Políticas

11/10/2012|1243

La derecha contra los gendarmes

En la crisis con la Gendarmería y la Prefectura, la prensa ha puesto el foco en un tema reiterativo: la disputa entre el secretario Berni y la ministra Garré por el control de las fuerzas de seguridad. Menos atención le ha prestado al documento firmado en el Congreso, “en defensa de la democracia”, solicitado por el kirchnerismo y secundado, en primer lugar, nada menos que por el PRO. Los voceros de los amotinados respondieron en forma defensiva, reiterando hasta el cansancio que son “hijos de la democracia” y, naturalmente, que tienen el objetivo de “defenderla”. Mejor hubiera sido que denunciaran el pacto entre los K y la derecha para contrarrestar lo que los propios gendarmes y prefectos reclaman -7.000 pesos de básico. El ‘ajuste’ no distingue a ‘nacionales y populares’ de ‘destituyentes’.


La burguesía no tiene en la agenda un golpe, de modo que la ‘democracia’ no se encuentra en peligro. Los capitalistas están más preocupados por el pago en pesos del bono en dólares de Chaco que por la reivindicación de los amotinados. Las oposiciones capitalistas a los K no demuestran la menor intención de ser gobierno hasta después de 2015. Tampoco los ‘caceroleros’ del 13S y del 8N se acercaron a los edificios ocupados. No tienen en la agenda un golpe, sino una derrota electoral de los K el año que viene y, más cerca en el tiempo, armar un escudo protector para que los K y sus amigos no se queden con los despojos de la Corpo a partir del 7D. En la Gendarmería, la derecha ‘realmente existente’ son los K -ejecutores de Proyecto X.


Dentro del conjunto de la situación política, los amotinamientos se integran a un conjunto de protestas y reclamos, cuya delimitación política está en proceso de desarrollo o definición. Cuando el método bonapartista del gobierno pierde su capacidad de disciplinamiento, el arbitraje oficial es desafiado por todas las clases sociales. En estas circunstancias, los socialistas deben desarrollar en la práctica la delimitación política de clase, y de ningún modo refugiarse en el propagandismo o en el autoaislamiento bajo el pretexto de distinguirse en la confusión general.


La firma del ‘acta democrática’ en el Congreso demuestra que la derecha parlamentaria está a la defensiva y que sigue sucumbiendo a iniciativas del oficialismo.