, estamos con Salas y les pibes contra la Real Academia y sus lacayos. Desde luego, es claro que queda en manos de los socialistas desenvolver la lucha política para conquistar a ese movimiento, o por lo menos a una parte de él, a una lucha de otro alcance. Es decir, a la lucha por la revolución social y el gobierno de la clase obrera, que es la precondición para terminar definitivamente con todo tipo de opresión. Por otro lado, la idea de que levantar las reivindicaciones democráticas vinculadas a los reclamos de la mujer y las disidencias, como la lucha por el derecho al aborto legal o la inclusión laboral trans, sería una adaptación al feminismo representa una involución política. Y, al mismo tiempo, una concesión a Cristina, que nos convoca a unir los pañuelos verdes con los celestes en nombre de una lucha contra el gobierno de Macri.


En las elecciones cordobesas, las ventajas de la consigna “si votas a Schiaretti te sale un Macri” frente al “Fuera Macri” planteado por Altamira son harto evidentes. Las masas votaron a Schiaretti que, a pesar de haber sido uno de los principales socios de Macri, se las ingenió para captar al electorado. De lo que se trataba era de asociar a Schiaretti a Macri, quien se encuentra en un claro proceso de hundimiento político. Pero que las masas hayan optado por  “golpear” al macrismo con un candidato macrista (Schiaretti), es la expresión del nivel de dominación política que la burguesía aún mantiene sobre la consciencia de los trabajadores y el pueblo. Desconocer este fenómeno bloquea la posibilidad de una comprensión cabal de la situación política y desorienta al partido.


En la campaña cordobesa explotamos la capitulación de Cristina al levantar su lista para votar a Schiaretti, lo que nos sirvió para ganar activistas aunque no para transformarnos en un canal electoral. Denunciamos cómo el frente único antiMacri, que coloca a la clase obrera de furgón de cola de variantes nacionalistas burguesas, conduce a la derrota al movimiento obrero y a todo el movimiento de los explotados. Se trata de una denuncia fundamental que nuestra campaña puso de relieve y lo deberemos seguir haciendo en las campañas venideras. La campaña de independencia de clase realizada prepara a los trabajadores para intervenir en la crisis, antes y después de octubre.


Estos debates han recorrido al PO en todo el proceso de su Conferencia Electoral y de su XXVI Congreso. Asociar, linealmente, el derrumbe económico del capital al ascenso de la lucha de las masas o a un ascenso electoral, representa un mecanicismo ajeno al método marxista. En el marco del agotamiento histórico del capital, es necesario revalorizar la explotación de las reivindicaciones inmediatas y democráticas como parte de un programa transicional, es decir en conexión directa con la lucha por un gobierno de trabajadores, como medio para ganar la conciencia de las masas. Nuestra campaña por una salida de los trabajadores y la izquierda fue la expresión popular de nuestro planteo de poder: el gobierno de trabajadores.     


Según Altamira la “desviación democratizante” de la campaña del PO y el FIT sería la responsable de nuestro “desplome” electoral. Altamira pasa por alto que el “desplome” electoral tuvo lugar en 2017. Mientras en 2015 el FIT obtuvo el 4,9% para gobernador y 6,2% para legisladores, en 2017 el FIT obtuvo 4,3% en las PASO y cayó al 3,3% en octubre. Ahora obtuvimos 3,6% para legisladores. Vale recordar que el “desplome” de 2017 estuvo completamente asociado a la derrota de la enorme huelga de la UTA y las trolebuseras. El FIT en general y el PO en particular, fue la única fuerza política que se comprometió con esa extraordinaria lucha en términos políticos, con la participación activa de nuestros diputados, y en términos militantes, con el apoyo físico y  material con los huelguistas. En oposición a lo que dice Altamira fue nuestra campaña de 2017, claramente asociada a una lucha obrera que terminó en derrota, la que repercutió en un “desplome” electoral. ¿Fue correcto hacer esa campaña? ¡Desde luego! Un partido se forja, crece y se templa participando y jugándose en las luchas de su clase, concluyan estas en victorias o en derrotas. 


Así como el balance de las elecciones cordobesas de 2017 no puede estar disociado de la derrota de aquel proceso de lucha, el reciente proceso electoral tampoco puede estar disociado del actual estado en el que se encuentra el movimiento obrero cordobés. Para un partido marxista en general, y para el Partido Obrero en particular, la caracterización del estado del movimiento de masas es una cuestión fundamental y de primer orden. En el análisis del proceso electoral cordobés, no se puede pasar por alto el cuadro de desmovilización en el que se encuentra el movimiento obrero, por ejemplo, de las grandes fábricas automotrices, fuertemente golpeado por el proceso de suspensiones y despidos. Pasarlo por alto, como hace Altamira, raya con un planteo liberal, que entiende que las masas van a votar libremente, al margen de los resultados de la lucha de clases.


La teoría del “desplome”, que llega con dos años de atraso, expresa también un electoralismo febril de parte de Altamira. Para un partido obrero ¿los votos lo son todo? ¿Acaso no importa los centenares de nuevos compañeros que se han sumado a militar la campaña obrera y socialista del PO y a fiscalizar para defender los votos del FIT? En esta campaña, el PO de Córdoba ha logrado la mayor conquista de fiscales en toda su historia, lo que representa un punto de apoyo para avanzar en el reclutamiento de decenas de nuevos militantes. Todo esto es ignorado por Altamira. Detrás de la pseudo “crítica revolucionaria” se esconde un desbarranque electorero, que ningunea la construcción y estructuración de un partido de combate de la clase obrera.  


Altamira, correctamente, señala algo que viene reiterando el PO, que el FIT no se ha constituido como un frente único y que eso ha repercutido en el proceso electoral. Saludamos este giro de Altamira, quien con motivo de la conferencia electoral del PO, realizada en marzo, elaboró y propuso la salida de una declaración que blanqueaba el papel de nuestros aliados del FIT, afirmando que “El Frente de Izquierda y los Trabajadores ha planteado en forma sistemática, en el movimiento obrero donde concentra su fuerza, que la CGT y los sindicatos tenían la fuerza suficiente para derrotar toda esta política y ofrecer una salida mediante la convocatoria de un Congreso de Bases”. Esta ha sido, únicamente, la política del PO, no del FIT. Al día de hoy, el PTS es opuesto al Congreso de Bases del movimiento obrero, al igual que el resto de las corrientes de izquierda, y continúa saboteando el Plenario Sindical Combativo, que ha servido para mostrar nítidamente un contraste entre el papel criminal de la burocracia sindical y la perspectiva ofrecida por la izquierda sindical y el clasismo.


Hoy nos encontramos proponiéndole al Frente de Izquierda la realización de un Congreso en común, el cierre definitivo de listas unificadas y un Manifiesto político programático que parte de la defensa de la independencia política de los trabajadores de todas las variantes patronales a escala nacional y continental y que se pronuncia por el gobierno de la clase obrera. Sobre esta iniciativa desconocemos la opinión de Altamira, que ha evitado pronunciarse a lo largo de varios meses.


Reivindicamos “el arma de la crítica”. Pero como se puede apreciar, la “crítica” de Altamira carece de seriedad y sólo está inspirada por un interés faccional.