La colaboración de Egipto

La maquinaria de guerra sionista ha tenido a su disposición equipos de espionaje de alta tecnología, “la tecnología del cielo, los robots volantes y los aparatos electrónicos” (Corriere della Sera, 6/1), que le permitieron, entre otras cosas, “construir una Gaza a escala reducida… en una base en el desierto” (ídem).

Todo eso, sin embargo, era de esperarse. El Estado sionista es una fuerza de ocupación, un Estado bélico.

Empero, no ha sido esa tecnología el elemento más importante del espionaje sionista, sino la infiltración, la compra de información y, sobre todo, la colaboración más o menos abierta del gobierno egipcio de Hosni Mubarak.

“Han infiltrado agentes de las características de los árabes. Han comprado información con permisos de trabajo o consiguiendo medicinas para un pariente enfermo. Han conseguido datos de los traficantes que proveen a las milicias por los túneles” (ídem).

Esto es: han aprovechado la miseria extrema de la población y también las fisuras en la organización guerrillera palestina para lograr lo que no consiguieron en Líbano con Hezbollah, cuya disciplina férrea y unidad de comando ha sido ampliamente reconocidas por los jefes militares sionistas.

Pero, por encima de todo eso, se debe hacer hincapié en el papel miserable que ha jugado en todo esto el gobierno de Egipto. Los sionistas “han explotado los temores del egipcio Mubarak, quien, inquieto por la actividad cercana de Hamas, ha suministrado algún informe” (ídem).

A.G.