La ‘Falklands Republic’ de Menem, Alfonsín y el Chacho
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Informaciones que han aparecido en las últimas semanas dan cuenta de una activa negociación secreta entre las diplomadas argentina y británica. Según Lucio García del Solar, ex embajador ante la ONU “El tema real de las conversaciones de París versaría acerca de las formas de resolver la disputa de soberanía (sobre las islas) (…) una gestión que confirma la política comenzada en Chevening (donde) nuestro canciller (…) propuso una solución basada en la soberanía compartida” (Clarín, 12/3). Los lectores de Prensa Obrera recordarán que en esa ocasión (enero de 1997) caracterizamos a la ‘soberanía compartida’ como “la definitiva privatización de las Malvinas” (Prensa Obrera N° 526,16/1/97). La ‘soberanía compartida’ liquida los reclamos argentinos sobre las islas.
Un documento redactado conjuntamente por el argentino Conrado Etchebame y el inglés Alistair Forsyth, dos ‘allegados’ de sus respectivas cancillerías, confirma lo dicho por García del Solar. En el se describe detalladamente qué significaría “la soberanía compartida entre los dos países”. Primero, la “autonomía total de los kelpers en asuntos internos”, es decir, el mantenimiento de la administración colonial. Segundo, la defensa y las relaciones exteriores serían ‘compartidas’ con la ‘salvedad’de que la defensa efectiva de las islas continuará entonces en manos británicas. La ‘cooperación’ del ejército argentino con el ocupante británico ya fue asegurada el año pasado por Balza durante su visita a Londres y está tomando cuerpo en una serie de ‘misiones de paz’ y ‘ejercicios conjuntos’ bajo la cubierta de los ‘cascos azules’ de la ONU, el más reciente de los cuales se realiza estos días en Campo de Mayo.
La ‘soberanía compartida’ significa también que “este arreglo sería tomado como un ‘acuerdo final’ sobre la disputa y tanto Gran Bretaña como la Argentina y las islas actuarán ‘de aquí en más como si el reclamo hubiera sido laudado’…” (todas las citas del documento son de Clarín, 9/3).
En noviembre próximo, en Londres, Menem y Blair lanzarán con bombos y platillos una licitación conjunta para la explotación petrolera en la llamada ‘zona de cooperación’, ubicada al sudoeste de Malvinas, para la cúal Argentina aporta 10.000 kilómetros cuadrados de aguas indiscutiblemente nacionales y Gran Bretaña un área similar de aguas en disputa. El reparto de las regalías que se paguen equivale a reconocer a Gran Bretaña como titular legítimo de esas aguas ‘disputados’. Bajo la amenaza de los pulpos petroleros de reducir sus inversiones en Argentina, el gobierno menemista fue todavía más lejos, pues consintió, sin ninguna protesta, la licitación petrolera unilateral convocada en 1995 por el gobierno ‘kélper’ en las aguas al noreste de Malvinas. La cancillería británica no ahorró una sola palabra cuando dijo que esta licitación significaba “un ejercicio unilateral de soberanía por parte del Consejo de las Falklands”.
El reparto de las regalías le dará a los ‘helpers’ la autonomía financiera. Por eso, hace ya tiempo, el Financial Times sostenía que “el hallazgo de gas o petróleo en tomo a Malvinas servirá para enterrar las aspiraciones de Argentina para controlar las islas” (4/10/95). No es un hecho menor que en el ya mencionado documento, Etchegoyen y Forsyth se refieran a tres ‘sujetos políticos’: Gran Bretaña, Argentina, y “las islas”, a las que se les concede el status de ‘parte’ en un pie de igualdad a esos dos Estados. También en la reunión de Londres de 1997 participaron el gobernador colonial de las ‘Falklands’ y varios representantes de su ‘Consejo de gobierno’. Como ya dijimos entonces, “la ‘soberanía compartida’ es lo más próximo a la autodeterminación ‘nacional’ de los actuales habitantes de las Malvinas” (Prensa Obrera, n° 526, 16/1/97).
Los ‘kelpers’, sin embargo, no quieren ‘compartir* ninguna ‘soberanía’ y reclaman la formal renuncia de Argentina a sus derechos sobre las Malvinas. El primer ministro inglés, el laborista Tony Blair, declaró públicamente en enero que “los habitantes de las islas no quieren la soberanía compartida y en estas circunstancias está descartado que acordemos la soberanía conjunta” (Página /12,3/1). Pero a pesar de estas palabras, las negociaciones secretas sobre la ‘soberanía compartida’ continuaron, lo que significa que el inglés está utilizando el espantajo de los kelpers para obtener mayores concesiones del menemismo, tanto en las islas como en el continente.
Una ‘política de Estado
La ‘oposición’ aliancista y el ‘nacionalista’ Eircbxier —que armaron un verdadero escándalo patriotero para reclamar unos cuantos kilómetros de Hielos Continentales en litigio con Chile— se han llamado a riguroso silencio ante este descarado cercenamiento del territorio, a pesar de que implica una grosera violación de la Constitución, que reivindica la soberanía plena sobre las Malvinas. No sólo eso. A principios de 1997, el radical Raúl Aleonada Sempé declaró que “el radicalismo no se opone a que la bandera nacional pudiera ondear en las islas junto a otras” (La Nación, 4/1/97). La conducta de la ‘oposición’ es tanto más significativa cuando toda la prensa indica que la manipulación del asunto por el menemismo serviría para impulsar la ‘re-reelección’ del riojano.
La razón del apoyo de la UCR, el Frepaso y Kirchner a la definitiva entrega de las Malvinas se explica sencillamente: no sólo los Estados Unidos y el capital financiero internacional sino también los pulpos petroleros y pesqueros argentinos, los Macri, los Techint, los especuladores bursátiles con las acciones de YPF y el capital financiero local —es decir, la clase social a la que sirven esos ‘opositores’ están a muerte con la política menemista porque les asegura un lugar en las licitaciones.
La entrega nacional se ha convertido en una ‘política de Estado’ de ‘opositores’ y oficialistas.