Políticas

14/8/2008|1051

La Iglesia, entregadora de bebés nacidos en cautiverio

El Movimiento Familiar Cristiano (MFC), laicos de la Iglesia Católica, fue "uno de los vehículos utilizado para lograr adopciones de hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio en Campo de Mayo" (Crítica, 31/7). Las Abuelas informaron que en el hospital del cuartel se hallaron partidas de nacimiento y que en la Secretaría del Menor "aparecieron escondidas decenas de fichas de adopciones favorecidas por el MFC".

El juzgado de Jorge Ballesteros, a su vez, encontró en la sede del MFC fichas de bebés inscriptos con nombre falso en hospitales y "por lo menos otras seis" sin ningún dato. Una tal señora Link recibía a los adoptantes y a los bebés secuestrados y hacía los registros "con los datos de ingresos de bebés y de los adoptantes". Este "entramado que permitía ‘el blanqueo’ de los chicos nacidos en cautiverio" se confirmó a partir de la recuperación de Belén Altamiranda Taranto, hija de militantes del PRT. Belén nació en Campo de Mayo y tenía tres meses cuando "el MFC la entregó en adopción a una familia".

El personal judicial que "fue" a la sede del MFC -¿la allanaron o qué?- "no imaginaban que del otro lado lo esperaba la confirmación de lo que venía investigando desde hace años": que el MFC era "una especie de agencia de adopción para familias civiles y militares". ¿Cuál es la sorpresa? La causa para determinar el destino de no menos de veinte bebés nacidos en Campo de Mayo comenzó en 1999. Médicos y enfermeras confirmaron que traían embarazadas -todas están desaparecidas- desde otras cárceles clandestinas, que parían encadenadas y encapuchadas. También que el actual obispo Federico Gogala iba a la maternidad y presenció algunos partos. Que había monjas de la congregación Cristo Rey. "La sospecha de la participación de la Iglesia en la apropiación de niños en Campo de Mayo no es para nada descabellada", afirmó Luciano Hazan, abogado de Abuelas (Página/12, 14/10/07).

Ballesteros no interrogó ni a Gogala, ni a las monjas, ni a los responsables del MFC. Si lo hiciera, tal vez volvería a sorprenderse. Actualmente, el MFC se ocupa de facilitar trámites de adopción y garantizar la catadura moral de los adoptantes. Pero, además, tiene chicos en guarda. Se los entrega la Justicia para que los alberguen en sus Hogares de Belén (hay en todo el país) hasta que "se resuelve la situación legal".

Según el MFC, ofrecieron "ese servicio" por primera vez a los Juzgados de Menores de Rosario, en 1982. EL MFC oculta que el vínculo con el bebé es previo a la intervención judicial, algo de lo que se jactan en los Encuentros de Mujeres las militantes de los Hogares de Belén (cuya presencia en los Encuentros es impuesta en nombre de la "democracia"). En Jujuy, decían "haber convencido" a 6.000 mujeres "pobres o solas" para que no abortaran y les entregaran sus hijos. Después, los adoptaban "familias bien". Más claro: el MFC se apodera del bebé de la madre "pobre o sola", arregla con el juez que le dé la guarda, ubica la familia "bien" adoptante, y el juzgado autoriza la adopción. ¿No es un circuito impecable de apropiación y tráfico de hijos de mujeres "pobres o solas", con aval judicial? Baseotto no lo hubiera hecho mejor. Cuánto reciben las arcas de la Iglesia por los servicios del MFC lo ignoramos, pero otra organización católica similar, que también tiene hogares de guarda, le pidió a una adoptante "entre gastos, trámites y donaciones, más o menos 15.000 dólares".

Ayer, asociados a la dictadura para robar hijos de desaparecidas. Hoy, asociados a los jueces para robar hijos de mujeres pobres. Robar niños y lucrar con ellos es una vocación estructural de la Iglesia. El Estado encubre y subsidia a los esclavistas eclesiásticos.

Olga Cristóbal