Políticas

26/10/2018

La insólita alianza sin principios de “feministas” con el Vaticano

En las últimas horas se oficializó un frente político entre un representante directo del Vaticano en la Argentina con militantes autodefinidas como “feministas” que dicen defender los derechos de la mujer. Si bien es cierto que algunos refranes podrían no ser estrictamente rigurosos ya que muchas veces apuntan a generalidades de carácter amplio, también es verdad que algunas veces dan en el clavo como si Guillermo Tell hubiera apuntado su flecha hacia una manzana. Este es el caso de la frase: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, que se aplica con exactitud a la alianza de los kirchneristas vergonzantes de Patria Grande (la versión electoral de la agrupación de raigambre estudiantil cuyo referente es el ¿ex-bolivariano? Itaí Hagman) con el kirchnerista no tan vergonzante y embajador papal Juan Grabois. Grabois, dirigente de la CTEP, es un embajador con cargo (es consultor del “Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano”) de la reaccionaria Iglesia católica y férreo opositor a la legalización del aborto seguro y gratuito. Si bien Patria Grande se dividió recientemente en dos fracciones, ambas reivindican el frente con el dirigente papal.


El oportunismo de Patria Grande, a esta altura, no sorprende. Sus referentes participaron de las enormes movilizaciones populares a cuya cabeza se puso el movimiento de la mujer en defensa del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Esas referentes hoy borraron con el codo lo que habían escrito con la mano y en nombre del “frente amplio antimacrista” unieron fuerzas con los enemigos de sus derechos. Hay que recordar que la Iglesia católica organizó manifestaciones en contra de la legalización del aborto, hizo lobby en el Congreso para que no se apruebe y es abiertamente hostil a los derechos de las mujeres. Patria Grande, hace tan poco como el 8 de agosto, decía enfrentar los embates de la Iglesia y hoy, pocos meses después, converge con su representante en una alianza política.


Las “feministas” papales no podrían acusar desconocimiento de las implicancias de su alianza: tan temprano como en 2004 Jorge Bergoglio, entonces Arzobispo de Buenos Aires, desplegó una campaña de censura contra la exposición retrospectiva del artista León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, que incluyó oraciones colectivas en Plaza de Mayo y rotura de obras de arte por parte de algunos de sus feligreses. Más recientemente, en 2010 Bergoglio calificó a la ley de matrimonio igualitario como parte de un complot que tenía la “pretensión de destruir el plan de Dios” y que era parte de “una 'movida' del Padre de la Mentira (en referencia al Diablo) que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios” y llamó a una “guerra de Dios” para enfrentar la ley, que fue finalmente aprobada luego de años de movilización por el derecho de la comunidad LGBT. Este mismo año y al calor de la movilización por la legalización del aborto, el Papa conocido como Francisco dijo: “Es lo que hacían los nazis, pero con guantes blancos”. Y también: “Hoy duele decirlo. Se habla de familias diversificadas, de distintos tipos de familia. Sí, es verdad que la palabra familia es análoga: hay familias de estrellas, de árboles, de los animales. Pero la familia, imagen de Dios, hombre y mujer, es una sola”. Sobre este reaccionario monarca de un estado teocrático, patriarcal y machista, Juan Grabois dijo que “está a la izquierda del Partido Obrero”. Evidentemente, Grabois tiene deficiencias graves en su sistema de categorías. En estos momentos, la Iglesia juega un papel preponderante de ´contención social´ frente al ajuste, en alianza con la burocracia sindical, como se plasmó en la misa del 20 en Luján, junto a Moyano y la primera plana de los intendentes K. Esta ´misión piadosa´ fue la moneda de cambio que jugó Bergoglio desde el Vaticano para sepultar el proyecto de aborto legal en el Senado.


La alianza de las así llamadas “feministas” con el representante del monarca reaccionario del Vaticano produjo un debate en las filas del movimiento de la mujer, que mostró rechazos a este enfoque oportunista y claudicador de manera abierta. Un debate que ya surcaba este movimiento cuando, por ejemplo, la diputada Silvia Lospenatto votó a favor de la legalización del aborto, pero cuyo énfasis fue descomunal a la hora de levantar la mano por la reforma previsional que promueve el saqueo de los jubilados y, en las últimas horas, el presupuesto de hambre y de ajuste dictado por el Fondo Monetario Internacional. La delimitación de las variantes oportunistas en el movimiento de la mujer es un requisito insoslayable a la hora de continuar la lucha por el derecho al aborto seguro y gratuito, contra el patriarcado y por todos los derechos.


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