Políticas

28/6/2007|998

La indecencia de la primera dama

La virtual candidata presidencial Cristina Fernández de Kirchner viajó a la OIT para “exhibir las bondades y éxitos del plan de empleo decente del gobierno”, de acuerdo a las palabras del chileno Somavía, referente del sindicalismo amarillo del flexibilizado país hermano.


La primera dama pudo mostrar cifras calentitas, recién salidas del horno, que ubican “sólo” en el 41,9% el trabajo en negro. Más allá de la repugnacia que esto pueda causar, tampoco es cierto, porque la encuesta del Indec no mide el trabajo en negro del área rural, que supera, igual que en la construcción, el 60% (Clarín, 18/6).


El trabajo negro, además, es del 60% entre los menores de 24 años y del 45% entre los mayores de 60. Por supuesto, golpea más a las mujeres que a los hombres. Pero falta todavía más, porque en las zonas rurales el 8% de los niños menores de 13 años y un tercio de los chicos de 14 a 17 años trabajan de esa manera (La Nación, Suplemento Económico, 16/6).


Pero la dama, alojada en el Spa La Reserve, de Ginebra, a razón 1.800 dólares diarios la suite, no fue sola a defender tanta “decencia”. La acompañaron Gerardo Martínez y Omar “Caballo” Suárez.


El primero es el líder de la mafia de las coimas de la Uocra, la burocracia sindical más filmada pidiendo retornos, precisamente para hacer la vista gorda sobre dos temas: violaciones a la seguridad en obra y trabajo en negro.


El segundo, secretario de los marítimos del Somu, mientras volaba con la futura Presidenta, exactamente a esa hora, enviaba una patota de Muhamads que dejó diez heridos entre los jóvenes del Casino que defendían con la lucha su convenio y su Cuerpo de Delegados. Ex riquista y seineldinista, más tarde menemista, el “Caballo” pactó con el empresario pingüino Cristóbal López la zona liberada para atacar a los jóvenes casineros.


Este tejido de la futura Presidenta fue armado el 23 de mayo en una reunión en Olivos del 23 de mayo con Gerardo Martínez e incluyó, una vez más, la negativa a otorgar la personería gremial a la CTA, tema en el que la Fernández aguantó a pie juntillas la presión internacional.


La negativa al reconocimiento de la CTA es más irrelevante que nunca, porque Yasky le ganó a toda la burocracia sindical en el papel de bombero de los docentes, del neumático y de los estatales.


El valor que tiene es que muestra las cartas de la futura Presidenta. Gobernará con todas las fracciones de la burocracia, incluidos los gordos, o especialmente con ellos. Le pasará la esponja a la “megacausa” de la malversación de los fondos del Banco Mundial para las obras sociales y garantizará la “paz social” mediante un “diálogo social” que garantice los topes salariales y el edificio de la flexibilidad laboral.