Políticas

26/9/2022|1654

La guerra de las Paso o el régimen electoral a la carta

Maniobras antidemocráticas.

Dos provincias suspendieron las Paso: Salta y San Juan. En otras dos, Chubut y Catamarca, sus gobernadores impulsaron la misma iniciativa, pero una crisis política en sus propias fuerzas y aún en la oposición radical en el caso de Chubut, hicieron retroceder la iniciativa. Así las cosas, hay nueve provincias que tienen Paso y dieciséis que no. La definición de Schiaretti y sus diputados en el sentido de impulsar la eliminación de las Paso a escala nacional reavivó el debate en el seno del peronismo sobre el tema. Al mismo tiempo desató una ola de pronunciamientos desesperados de Juntos por el Cambio en contra. La última expresión la tuvo Kicillof, que dijo que “es un debate que se está dando”. Por parte del gobernador de la provincia que tiene el 38% de padrón electoral y que siempre vota atada a la elección nacional, sumó presión. En el caso de la provincia de Buenos Aires se suma que no hay balotaje y la suspensión de las Paso determinaría que quien gane la elección aunque sea como primera minoría se queda con la gobernación. Se podría dar que el PJ retenga la Provincia en un escenario de derrota nacional del gobierno.

Alberto Fernández ha dicho que no es su prioridad, pero claro, falta una palabra importante, de quien está por ahora empeñada en otros menesteres como la composición de la Corte y el desarrollo de la causa de Vialidad.

Los votos en Diputados no están para eliminar las Paso, pero siguen las negociaciones y habría un grupo de gobernadores que mandó a redactar un proyecto. La Nación del 25/9 afirma que al FdT le falta un voto en Diputados y dependería de la posición de los liberfachos.

El debate resulta muy peculiar porque la ley de Paso fue impuesta por el peronismo en tiempo de Néstor Kirchner al frente del PJ y rechazada por la derecha tradicional. Hoy son sus defensores a muerte las fuerzas de Juntos por el Cambio y es el peronismo el que debate anularlas. Semejante cambio de roles responde a dos circunstancias políticas que marcan el momento: el peronismo está perdido por lejos en el cuadro actual y la derecha tiene una crisis interna a tres bandas: el larretismo, el sector Bullrich-Macri, y los fachos libertarios que les sacan un importante número de votos y a quienes algunos querrían tentar en una interna. De no haber Paso es presumible una división de los macristas.

La idea de Néstor Kirchner al engendrar la ley de Paso fue reconocer la crisis del peronismo y del radicalismo, el surgimiento de diferentes siglas y frentes provenientes de esas escisiones, y por la vía de la ley lograr dos grandes fuerzas que reformularan el muerto bipartidismo mediante una fuerza progresista que sería el kirchnerismo y otra de centroderecha que serían los demás.

Eso en parte está ocurriendo con la formación de JxC y el FdT, pero no se ha detenido la fragmentación política y por fuera de ambos han surgido los libertarios. De Narváez en 2009 le gana una elección a NK en la provincia de Buenos Aires aliado a Macri y a sectores del peronismo como Felipe Solá, por afuera de su personería del PJ, lo que mueve al expresidente a idear la ley de las Paso. En 2013 se formaba el Frente Renovador de Sergio Massa, otra división del peronismo que operó por afuera del PJ hasta su incorporación al Frente de Todos, como parte de una coalición panperonista. En 2017, Cristina Kirchner le tira la personería electoral del PJ por la cabeza a Randazzo y va por afuera con Unidad Ciudadana rechazando la postura de ir a internas en las Paso del que había sido su ministro del Interior. Como se aprecia, la ley electoral nacida para contener en sus límites a las distintas variantes del peronismo ha tenido una muy relativa viabilidad y no se practica en la mayoría de las provincias del país.

Apuntemos que la ley de Paso, además de establecer las primarias simultáneas y obligatorias, impuso un piso electoral del 1,5% de los votantes para participar de la elección definitiva que se sumó al piso preexistente por el cual hay que obtener un 3% del padrón electoral para consagrar cualquier cargo parlamentario. De manera que como ley electoral se hizo doblemente restrictiva y por tanto antidemocrática.

El debate abierto carece de todo principio alrededor del régimen de partidos políticos. Fue una ley oportunista en función de la crisis del peronismo que viene muy de atrás si vemos que Kirchner fue consagrado presidente a partir de una elección con el 22% de los votos y tres candidaturas peronistas, la de Menem, Kirchner y Rodríguez Saá.

La iniciativa de suspensión de las Paso es, en realidad, escandalosamente oportunista y antidemocrática. Los pisos no son discutidos por ninguna de las fuerzas de la burguesía. Al contrario se ha incorporado en algunos casos la ley de lemas que rige en Santa Cruz, cuna y feudo del kirchnerismo, en Formosa y en Misiones. Ahora, la incorporó San Juan. En otras provincias rigen sistemas igualmente punteriles y antidemocráticos como los acoples tucumanos que recolectan decenas de boletas a un mismo candidato central.

El Partido Obrero estuvo y está en contra de las normas de la ley de Paso no solo por los pisos proscriptivos. Se trata de un principio de intervención del Estado en la designación de los candidatos, externa a la organización política soberana de cada fuerza. Por otra parte, fuerza al electorado a votar en internas de partidos de los que no es parte y en numerosas ocasiones simplemente a convalidar la lista de un partido o coalición que no tiene internas y se presenta con una sola lista de acuerdo previo.

Otro tema de enorme importancia son los parches a la legislación político-electoral que se han ido introduciendo, agravando la privatización de la política mediante el retiro progresivo del financiamiento del Estado a los partidos políticos –que de cualquier manera nunca tuvo la magnitud adecuada ni equidad alguna- en favor del blanqueo del financiamiento por parte de las corporaciones capitalistas. Todo lo cual afecta, por supuesto, a las organizaciones políticas de la clase obrera, carentes de financiamiento alguno. Por ejemplo, entre los actuales candidatos del PRO se están juntando sponsors para lograr los 400 millones de dólares que se estima cuesta una campaña presidencial competitiva. Y esto para fuerzas que ya tienen porciones del aparato del Estado que es usado alevosamente para perpetuarlas en el poder.

Agreguemos que el debate abierto es en función de la suspensión de las Paso para la próxima elección, como se ha hecho en Salta. Es decir que estamos ante maniobras para acentuar el carácter antidemocrático de un régimen electoral, transformándolo en un sistema a la carta, según la ocasión. Otra manifestación de la descomposición del régimen político en su conjunto la expresan los desdoblamientos electorales provinciales que llevan a votar todo el año en alguna parte, además de que una elección presidencial puede tener tres turnos si sumamos el balotaje o segunda vuelta, otro recurso para forzar la voluntad popular. Los desdoblamientos provinciales expresan la desvalorización de las fuerzas políticas como canales de alguna idea nacional de país, para hacer primar en cambio los aparatos asentados en las oligarquías y burguesías locales.

Un gobierno perdido ante una inflación del 100%, de un peronismo que con Massa a la cabeza como “superministro” se basa en una vuelta a las “relaciones carnales” con los EE.UU. -como el menemismo definió a su propia política-, con la subordinación al FMI, a sus “reformas estructurales” y al ajuste, al endeudamiento y a la entrega de todos los recursos estratégicos, apela a una maniobra desesperada con el único objetivo de dividir eventualmente a la oposición.

Ni el Partido Obrero ni el Frente de Izquierda deben prestarse a una maniobra de esta calaña. No podemos votar una disposición de este tipo en el Congreso y, como lo hicimos ante la maniobra de la derecha con la boleta única de papel, sí denunciar al conjunto del régimen electoral al servicio de la dominación de los políticos del capital y del rescate de las fuerzas que han hundido al país a costa de los trabajadores. La lucha por los principios de la democracia política es parte de la lucha por la construcción de un movimiento popular con banderas socialistas, porque solo puede llevarla a término la clase trabajadora como alternativa de poder político.