Políticas

28/10/1993|405

La crisis azucarera golpea a los trabajadores

La bancarrota de la producción azucarera ha profundizado la miseria de miles de trabajadores y de pequeños cañeros. En los últimos años, la sobreoferta azucarera provocó el derrumbe de los precios. Bajo esas condiciones, se generalizó la situación de quebranto de los ingenios, varios de los cuales funcionaron en las últimas zafras bajo el sistema de arriendo, y otros, como el San Pablo y el Florida, directamente dejaron de moler.


En las dos últimas zafras, la situación se modificó como consecuencia de una caída de la producción de 300.000 toneladas y de un aumento de la demanda interna del 10%, lo que provocó una necesidad de importación de 150 mil toneladas de azúcar.


La caída de la producción provocó una duplicación de precios, beneficio que fue acaparado sólo por un puñado de ingenios y grandes cañeros. La contracara ha sido la situación ruinosa de miles de trabajadores, que sólo tuvieron 50 días netos de zafra, con salarios que promedian los 250 pesos, cifra aún inferior en el caso de los obreros cañeros, donde según FOTIA el 50% trabaja en “negro”  y en condiciones miserables. “Este violento retroceso significa que hubo tres millones de toneladas menos de caña de azúcar, con una pérdida de ingresos de 100 millones de dólares, y lo que es más inquietante es que la superficie de los cañaverales ha mermado en más de 50.000 hectáreas, un 20% de la base agroproductiva más importante de Tucumán” (Clarín, 25/10). Si bien las razones climáticas influyeron en la reducción del cañaveral, más importante fueron las económicas, como consecuencia del endeudamiento de los cañeros, lo cual afectó la atención y renovación de los cañaverales.


 


Monopolización


De conjunto, bajo el gobierno menemista, “con la desregulación y la convertibilidad se aceleran dos tendencias dispares: por un lado, donde están los menos, se observa a los ingenios y grandes cañeros dispuestos a llevar adelante la tecnificación de las cosechas y el transporte de las materias primas, buscando abaratar costos y hacer frente a las nuevas pautas económicas… Por otro lado, la mayoría de los agricultores medianos y chicos con pocos surcos, tratando de frenar el impulso que los lleva por una pendiente de endeudamiento que los coloca en una situación cada vez más difícil” (Clarín, ídem). En concreto, se ha profundizado la tendencia a la concentración y monopolización.


El gobierno pretende ahora consolidar esta concentración económica, mediante la eliminación de los arrendamientos de ingenios, lo que llevaría a varios de éstos al cierre. Es lo que denuncia el administrador del ingenio Aguilares: “Intentan saltear el Código de Comercio (para) evitar la figura del arrendamiento para el futuro y provocar la quiebra de estos establecimientos, que como el San Pablo y el Florida, jamás serán reabiertos” (La Gaceta, 24/10). Coincidió con este pronóstico el titular del CACTU (grandes cañeros), al señalar que “un rápido repaso nos está indicando que San Pablo, Leales, y Florida difícilmente vuelvan a moler, y otras plantas industriales paralizarán sus trapiches tal vez por una zafra, por lo menos, ante la exigua producción de caña que se espera para el próximo año”.


 


Importación


Con la decisión del gobierno de autorizar la importación de 150 mil toneladas de azúcar, se han intensificado las disputas. Por ahora se ha definido que los llamados “factores azúcareros” (ingenios, grandes cañeros, cooperativas comercializadoras) se encarguen de la importación, pero no está definida su modalidad. Según el titular del CART, Carlos Paz, “se evaluaron dos factibilidades: una importación pagando los gravámenes correspondientes, y otra evitando esos aranceles con el compromiso de exportar el producto en los próximos 3 años” (La Gaceta, 20/10), pero calificó a ambas de “inviables”, porque en el primer caso “se necesitan 55 millones de dólares (que) Ledesma ofrece hacerse cargo, pero monopolizaría el mercado, y para la segunda se necesita un aval bancario que ninguna entidad tiene previsto otorgar” (ídem). La solución sería “estatal”: que el Mercoazúcar (monopolio comercializador controlado por los grandes ingenios) se haga cargo de la importación, claro que con aval del Estado.


Pero para no deteriorar el precio actual y futuro del azúcar, los industriales han planteado la ampliación de la banda arancelaria de 41 a 57 centavos, y hasta a 70, lo cual permitiría que los precios internos se eleven y que los m–árgenes de ganancia con el azúcar importado sean aún mayores.


Pero este reclamo deberá superar indudablemente la posición de las patronales de la alimentación, que tienen en el azúcar a una de las materias primas básicas de sus productos.


 


Perspectivas


Las condiciones estructurales que han llevado a una situación crónica de sobreproducción aún perduran, y todo el curso de la crisis apunta a la liquidación de todo ese excedente productivo. En gran medida, debido al endeudamiento impositivo y previsional de gran parte de los ingenios, el gobierno nacional tiene la sartén por el mango para decidir un desenlace de la situación. Las negociaciones que se iniciaron antes de las elecciones procurando una refinanciación de los pasivos no concluyó.


En este cuadro, las patronales de los ingenios y cañera descargan todo el peso de la crisis sobre los trabajadores y los pequeños cañeros. Según La Gaceta (17/10) “las empresas azucareras tienen el decidido propósito de suspender a todo el personal, desde el fin de la zafra hasta marzo por lo menos … Se optaría, no en todos los casos, por abonar sólo la mitad de las remuneraciones, evitando el pago de la carga previsional y social”. En muchos casos, los trabajadores no han podido cobrar los últimos meses; lo mismo ha ocurrido con la caña entregada por los cañeros chicos. Esa situación desesperante llevó a la ocupación del ingenio Providencia y a tomar como rehenes a los arrendatarios para lograr cobrar los salarios, o en caso del ingenio Aguilares, donde los trabajadores se incautaron del alcohol y forzaron su venta para cobrar los salarios adeudados.


La inminencia de que miles de trabajadores queden en la más completa indigencia plantea la necesidad de una lucha de vida o muerte que una a los obreros y a los cañeros  chicos por la estatización y control obrero de todos los ingenios.