Políticas

27/7/1994|424

La clique sionista se opuso a realizar la manifestación de repudio al atentado

La multitudinaria manifestación de repudio al atentado contra la Amia; su vigoroso carácter anti-menemista, que se expresó cuando más de 200.000 personas chiflaron sonoramente al presidente y cuando varios ciudadanos le enrostraron un terminante “Fuera Menem”; todo esto no puede ocultar el copamiento político del acto por una clique sionista compuesta de representantes del Estado de Israel y de dirigentes de la comunidad judía de Argentina y de Estados Unidos.


No se trata aquí, como se han empeñado en agitar lo agentes del gobierno (como Mauro Viale, Haddad, Neustad o Varela), de señalar la injerencia de un “estado extranjero”, algo de lo que no se acordaron en el pasado cuando solicitaron la intevención de la CIA y del Mossad o permitieron y aún permiten el desembozado intervencionismo de los embajadores norteamericanos, o cuando condecoran a los representantes de la banca internacional, llámense Mulford, Brady o Reed. Lo que les molesta a los alcahuetes del menemismo es el carácter anti-menemista de la manifestación y de ningún modo la ingerencia sionista, de lo cual se valen para desviar la atención acerca de la naturaleza del acto de repudio del jueves 21. Recurren de este modo a un método típico del fascismo y se delatan a si mismos como “ídeológicamente” antisemitas.


La impostura del copamiento del acto por la clique sonista consiste precisamente en lo contrario de lo que alegan esos alcahuetes; consiste en que esa clique fue hasta la víspera del atentado, y la mayoría lo continúa siendo, profundamente menemista, porque le deben a Menem el alineamiento internacional de Argentina con el imperialismo yanqui; el apoyo incondicional a Israel; y por último y no menos importante, la política de “privatizaciones”, de las cuales se han beneficiado esos grupos, como lo demuestra la presencia del presidente de la DAIA en la Administradora de Fondos Previsol.


La impostura de la clique sionista se revela por sí misma cuando se recuerda que marchó, con Menem a la cabeza, en marzo de 1992, para protestar contra el atentado a la embajada, oportunidad en la que no reparó, como sí lo hace ahora, en la “fragilidad de las instituciones” o en reclamar el esclarecimiento al gobierno. La clique sionista ha sido tan encubridora del terrorismo como el propio Menem, o aún más, esto si se tiene en cuenta que está respaldada por servicios secretos más poderosos y extendidos que los argentinos. La actual dirección de la DAIA se esforzó como nadie en desplazar el apoyo de la colectividad judía del alfonsinismo al menemismo, a punto de convertirse en el agente político de éste. Las críticas del señor Beraja al gobierno se parecen como dos gotas de agua a los descargos que acostumbran a hacer ante los jueces los cómplices de los acusados de un crimen. Como ocurre con el fracaso del plan Cavallo, el aumento de la desocupación, el incremento de la corruptela y la bancarrota de las privatizaciones, Menem se ha convertido, también en este caso, en el chivo expiatorio del que pretende valerse el conjunto de la clase capitalista para salvar su responsabilidad. Todo lo cual es perfectamene normal, porque los funcionarios no son más que los sirvientes de una clase, y que por un momento se han creído, o se les ha hecho creer, que son los amos.


Pero lo que hasta ahora nadie sabía (aunque se encuentra caracterizado en una minuta de la reunión del Comité Ejecutivo del PO, del 21/7, publicada en su boletín interno, ver página 5 de este Nº de Prensa Obrera), es que el embajador israelí se opuso a la realización de la manifestación de repudio y que la dirección de la DAIA sólo la convocó bajo la presión de las bases de la colectividad judía. La clique sionista se jugó por Menem hasta el final, dándole un toque de brillo a la política del PO de impulsar, primero, la convocatoria de un paro activo, y de apoyar, después, la manifestación.


Informa Joaquín Morales Solá, para responder a las críticas realizadas en una reunión del gabinete contra el cierre del acto por parte de “un embajador extranjero”, lo siguiente (ver Noticias del domingo 24): “Si hubieran conocido algunas entretelas hubiesen constatado que eran otra vez injustos. El embajador israelí trabajó hasta último momento para postergar esa concentración … Los dirigentes de la comunidad judía expusieron un argumento inexorable: la presión de la colectividad era insoportable…”. (En otro párrafo, el periodista dice: “Las bases humanas de la poderosa organización que preside habían comenzado a sublevarse contra la propia conducción de la DAIA”).


Esta información aporta lo poco que faltaba para caracterizar definitivamente a los acontecimientos y a sus protagonistas. Pero el pueblo debe reflexionar: hace dos años marcharon con Menem, el agresor del Golfo, y lo subiero al palco. El Partido Obrero denunció la perfidia de que los criminales de los pueblos pretendan encabezar el repudio de un crimen contra el pueblo. El Partido Obrero tuvo razón: el pasado 21 de julio todo el mundo chifló a Menem.


No hace falta decir que la responsabilidad principal para que la manifestación contra el atentado no tuviera un carácter realmente genuino y consecuente, la tienen las organizaciones obreras y de izquierda de la Argentina, que no asumieron la iniciativa de la convocatoria, como lo reclamó el PO el martes 19.


La lucha contra el terrorismo de estado y contra el antisemitismo sólo puede estar a cargo, para ser consecuente, de los explotados y de los socialistas revolucionarios.