Políticas

12/3/2015|1354

La falacia del desendeudamiento y sus consecuencias


El gobierno no ignora en absoluto que falta a la verdad cuando reivindica haber obtenido el “desendeudamiento” de Argentina. La deuda pública es, en la actualidad, un 60% superior a su monto en 2001 -250 mil millones de dólares. Están excluidas del cálculo las deudas de las provincias y los municipios, y la contraída por el Banco Central. En términos de relación con el PBI se encuentra en un nivel aproximadamente igual a 2001 -un 60%-, esto a pesar de la quita establecida por la reestructuración de 2005. Los funcionarios tampoco ignoran que la incorporación del cupón del PBI en esa refinanciación redujo el porcentaje de quita a cero. En los cálculos oficiales se omite el peso del cupón, aprovechando su condición de instrumento derivado (del PBI), pero representa, a término, un monto superior a los 10 mil millones de dólares, en virtud de que ya se cancelaron 20 mil millones de dólares de un tope de 30 mil millones de dólares.


 


La falacia oficial consiste en reducir el endeudamiento del país a los compromisos en divisas con los acreedores internacionales. Excluye, por lo tanto, toda la deuda, igualmente en divisas, que se encuentra en poder de acreedores locales y de instituciones públicas, como la Anses, Pami, Banco Nación, Banco Central e incluso la Lotería -ni qué decir de la deuda en pesos. El endeudamiento local creció en una magnitud colosal debido, precisamente, a la transferencia de fondos de esas instituciones al Tesoro para posibilitar el pago de la deuda con los acreedores externos. Para el gobierno, la deuda de la administración nacional con otras instituciones del Estado sería una deuda de familia, que podría refinanciarse en forma indefinida. Se busca disimular, de este modo, la confiscación de fondos de trabajadores y contribuyentes para saldar la deuda con sujetos financieros del exterior. Al mismo tiempo, sirve para justificar la toma de nuevos empréstitos en los mercados internacionales.


Para los teóricos oficiales se trata de un almuerzo gratis, pues cancelaría una deuda con plata ajena. El gobierno diseñó un esquema de remuneraciones jubilatorias de modo de habilitar un excedente para el pago de la deuda. La Anses opera como una AFJP, aunque estatal; paga a los jubilados el remanente de un excedente financiero. Pero la deuda del Tesoro con la Anses (unos 33 mil millones de dólares) es impagable, o sea que una recesión aguda y una inflación elevada le quitarían la liquidez necesaria para cumplir con su compromiso previsional; el déficit del Tesoro, en 2015, está previsto en 300 mil millones de pesos. Igualmente impagables son los compromisos, por 70 mil millones de dólares, con el Banco Central, los cuales han creado una emisión equivalente de dinero sin respaldo. Este déficit explica que el gobierno deba financiarse hoy con la banca local (a través del BCRA) a tasas usurarias -del 25 al 30% anual. Esto ha creado una inflación creciente y una contracción relativa aguda del crédito bancario. Para pagar la deuda el gobierno ha quebrado su último recurso de financiamiento -la emisión de moneda. En este momento, la deuda del BCRA con los bancos locales es de 350 mil millones de pesos e intereses anuales de 80 mil millones de pesos.


 


El gobierno reitera el relato del ‘desendeudamiento' en el mismo momento en que Argentina enfrenta un nuevo endeudamiento debido al flujo negativo de divisas, provocado por la caída del valor de las exportaciones, las deudas a pagar en 2015 y por el fracaso del intento de realizar una emisión internacional de deuda. Como consecuencia del patrimonio negativo del BCRA, la monetización de un ingreso de capitales se haría a tasas elevadas, porque habría que absorber la emisión correspondiente. El mercado internacional registra una salida aguda de capitales de los países emergentes, lo cual agrava la crisis de financiamiento de Argentina.


 


El llamado ‘desendeudamiento' no ha resuelto el problema de la deuda nacional y ha desarrollado las condiciones de un colapso, que se manifiesta en las previsiones de una maxi devaluación del peso. Así planteada, la crisis capitalista la volverán a pagar los trabajadores. Con una ‘yapa', sin embargo, y es que, a nivel mundial, se han desatado devaluaciones ‘competitivas’ de monedas, que convierten a una salida devaluatoria en explosiva. La devaluación devolvería el ratio deuda/PBI al nivel de 2002, cerrando el círculo de la falacia.