Políticas

19/3/1998|577

La ‘Falklands Republic’ de Menem, Alfonsín y el Chacho

Informaciones que han aparecido en las últimas semanas dan cuenta de una activa negociación secreta entre las diplomadas ar­gentina y británica. Según Lucio García del Solar, ex embajador ante la ONU “El tema real de las conversaciones de París ver­saría acerca de las formas de resolver la disputa de soberanía (sobre las islas) (…) una gestión que confirma la política co­menzada en Chevening (donde) nuestro canciller (…) propuso una solución basa­da en la soberanía compartida” (Clarín, 12/3). Los lectores de Prensa Obrera recorda­rán que en esa ocasión (enero de 1997) caracterizamos a la ‘soberanía compartida’ como “la definitiva privatización de las Malvinas” (Prensa Obrera N° 526,16/1/97). La ‘soberanía compartida’ liquida los re­clamos argentinos sobre las islas.


Un documento redactado conjuntamente por el argentino Conrado Etchebame y el inglés Alistair Forsyth, dos ‘allegados’ de sus respectivas cancillerías, confirma lo di­cho por García del Solar. En el se describe detalladamente qué significaría “la sobera­nía compartida entre los dos países”. Primero, la “autonomía total de los kelpers en asuntos internos”, es decir, el mantenimiento de la administración colo­nial. Segundo, la defensa y las relaciones exteriores serían ‘compartidas’ con la ‘salvedad’de que la defensa efectiva de las islas continuará entonces en manos británi­cas. La ‘cooperación’ del ejército argentino con el ocupante británico ya fue asegurada el año pasado por Balza durante su visita a Londres y está tomando cuerpo en una serie de ‘misiones de paz’ y ‘ejercicios conjun­tos’ bajo la cubierta de los ‘cascos azules’ de la ONU, el más reciente de los cuales se realiza estos días en Campo de Mayo.


La ‘soberanía compartida’ significa también que “este arreglo sería tomado como un ‘acuerdo final’ sobre la disputa y tanto Gran Bretaña como la Argentina y las islas actuarán ‘de aquí en más como si el reclamo hubiera sido laudado’…” (todas las citas del documento son de Clarín, 9/3).


En noviembre próximo, en Londres, Menem y Blair lanzarán con bombos y platillos una licitación conjunta para la explotación petrolera en la llamada ‘zona de coopera­ción’, ubicada al sudoeste de Malvinas, para la cúal Argentina aporta 10.000 kilómetros cuadrados de aguas indiscutiblemente nacio­nales y Gran Bretaña un área similar de aguas en disputa. El reparto de las regalías que se paguen equivale a reconocer a Gran Bretaña como titular legítimo de esas aguas ‘disputados’. Bajo la amenaza de los pulpos petroleros de reducir sus inversiones en Ar­gentina, el gobierno menemista fue todavía más lejos, pues consintió, sin ninguna protes­ta, la licitación petrolera unilateral convoca­da en 1995 por el gobierno ‘kélper’ en las aguas al noreste de Malvinas. La cancillería británica no ahorró una sola palabra cuando dijo que esta licitación significaba “un ejer­cicio unilateral de soberanía por parte del Consejo de las Falklands”.


El reparto de las regalías le dará a los ‘helpers’ la autonomía financiera. Por eso, hace ya tiempo, el Financial Times sostenía que “el hallazgo de gas o petróleo en tomo a Malvinas servirá para enterrar las aspiraciones de Argentina para con­trolar las islas” (4/10/95). No es un hecho menor que en el ya mencionado documento, Etchegoyen y Forsyth se refieran a tres ‘suje­tos políticos’: Gran Bretaña, Argentina, y “las islas”, a las que se les concede el status de ‘parte’ en un pie de igualdad a esos dos Estados. También en la reunión de Londres de 1997 participaron el gobernador colonial de las ‘Falklands’ y varios representantes de su ‘Consejo de gobierno’. Como ya diji­mos entonces, “la ‘soberanía compartida’ es lo más próximo a la autodetermina­ción ‘nacional’ de los actuales habitan­tes de las Malvinas” (Prensa Obrera, n° 526, 16/1/97).


Los ‘kelpers’, sin embargo, no quieren ‘compartir* ninguna ‘soberanía’ y recla­man la formal renuncia de Argentina a sus derechos sobre las Malvinas. El primer mi­nistro inglés, el laborista Tony Blair, declaró públicamente en enero que “los habitantes de las islas no quieren la soberanía com­partida y en estas circunstancias está descartado que acordemos la soberanía conjunta” (Página /12,3/1). Pero a pesar de estas palabras, las negociaciones secretas sobre la ‘soberanía compartida’ continua­ron, lo que significa que el inglés está utili­zando el espantajo de los kelpers para obte­ner mayores concesiones del menemismo, tanto en las islas como en el continente.


Una ‘política de Estado


La ‘oposición’ aliancista y el ‘naciona­lista’ Eircbxier —que armaron un verdadero escándalo patriotero para reclamar unos cuantos kilómetros de Hielos Continentales en litigio con Chile— se han llamado a riguro­so silencio ante este descarado cercenamien­to del territorio, a pesar de que implica una grosera violación de la Constitución, que reivindica la soberanía plena sobre las Malvi­nas. No sólo eso. A principios de 1997, el radical Raúl Aleonada Sempé declaró que “el radicalismo no se opone a que la bande­ra nacional pudiera ondear en las islas junto a otras” (La Nación, 4/1/97). La con­ducta de la ‘oposición’ es tanto más signifi­cativa cuando toda la prensa indica que la manipulación del asunto por el menemismo serviría para impulsar la ‘re-reelección’ del riojano.


La razón del apoyo de la UCR, el Frepaso y Kirchner a la definitiva entrega de las Malvinas se explica sencillamente: no sólo los Estados Unidos y el capital financiero inter­nacional sino también los pulpos petroleros y pesqueros argentinos, los Macri, los Techint, los especuladores bursátiles con las acciones de YPF y el capital financiero local —es decir, la clase social a la que sirven esos ‘oposito­res’ están a muerte con la política mene­mista porque les asegura un lugar en las licitaciones.


La entrega nacional se ha convertido en una ‘política de Estado’ de ‘opositores’ y oficialistas.