La desintegración del Mercosur
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Ya nadie disimula que el Mercosur está paralizado por sus contradicciones internas y por el impacto de la crisis económica internacional.
“En términos comerciales, no estamos pasando por un buen momento en el Mercosur en la relación con Brasil”, admitió diplomáticamente Roque Fernández (Clarín, 15/11). Más lejos fue el ex-secretario de Comercio, Elvio Baldinelli, quien sostuvo que si Brasil no anula las restricciones a las exportaciones argentinas “se acabó el Mercosur” (Clarín, 8/11). Como Brasil no las va a anular, para todo un sector de la burguesía argentina, al menos, el Mercosur camina a su desintegración.
Sorpresas
Tanto el gobierno argentino como el brasileño pensaron al principio que la crisis del sudeste asiático beneficiaría al Mercosur con un desplazamiento de capitales hacia la región, lo cual lo colocaría en la cresta de la ola del capitalismo mundial. “Hacia la segunda mitad de 1997, algunos analistas pensaban que el Mercosur transitaría la crisis internacional sin grandes dificultades y parecía razonable pensar que podría convertirse en uno de los ‘ganadores’ del proceso”, admite una reciente publicación de la Cancillería argentina (Centro de Economía Internacional, octubre 1998).
Sin embargo, como esa misma publicación reconoce a renglón seguido, la realidad pasó por otro lado, “poniendo en duda las perspectivas de crecimiento de los países en desarrollo —y obviamente los del Mercosur— con sus consecuencias negativas sobre la performance fiscal, el empleo, el comercio intrazona y la captación de inversiones, en un contexto global poco propicio para la inversión de riesgo en las economías emergentes” (ídem). Así, los ‘grandes estrategas’ de la burguesía argentina pasaron a caracterizar al Mercosur, no más como un trampolín que se despegaba de la crisis sino que marcha a la bancarrota.
La situación de recesión económica es profunda. En Brasil, la producción industrial cayó en octubre el 9,7% y en la Argentina el 6,4%. Algunos analistas pronostican que en el primer trimestre de 1999 el producto brasileño caería el 7%. También está en caída el producto argentino desde julio pasado.
En medio de una recesión tan profunda, la recaudación de impuestos deberá caer aún más, agravando los déficits fiscales, a lo que hay que añadir el aumento de los intereses de las deudas anteriores, interna y externa.
Por esa razón, la mayoría de los economistas internacionales considera que el llamado “ajuste brasileño”, que tiene el apoyo del FMI, marcha a una crisis.
Por ejemplo, Guillermo Calvo acaba de decir que “lamentablemente, es difícil tener confianza en este plan (brasileño), pues la recaudación impositiva esperada se basa en una hipótesis optimista del crecimiento en 1999. Además, los fondos del FMI y G7 son pequeños en relación con la deuda que vence en el corto plazo”.
La deuda interna brasileña supera los 300.000 millones de dólares, “de los cuales el 45% vence en plazos de 6 meses a un año” (Banco Bilbao Vizcaya). Después del paquete del FMI, Brasil siguió perdiendo reservas. En octubre, después de la re-elección de Cardoso, se fueron 3.600 millones de dólares, perdiendo así en tres meses divisas por 35.000 millones de dólares, casi equivalente a toda la ‘ayuda’.
Según los datos del primer semestre de 1998, los déficits fiscales de los cuatro países del Mercosur suman 75.000 millones de dólares anuales (el de Brasil es de 60.000 millones) y amenaza fácilmente pasar la barrera de los 90.000 millones. En Argentina ya se admite que no se va a cumplir con el déficit fiscal pautado con el FMI y que habrá que pedir el consabido ‘perdón’. Cavallo admitió que el déficit no bajará de los 8.000 millones, más del doble de lo proyectado.
El déficit regional de la balanza de pagos de 1998 es de 50.000 millones. Esto significa que el Mercosur necesita recibir esa suma en finaneiamiento externo, en momentos en que las principales fuentes de préstamos están cortadas. En parte, tanto Brasil como Argentina esperan cubrirlo con privatizaciones, como la venta de acciones de YPF y del Banco Hipotecario, pero eso sólo traslada el problema, no lo resuelve.
Como hay recesión y déficit comercial, y no hay financiamiento externo, Brasil comenzó a cortar las importaciones, inclusive las provenientes del Mercosur, apelando a medidas administrativas y hasta sanitarias. Como el achique del déficit comercial se hace a expensas de los demás países, tanto Argentina, como Uruguay y Paraguay exportan menos, con lo que agravan sus propios déficits comerciales.
Pero las restricciones al comercio en un ‘mercado común’ es un contrasentido. Por eso Baldinelli dice que sí, cada vez que hay un problema, los socios del Mercosur ponen ‘barreras’ al comercio, se acabó el Mercosur.
Choques
Detrás de estas ‘barreras’ hay, además, una feroz lucha por determinar qué sectores de la burguesía absorben el peso de la crisis, agravando la lucha intercapitalista en sectores claves como el automotor, el siderúrgico y el de autopartes.
Techint, por ejemplo, denunció a la siderúrgica brasileña CSN por ‘dumping’. A la vez, acusó al gobierno brasileño de haber favorecido el ingreso de la francesa Usinor en la siderurgia Acesita y Tubarao, para rivalizar con Techint en el mercado de la chapa y los tubos.
El régimen automotor, que debió haber sido acordado hace un año, está en crisis. Las terminales radicadas en el Merco- sur quieren una protección arancelaria del 35%, la cual eliminaría cualquier competencia externa, y que además puedan traer modelos subsidiados a través de aranceles más bajos.
Pero ni esto podría eliminar la crisis automotriz y la feroz lucha intercapitalista porque, como lo admitió la Fiat, no hay lugar para 10 terminales sino apenas para cuatro (Clarín, 29/11).
Parálisis
Ante esta situación, “los problemas a enfrentar son múltiples y las circunstancias no son las más propicias. La limitación para hacer uso de instrumentos de política económica es importante y el escenario internacional es crítico. No es el momento para los grandes cambios”, dice el documento de la Cancillería argentina. Rezar y esperar, a eso se resume la estrategia de las burguesías brasileña y argentina.