Sindicales

26/11/2009|1110

La herencia obrera

En la Conferencia Sindical, Altamira recordó a trabajadoras y trabajadores revolucionarios que contribuyeron al patrimonio con que hoy cuenta la clase obrera.

No puedo evitar mencionar, en la persona de mi padre y de mi abuelo, la contribución de generaciones anteriores. Mi abuelo, obrero de los frigoríficos de Zárate, enfrentó los sablazos de los ingleses, junto con sus compañeros, en las primeras décadas del siglo XX. Mi padre, obrero textil de la Hidrófila y Viercamp (fábricas del mismo barrio donde estaba Miluz), durante la década del ’60 fue un delegado combativo, integrante de una agrupación antiburocrática que enfrentó a la burocracia de Framini en la AOT.

Él, subido a un cajón, levantaba a sus compañeros para la huelga. Las reuniones en casa, que “Mendoza es peronista pero más guapo y noble que el del PC, porque no bien se arma, el del PC nos deja a nosotros ir al frente y él retrocede”, las armas en el mueble del comedor, primero de plástico y después de verdad, porque la burocracia no perdonaba si los encontraba haciendo pintadas, la indignación por las bombas de alquitrán que le tiraban en la casa y en la de mis abuelos.

Mi padre creyó toda su vida que lo mejor que podía hacer por mí es que yo estudiara y también se lo agradezco, pero esta herencia que me dejó es la que me ha impulsado a hacer del Partido Obrero mi casa, la de mis hijos y la de mis nietos. Es decir, abrió el futuro. De acción y de ideas, propiedad de toda nuestra clase social.

Vaya mi homenaje y agradecimiento, también, a esas generaciones obreras.