Políticas

12/1/1995|436

La crisis de la “convertibilidad”

Manuel Fernández López, profesor de Historia del Pensamiento Económico de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, acaba de publicar un artículo (El Economista, 30/12) sobre las pasadas experiencias de la “convertibilidad” en la Argentina. La conclusión del profesor es que la “convertibilidad” ha terminado, siempre, en un espectacular derrumbe financiero como consecuencia del “veloz retiro” del “capital especulativo internacional” y del “exceso de importaciones sobre exportaciones”. Precisamente, el cuadro que enfrenta la “convertibilidad” cavalliana, con el agravante de que ésta es de muy inferior “calidad” a las que rigieron antaño: mientras los pesos de antes eran “convertibles” en oro, los de Cavallo sólo pueden “convertirse” en dólares, una moneda inconvertible al oro y sujeta a las manipulaciones de la Reserva Federal norteamericana y los especuladores internacionales.


La “convertibilidad” debutó en 1867, gracias a los “enormes ingresos de capital ocurridos desde 1866. En marzo de 1873 estalló la crisis económica en el exterior y dejaron de entrar capitales nuevos. En mayo de 1876 (en un párrafo que podrían suscribir perfectamente Menem-Cavallo), el presidente Avellaneda debió tranquilizar al acreedor externo: ‘los tenedores de bonos argentinos deben, a la verdad, reposar tranquilos … Hay dos millones de argentinos que economizarán sobre su hambre y su sed para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros’. El 17 de mayo, después de disminuir drásticamente las reservas, una ley suspendió la convertibilidad”.


Se reanudó en 1881 y “durante cinco años se importó oro en abundancia … pero el balance comercial se tornó deficitario en 1882 (y) en 1884 duplicó el ingreso neto de capitales. En 1885 se suspendió la convertibilidad”.


“Recién en 1903 se puso en práctica, tras un período de fuertes inversiones extranjeras y superávit comercial. A partir de 1907, una excesiva expansión crediticia puso a la Caja de Conversión al borde de la quiebra en 1913, lo que se concretó en agosto de 1914 a causa de la guerra mundial”. La última “experiencia” comenzó en 1927 y “no pudo resistir el comienzo de la ‘Gran Depresión’ (agosto de 1929) y en diciembre la Caja había perdido todo el oro que había acumulado en el anterior período de prosperidad”.


La conclusión de Fernández López es lapidaria. “En ninguno de los casos, dice, la convertibilidad pudo resistir una gran crisis internacional”.