Políticas

16/6/2016|1415

La crítica kirchnerista a la emergencia previsional

Con “enemigos” así ¿quién necesita amigos?


Cristina Kirchner ha salido a criticar la “emergencia jubilatoria” de Cambiemos. En vez de denunciar que es una monumental extorsión a los trabajadores pasivos, a los que obliga a renunciar al 70% de sus acreencias con el Estado, la ex presidenta crítica al macrismo… por dispendioso. El texto en el que fundamenta su crítica pertenece a Emmanuel Agis, un ex funcionario suyo que hace una defensa cerrada de la política previsional del kirchnerismo. Pero, a la vez, el trabajo de Agis es un compendio de todos los lugares comunes de los voceros del gran capital contra los derechos jubilatorios.


 


Moratoria y haberes


 


Agis reivindica la “cobertura casi total” que alcanzó el universo de jubilados bajo el kirchnerismo. Lo que Agis oculta es que los beneficiarios de esa moratoria percibieron una jubilación absolutamente degradada: el haber mínimo del año 2003 era en términos reales el más bajo de los últimos treinta años -la mitad de la mínima que regía… en 1972. El kirchnerismo extendió este haber de miseria hacia quienes no contaban con aportes suficientes, como resultado de la precarización laboral extendida. Pero, en vez de cargarle el costo de la moratoria a los evasores de aportes -la clase capitalista-, se financió con la propia caja de los jubilados y, como contrapartida, “universalizó” la miseria previsional. Mientras la jubilación mínima se extendía al 75% de los pasivos, la porción restante asistía al desconocimiento de sus reajustes. No se trataba de una improvisación, sino del objetivo estratégico de las reformas jubilatorias del capitalismo: la transformación del haber previsional en una pensión asistencial, completamente desligada del salario percibido por el pasivo cuando se encontraba en actividad.


 


Salario y jubilaciones


 


Es ese concepto reaccionario el que Agis desarrolla sin tapujos, al afirmar que “en un sistema solidario como el nuestro las jubilaciones no tienen nada que ver con la trayectoria laboral del jubilado” (¡!) Agis ignora -o finge ignorar- que la jubilación es una conquista histórica de la clase obrera -el derecho del trabajador a que la clase capitalista sostenga la reproducción material y moral de la fuerza de trabajo a lo largo del conjunto de su vida, y no solamente durante su vida laboral. Por esta cuestión, la clase obrera argentina libró importantísimas jornadas de lucha -una huelga general en 1924 rechazó la pretensión de imponer un aporte obrero a las cajas previsionales y también la injerencia del Estado en las mismas, algo que estos luchadores, premonitoriamente, advirtieron como la pretensión de su uso para el pago de la deuda pública. Cuando ese Estado universalizó derechos previsionales, lo hizo a cambio de imponerle a los trabajadores el sostenimiento creciente de sus propias jubilaciones, y de servirse irrestrictamente de sus recursos en beneficio del Estados mismo y de los capitalistas. Para Agis, el carácter solidario del sistema previsional no consistiría en el derecho colectivo de la clase obrera a percibir un haber relacionado con su salario en actividad (82% móvil). No: para el camporista, el sistema de “reparto” “reparte” las migajas que dejan las cajas previsionales entre el conjunto de los jubilados, luego de que el Estado y el capital se hayan servido de ellas a discreción. Para aumentar la confusión, Agis identifica a los sistemas previsionales que asocian los haberes con el salario del activo con las “lógicas de capitalización individual”. ¡Nada que ver! La capitalización desliga al haber jubilatorio de cualquier derecho o ingreso definido, el cual queda condicionado a los rendimientos de un fondo de pensión y, por lo tanto, de los avatares de la especulación financiera. Para el kirchnerismo, la “solidaridad previsional” es la legalización del saqueo de las cajas jubilatorias por parte del Estado capitalista. Por el contrario, nosotros luchamos para que la Anses y sus recursos estén bajo el control de trabajadores y jubilados electos. Si esos fondos no son suficientes para garantizar los derechos jubilatorios, el Estado, como representante general de los empleadores -o sea, de quienes han evadido o fundado su acumulación en el trabajo no retribuido a los actuales jubilados- el que debe asegurar los recursos para garantizar esos derechos.


 


Una AFJP estatal


 


Toda esta operación confusionista apunta a reivindicar al sistema jubilatorio del kirchnerismo, a partir del momento en que fueron estatizadas las AFJP. Pero esa estatización no instituyó un sistema de reparto. Los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) fueron destinados, en sus dos terceras partes, al sostenimiento de la deuda pública y, en particular, a su pago con acreedores del exterior (el supuesto “desendeudamiento”). Del lado de las jubilaciones, se instituyó una movilidad cuya actualización está asociada, entre otras variables, a los ingresos de la seguridad social, los cuales se encuentran condicionados a la marcha general de la economía capitalista y -como vimos- de los avatares financieros del “fondo de garantía”.


 


Estamos ante un sistema “único” de capitalización, que no remunera a los jubilados de acuerdo a derechos previsionales definidos. A este régimen parasitario, Agis lo denomina “un fondo para el mejoramiento de la seguridad social y la economía del país”. Pero un Fondo previsional jamás podría jugar ese papel en un régimen social que toleró la fuga de la totalidad del superávit comercial y pagó 200.000 millones de dólares de una deuda usuraria y varias veces pagada. Lejos de “asegurar los puestos de trabajo (y aportes) futuros”, la succión de recursos para el pago de la deuda fue un activo factor de socavamiento de la (sic) “sustentabilidad previsional”. Esa “sustentabilidad” exigiría, en primer lugar, que la mayoría trabajadora asuma los resortes fundamentales de la economía nacional, mediante la nacionalización de la banca y el comercio exterior. Ello, como primer paso para que el conjunto del ahorro nacional sea aplicado a las necesidades de la mayoría. Nada de esto formó parte, jamás, del horizonte político y social del kirchnerismo.


 


El camporista nos recuerda que los recursos del FGS sostienen también a la Asignación Universal por Hijo y a otras prestaciones asistenciales. O sea, que el aumento de la polarización social provocado por su gobierno fue bancado por los propios trabajadores a través de los fondos de la Anses. Agis critica a la ley de Cambiemos, no por confiscatoria de derechos jubilatorios adquiridos, sino porque “sólo beneficia al 30% de los jubilados que más cobran”. Naturalmente, no propone nada en beneficio del 70% de los jubilados restantes, los que perciben la mínima. Para justificar su ataque a los supuestos “privilegiados”, pone como ejemplo al caso Badaro, y al haber “exorbitante” que percibiría hoy “gracias a los fallos jubilatorios”. Pero el seguidor de Kicillof, una vez más, oculta la realidad. Badaro se jubiló como capitán de ultramar, y si llegó a percibir 50.000 pesos de haber, es porque un trabajador en actividad en su cargo cobraba más de 80.000 pesos. Naturalmente, no es el caso de la abrumadora mayoría de los jubilados en litigio.


 


La furia de estos kirchneristas hacia los trabajadores que perciben salarios relacionados con una elevada calificación o formación laboral sólo se equipara con su silencio hacia los De Vido, Jaime y demás “privilegiados”, los cuales conforman, no una aristocracia laboral, sino una aristocracia delincuencial, ligada a la clase capitalista que lucra con los contratos del Estado.


 


El gran olvido


 


Agis ni siquiera menciona las verdaderas cuestiones que han derrumbado la “sustentabilidad” previsional -a saber, el trabajo precario y la reducción de las contribuciones perpetrada por el menemismo, y que su gobierno mantuvo en pie. La devolución de esas contribuciones sustraídas a los trabajadores ascenderían hoy a 280.000 millones de pesos anuales, casi el 40% de los actuales recursos del Fondo de Sustentabilidad. Ni qué decir que el blanqueo -no de la clase capitalista, sino del enorme porcentaje de trabajadores que están en negro- aportaría recursos todavía superiores. Con su silencio respecto de la reforma laboral noventista, el camporista consiente -y hace propios- los ataques de Menem y Cavallo al sistema previsional argentino.


 


La ley ómnibus del macrismo y sus aliados debe ser combatida sin miramientos por el movimiento popular: es doblemente extorsiva; primero, porque obliga al jubilado a renunciar a derechos reconocidos judicialmente a cambio del reconocimiento de una parte menor de esos derechos; segundo, porque asocia ese resarcimiento mínimo a un blanqueo general de los capitalistas evasores. Quienes han preparado el terreno para esa extorsión han sido, por un lado, el gobierno anterior, que desconoció durante años los aumentos jubilatorios, apeló los fallos judiciales e incluso vetó una ley que establecía el 82% ¡del salario mínimo! para la jubilación mínima. Por el otro, la Corte Suprema, que rechazó la extensión automática de sus fallos al conjunto de los jubilados involucrados. Ahora bien, el “aporte” de CFK y los suyos a la lucha contra la emergencia previsional macrista parece salido del cerebro de Cavallo, Melconian o Espert. El kirchnerismo vuelve a revelarse como una fuerza del ajuste. También para la lucha contra la destrucción jubilatoria, es necesario desarrollar una alternativa política de los trabajadores.