Políticas

4/11/2010|1153

La herencia laboral

Ante la desaparición del ex presidente, Moyano dijo que desde Perón y Evita, nadie hizo tanto por los trabajadores como él. La CGT, en una costosa solicitada, pretendió un punteo: empleo, derogación de leyes flexibilizadoras, recuperación del salario mínimo vital y móvil, movilidad jubilatoria, asignación por hijo.

El punteo se da de patadas con la realidad de la clase obrera y de los jubilados. El gobierno suplantó la ley laboral nacida de las coimas del Senado por otra que, con justa razón, es llamada “Banelco II” por todo el activismo sindical que piensa y actúa con su cabeza.

En ella se consagra la posibilidad de firmar convenios a la baja con desconocimiento de los derechos adquiridos, en oposición a lo que regía históricamente en las relaciones laborales; establece los regímenes de premios, horarios extendidos, productividad y hasta salario por piezas (ramas camioneras). La Banelco II prolongó la vigencia de los convenios por empresa que son por lo menos un tercio de todos los convenios que se firman. Ella sigue habilitando los convenios “pymes”, con cláusulas a la baja y aportes patronales jubilatorios reducidos en un 50%. Kirchner elevó el techo para calificar como pyme hasta 80 trabajadores, lo que no obstó para que gremios como plásticos lo eleven a 300 compañeros, es decir toda su industria. Hecha la mala ley, también se habilitó su trampa, y es así que entraron como pymes las cooperativas truchas que operan en el pescado en Mar del Plata, al estilo del ex ferrocarril Roca.
La mitad estadística de la clase obrera argentina que gana menos de 2.500 pesos, es decir por debajo de los mínimos de convenios colectivos, está compuesta por todas las variedades de la precarización laboral y por el trabajo en negro. Los nuevos puestos de trabajo, creados como consecuencia de la reactivación económica posterior al colapso de 2001, se basaron en la precarización y la caída del salario real, todavía menor que antes de la devaluación.

Por otro lado, hay una docencia muy mal paga y un Estado lleno de contratados e importes en negro. La miseria salarial y la masa de miles de “ad honorem” llevaron a la docencia universitaria a la huelga general en 2005.

Es falso que se hayan “derogado” las leyes de flexibilidad, ya que sigue vigente el nefasto “recurso de crisis” ideado en los noventa, y conquistas como la estabilidad bancaria arrebatada por el alfonsinismo jamás fueron repuestas, al contrario.

La vuelta de las paritarias se produce en un marco de competencia entre los obreros -de los de contrato indeterminado y los de los contratos basura y en negro. Además, las paritarias fueron fuertemente regimentadas por medio de las leyes de arbitraje y conciliación obligatoria, leyes antihuelga.

Esta orientación social explica la enormidad de las ganancias capitalistas -un récord histórico. Ella llevó al fracaso los intentos iniciales de una corriente puramente kirchnerista y transversal en el movimiento obrero, fogoneada por el “Tío” Cámpora, sobrino del ex presidente, desde el ministerio de Trabajo. La “moyanización” del kirchnerismo y la asimilación del MTA moyanista con la Uocra, el Smata o Andrés Rodríguez de UPCN y hasta como corriente interna de Cavalieri, es un resultado de la alianza estratégica del kirchnerismo con la burguesía nacional, de los Techint, los Benito Roggio, los Repsol, las mineras y las telefónicas, incluso con la patria sojera. Es una política que lejos de llevar “renovación” al movimiento obrero, ha llevado a la virtual desaparición de la CTA. La recuperación de las conquistas de la clase obrera está asociada a la lucha por una nueva dirección.