La inseguridad viene del corazón del Estado

Consejo de Redacción de Prensa Obrera


El debate suscitado por las revelaciones del programa “Periodismo Para Todos” en torno del “negocio” de la efedrina zanja el debate sobre la inseguridad ciudadana. Cualesquiera sea el grado de énfasis que se coloque en las responsabilidades de uno u otro funcionario, nadie puede poner en duda que la inseguridad proviene del corazón del Estado, es decir de sus camarillas políticas, de la compra de jueces, de servicios de inteligencia que actúan entrelazados con el delito organizado.


 


El escándalo en el que aparece involucrado Aníbal Fernández no es novedoso, no ha develado casi nada que no se supiera, pero ha confirmado un dato: el ingreso de precursores para elaborar drogas contó con la complicidad oficial.


 


Como se recordará, Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, importadores de efedrina para carteles mexicanos de la droga (la efedrina se usa para elaborar metanfetaminas), contribuyeron con 100 mil dólares a la campaña presidencial de CFK en 2007 y aparecieron masacrados a tiros el 13 de agosto de 2008 en un zanjón de General Rodríguez, a 650 metros de la ruta 24. Por esos asesinatos sólo fueron condenados cuatro sicarios, y ahora Martín Lanatta, uno de los condenados por el asesinato, dice que la orden directa de matar a aquellos tres la dio Aníbal Fernández, quien sería “La Morsa” que reiteradamente aparece en las escuchas telefónicas judiciales hechas por aquel caso “El negocio del tráfico de efedrina se lo quedó él con gente de inteligencia…”, denunció el sicario.


 


Según el jefe de Gabinete, la denuncia fue financiada con “una millonada que pusieron mis contrincantes en la interna del Frente para la Victoria” (La Nación, 8/8) -es decir Julián Domínguez. En cualquier caso, el tema de la droga, en la cual nadie puede tirar la primera piedra, se ha colado en la campaña electoral. Por ahora agita las aguas de la interna del oficialismo, pero no se debe olvidar que varios de los que aceitaron los canales por los que transitó la efedrina hoy revistan en las filas de la oposición. Elisa Carrió acaba de romper otro vidrio en la ya vapuleada interna de Cambiemos y recordó que Aníbal Fernández es amigo de Guillermo Montenegro, ministro de Macri en la Ciudad de Buenos Aires. No sería extraño: después de todo, Forza tenía contactos aceitados en Drogas Peligrosas de la Federal, donde supo ser mandamás el criminal Jorge “Fino” Palacios, policía favorito del jefe de PRO.


 


 


 


Para qué sirvió la reforma de la Side


 


Todos los que hablan de “la lucha contra el narcotráfico”, de sellar las fronteras, poner radares y hasta derribar aviones no identificados, saben ahora que el corazón del problema no pasa por allí. En escaso tiempo se ha puesto en ridículo la supuesta reforma o limpieza de la Side a cargo de este gobierno o la que podrían producir los opositores que han gobernado con estos mismos “servicios”. Mejor que los radares los pongan en la Casa Rosada, en la Casa de Gobierno en La Plata, en los despachos de la gobernación santafecina, en el Departamento Central de Policía y en varios juzgados.


 


Apertura de los archivos de la Side, urgente interpelación a Aníbal Fernández y a todo el gabinete por el triple crimen, por la muerte no esclarecida del fiscal Nisman, por el Proyecto X y por todos los crímenes de Estado de la última década. Una lucha contra la droga no podría soslayar la apertura de los libros de los bancos, que son el núcleo vital del comercio ilegal de este tipo de sustancias; la organización de la juventud para reclamar por su situación y, fundamentalmente, exigir que se cumpla el derecho al trabajo.


 


Desarrollar al Frente de Izquierda es el mejor antídoto contra esta descomposición asqueante.