La efedrina, De Narváez y toda la mugre

Sí, se tiran con droga

Durante parte de la campaña electoral, el oficialismo sostuvo que Fernando de Narváez está implicado en el caso de la efedrina, por las llamadas que aparecen en uno de sus celulares al narcotraficante Mario Segovia. De Narváez contestó que el gobierno le hacía una trastada en tiempos electorales. Por lo que parece, ambos tenían razón y, como alguna vez dijo Elisa Carrió, “se tiran con droga”, si bien ella olvida que defendió a De Narváez hasta que Julio Cobos se sacó la foto con el multimillonario peronista “disidente” (además, la señora debería explicar qué sabe exactamente sobre aquello de que “la política vive del narcotráfico”, como sostuvo tiempo atrás).

Hace falta por cierto demasiada ingenuidad para no sospechar con bases firmes que hubo una maniobra política en la citación a De Narváez por parte del juez de Zárate-Campana, Federico Faggionato Márquez, un tipo embarrado hasta el tuétano por 36 pedidos de juicio político, cajoneados por el kirchnerismo en el Consejo de la Magistratura. Faggionato está acusado hasta de haberse quedado con la cosecha de un campo que tenía en custodia judicial.

Sin embargo, en este caso la provocación oficialista ha sabido dónde pegar.

En principio, corresponde recordar que la causa original que involucra a De Narváez con Mario Segovia, “el rey de la efedrina”, no fue sustanciada por Faggionato Márquez sino por el juez del fuero penal económico Marcos Aguinsky y por el fiscal Emilio Guerberoff.

En su momento, Aguinsky consideró probado que Segovia fue el proveedor de 294 kilos de efedrina que salieron hacia México en noviembre de 2007. Ese precursor para la fabricación de drogas sintéticas iba disimulado en 1.200 kilos de azúcar, al igual que otros 525 kilos secuestrados en mayo del año pasado.

Pues bien: el azúcar empleado para disimular esa efedrina había sido comprada en el supermercado Makro, que por entonces pertenecía a De Narváez. Había en total 12 mil kilos de azúcar comprados por los narcos en el almacén del candidato “pro” y colocados dentro de un contenedor en sus envases originales, con el detalle de que 600 de esos paquetes no tenían azúcar sino efedrina.

Aguinsky quiso saber adónde llevó el azúcar el camión de Makro, lo cual habría permitido averiguar, según el juez, en qué momento y lugar el azúcar de esos 600 paquetes fue reemplazada por la efedrina. “Sin embargo, el supermercado se mostró renuente a colaborar en la investigación” (Buenos Aires Económico, 10/6).

De Narváez, por su parte, desde que se develaron los llamados efectuados desde uno de sus celulares al narcotraficante Segovia, sostuvo una línea de defensa sinuosa, por decir lo menos. “Primero se autodenunció y dijo que no apelaría a sus fueros. Después, mandó filmar con cámara oculta y a retirarle el celular a Danilo Coronel, el empleado que usaba el aparato sospechado. Y cuando Faggionato Márquez lo citó para pedirle explicaciones se negó a concurrir y mandó una declaración por escrito” (ídem).

Posteriormente, cuando Faggionato volvió a citarlo, recusó al juez. Y ése es otro episodio de esta novela negra por entregas.

Defensa en común

De Narváez y Segovia no sólo tienen en común aquellas llamadas. También comparten abogado defensor de Segovia, es también abogado Mariano Cúneo Libarona, abogado corporativo de América, otra de las empresas del peronista “disidente”.

En una entrevista con el periodista Carlos Pagni, De Narváez dijo: “Vamos a recusar al juez”. Podría pensarse que el hombre usaba el plural mayestático para referirse a sí mismo, pero no. Hablaba en plural para hablar de él mismo… y de Mario Segovia, porque cuatro días más tarde Cúneo Libarona recusó a Faggionato por cuenta y orden del “rey de la efedrina”.

Eso ya alcanza para que la situación de De Narváez hieda por los cuatro costados, aun si se deja a un lado el testimonio de un testigo de identidad reservada que alguien acercó al despacho de Faggionato Márquez, cuyas declaraciones implicaron a De Narváez con supuestos contactos con un grupo de narcotraficantes colombianos que intentaban hacer pie en la Argentina (lo cual conduciría, a su vez, al triple crimen de General Rodríguez y al asesinato de dos traficantes en un shopping Unicenter, en Martínez).

Ahora bien: esto se sabe desde hace mucho. Por tanto, si las denuncias resultaran ciertas (y todo permite presumir que lo son) los actuales acusadores de De Narváez lo encubrieron hasta ahora, hasta que la situación electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires se puso espesa.

Más cínica aun fue la actitud de Carrió, porque, como queda dicho, ella defendió a De Narváez hasta el día de la foto que el candidato “pro” se sacó con Julio Cobos. Entonces, indignada, reclamó que De Narváez “diera explicaciones” a Faggionato Márquez.

Están todos hasta las manos.

Alejandro Guerrero