Políticas

1/5/1997|537

La clase obrera debe ser alternativa política

Los trabajadores de Cutral Co y Plaza Huincul han decidido volver a autoconvocarse, al percibir que han vuelto a ser estafados por el gobierno con el auxilio de los privatizadores de YPF y de un puñado de comerciantes locales.


La legislatura de Neuquén aún no ha votado el reintegro del 20 por ciento de los salarios que Sapag les sacó a los docentes, cuando ya han pasado más de dos semanas del levantamiento de la huelga.


Atlántida, el Instituto Malbrán y la Corporación del Sur siguen la lucha contra los ‘cierres truchos’, los despidos y la ‘flexibilidad laboral’.


En Córdoba, la patronal y el gobierno siguen desconociendo a la representación obrera de Fiat y continúa el despido de activistas.


En Renault han vuelto las suspensiones de tareas, a pesar del ‘boom’ de la exportación de automóviles. Las patronales están tramando un ataque general en la industria para imponer el convenio Fiat-Smata.


En el transporte de pasajeros, las patronales invocan los ‘procesos de crisis’ para flexibilizar condiciones de trabajo y de salarios.


En Jujuy, el pueblo corta las rutas por los atrasos en el pago de los salarios y los negociados del oficialismo.


El país asiste a un viva lucha de clases y a una respuesta cada vez más combativa, cada vez más firme, cada vez más organizada de parte de la clase obrera.


Desde mediados del año pasado, hay un movimiento creciente y masivo de lucha de las masas. En estas luchas, los explotados levantan un programa que ataca resueltamente los privilegios y el monopolio de los grandes capitalistas que han saqueado al país y provocado la desocupación en masa. Estas luchas y estos programas han aparecido junto a una nueva generación de luchadores y organizadores de la clase obrera.


La política que propone el Partido Obrero es:


  • Generalizar y profundizar las luchas, impulsar un paro activo nacional;
  • Unificar las reivindicaciones parciales en un programa nacional;
  • Unir a la vanguardia de estas luchas en un frente político-reivindicativo, independiente de las irrecuperables burocracias sindicales, sea que se alineen detrás del duhaldismo o del frepasismo.


El carácter de la transición a una nueva etapa política dependerá de la independencia que consigamos imprimir a la lucha de clase de la clase obrera; de la energía que esta independencia infunda para unir a los explotados detrás de la dirección de la clase obrera; de la conciencia que esta independencia y esta unidad impriman en los nuevos luchadores obreros, para llevarlos a la conclusión de la necesidad de desarrollar un fuerte partido obrero revolucionario.