Políticas

29/12/2016|1443

La crisis de fin de año y los desafíos de la izquierda


La polémica sobre el balance del primer año de gobierno de Macri acaba de ser saldada por el propio presidente bajo la forma de una crisis. Luego de haberse autocalificado con un 8 sin temor a caer en el ridículo, debió echar a Prat Gay del gabinete ante el completo impasse de la economía. Los números son elocuentes. El año 2016 concluye con una caída del PBI que supera las ya negativas previsiones originales el retroceso orillará el 3%. Lejos de los pronósticos optimistas sobre la segunda parte del año, la caída se acentuó en el tercer trimestre. La producción industrial se fue a pique. La construcción directamente se paralizó ante la decisión de frenar la obra pública para evitar un mayor déficit fiscal. El comercio va de mal en peor, reflejando la desvalorización del salario. El fracaso es tan rotundo que la devaluación del 60% no sirvió siquiera para relanzar las exportaciones, dejando una balanza comercial pobre, que no es deficitaria solo porque la recesión inhibe las importaciones industriales. Sí generó, en cambio, una inflación superior al 40% que, en poco tiempo, terminó apreciando nuevamente al peso, llevando a una parte de los capitalistas a reclamar una nueva devaluación. La quiebra del Estado, que se expresa en el déficit fiscal elevadísimo, se ha acentuado como resultado de que los capitalistas siguen requiriendo de los fondos públicos en su propio beneficio. La posibilidad de financiar la economía mediante el endeudamiento externo choca con la suba de la tasa de interés internacional que, en el caso de Argentina, ha sido especialmente intensa en las últimas semanas, como lo prueba la caída del valor de los bonos de deuda.


 


Este completo impasse ya había producido una disputa al interior del gabinete. La implementación de la baja de la tasa de interés del Banco Central reclamada por Prat Gay para reactivar la economía fue respondida por los especuladores con una mini corrida cambiaria, que llevó en pocos días al dólar por encima de los 16 pesos. Ocurre que una rebaja de la tasa y una devaluación ponen en riesgo la bicicleta financiera armada por el gobierno, que ha servido para financiar una fuga de capitales que no se detuvo durante todo el año. En ausencia de ese premio extraordinario tendríamos un escenario de una mayor fuga y una corrida cambiaria de final incierto. De hecho, la gran entrada de dólares por única vez por efecto del blanqueo está financiando una fuerte fuga de capitales.


 


Coalición del ajuste


 


Para ocultar esta crisis de fondo el gobierno quiso presentar la salida de Prat Gay como un gesto de autoridad presidencial. Y lo mismo hizo con la salida de Isela Constantini de Aerolíneas Argentinas. Pero ello no hubiera sido posible sin los servicios invalorables prestados tanto por la burocracia sindical como por la oposición patronal. Luego de haberle votado las principales leyes durante el año y dejar pasar un ajuste al salario de al menos 10 puntos y miles de despidos, la burocracia sindical y la oposición patronal salieron al rescate del gobierno cuando éste atravesaba con el choque por Ganancias su peor momento. Para evitarle a Macri el costo político de un nuevo veto, cometieron el ridículo de mandar al tacho de basura el proyecto votado por ellos mismos en Diputados. Al final, parieron una ley que en muchos puntos es peor que la versión original del gobierno: más de 1,5 millón de trabajadores seguirán siendo confiscados con el impuesto al salario. La camarilla kirchnerista replicó la misma duplicidad que caracteriza al resto de la oposición. Mientras el camporismo hacía un mini-show en Diputados retirándose de la sesión, Alicia Kirchner firmaba el acta con el resto de los gobernadores reclamando el cobro de Ganancias a los trabajadores en nombre de la defensa de los “fondos provinciales”.


 


El gobierno ha usado su propia debilidad como un factor de extorsión a la oposición. La defensa de la “gobernabilidad”, por la que se pronunció el capo máximo de Techint ante el debate de Ganancias, muestra que la clase capitalista reclama la continuidad de la coalición del ajuste.


 


Lo que viene


 


Los relevos anunciados suenan a una gran improvisación. La división en dos del ministerio de Prat Gay va en el sentido contrario a establecer un mando económico fuerte y centralizado, como reclamaba una parte considerable de los capitalistas. El hecho de que ese lugar los analistas se lo asignen al Macri habla de que asistimos a una crisis de envergadura. En los regímenes presidencialistas los ministros tienen la función de actuar como fusibles, que deben saltar para salvar la institución presidencial. La ausencia de un ministro de economía con peso propio coloca a Macri en la primera línea de fuego.


 


Así y todo, en Finanzas Macri se cuidó de dejar a quien ya oficiaba como secretario de esa cartera, para dar una señal clara al capital financiero sobre la continuidad de la política de endeudamiento. Luis Caputo, ex JP Morgan y ex Deutsche Bank, ha sido el negociador directo del acuerdo con los fondos buitres. El negocio que se tiene entre manos es fabuloso: según el Presupuesto 2017 deberá tomar deuda -entre la nueva y el refinanciamiento- por unos 55.000 millones de dólares. 


 


La designación de Nicolás Dujovne en Hacienda tiene un sentido claro: profundizar el ajuste fiscal y alinear al gobierno para una ofensiva contra las masas. En sus columnas habituales de La Nación, Dujovne abogó por una reducción del déficit mediante una reducción drástica del gasto social del Estado. También defendió, bajo el rótulo de un “blanqueo laboral”, una rebaja de los impuestos patronales, sin importar que sea contradictorio con la reducción del déficit. Los capitalistas, claro, son más pragmáticos que los izquierdistas. En las últimas semanas se valió de las dificultades que trae aparejadas el triunfo de Trump en materia financiera para proponer una vuelta al FMI, con el argumento de que se trataría de un financiamiento más barato que el conseguido en el mercado. Pero omitió lo esencial: a cambio de un rescate, el FMI reclamará un ajuste en toda la línea. En un paper conocido en los últimos días, el Fondo propuso la elevación de la edad jubilatoria de las mujeres a 65 años y una modificación de los índices de cálculo y actualización previsional que lleve a una reducción de los haberes jubilatorios.


 


Los planteos de Dujovne han despertado resistencias en la Unión Industrial, porque el designado ministro ha propuesto abrir las importaciones para reducir la inflación, algo que mandaría literalmente al tacho a buena parte de la burguesía nacional e incrementaría los despidos masivos que llegaron este año a unos 200 mil. La aplicación hasta el final de este programa llevará con seguridad a una quiebra al interior de la clase capitalista.


 


Política


 


Que el sentido general del cambio de gabinete es intentar una nueva ofensiva contra las masas lo prueba la campaña contra los piquetes que circuló, otra vez, por los medios de comunicación en las últimas semanas. La aplicación de un ajuste de las dimensiones que reclama la bancarrota capitalista sólo es posible mediante una derrota de los trabajadores. Pero Argentina sigue siendo un país soliviantado. La ocupación realizada por los jóvenes científicos precarizados del Ministerio de Ciencia y Técnica obligó al gobierno a un recule y a mantener en su puesto al muerto en vida Lino Barañao, ya que para el gobierno hubiese sido una muestra enorme de debilidad admitir que la movilización le volteaba una figura de su gabinete. Otra vez, es imposible no reconocer que, cuando el gobierno anuncia que no permitirá más piquetes en la Ciudad, una explosión popular en Flores termina ocupándole una comisaría en repudio a las zonas liberadas y la asociación de las fuerzas de seguridad con el crimen organizado. Horas después, en Mataderos, una bala presumiblemente policial, mata a un transeúnte en una persecución a un automóvil, mostrando el descontrol de las fuerzas de seguridad.


 


Muchos analistas han señalado que el nuevo capítulo del ajuste no podrá ser aplicado en el año electoral, pues si lo hace el gobierno perdería irremediablemente las elecciones. El problema de este razonamiento es que desconoce que, si sigue así, la derrota podría alcanzarlo por igual. En cualquier caso, el valor del planteo es que pone de manifiesto la fuerte tendencia al inmovilismo que anida en el régimen político, y que no es la consecuencia del proceso electoral, sino del temor a una reacción generalizada de los trabajadores. En ese sentido, la designación de Dujovne no le aporta al gobierno ni un gramo de volumen político.


 


Desafío


 


La crisis de gabinete de fin de año confirma nuestro pronóstico sobre la experiencia de Macri. Cuando muchos creían que su gobierno abría una etapa de reforzamiento de la derecha continental, nosotros señalamos que se trataba de un capítulo más de la crisis, cuyo factor dinámico es la bancarrota capitalista que socava las bases de los gobiernos y regímenes. 


 


El año 2017 será un año decisivo. Ante el intento renovado del gobierno y la coalición del ajuste de descargar la crisis sobre las espaldas de las masas, para los trabajadores y la izquierda se plantea el desafío de valerse de la bancarrota capitalista para ofrecer una salida integral, política y de lucha, sobre la base de un programa de transformación social dirigido por la clase obrera. El panorama político que tiene por delante la izquierda revolucionaria es simplemente apasionante.