Políticas

3/3/2020

La Izquierda Diario contra el Polo Obrero

En una nota destinada a responder el posicionamiento de Altamira respecto a los privilegios previsionales de los jueces, Guillo Pistonesi, dirigente del PTS, la emprende contra el movimiento piquetero. Sostiene lo siguiente:


“Fue Altamira como máximo dirigente del Partido Obrero el que llevó a esa organización a una creciente política de distribución de los planes sociales del Estado en una forma cuasi clientelar. En ese viraje (que permitió -y permite- reemplazar la faltante de militantes con personas en situación de necesidad) Altamira llegó a ‘teorizar’ sobre un denominado ‘sujeto piquetero’ que vendría a reemplazar a la clase obrera como cuando tituló ‘Nito Artaza es piquetero’”.


La intervención no tiene desperdicio. El PTS se ha caracterizado por estar totalmente ajeno a las grandes luchas contra el hambre que movilizaron a cientos de miles de compañeros en todo el país desde la emergencia del movimiento piquetero allá en los ‘90 en Cutral Co y Mosconi y, también, a la lucha política por la defensa de la independencia del movimiento piquetero frente a las variantes del triunvirato papal, que jugaron un rol de contención clave para evitar el desarrollo de puebladas bajo el macrismo.


Esta ausencia es un enorme factor de retraso político. El movimiento piquetero en la Argentina es un factor político de primer orden. El protagonismo del movimiento piquetero desde su surgimiento en grandes puebladas y luego en el Argentinazo del 2001 desvela hasta hoy a todas las variantes políticas del régimen. En las Asambleas Nacionales de Trabajadores del 2001 en adelante, se discutió el programa político avanzado de reorganización social para que la crisis la paguen los capitalistas. Luego, el corte del Puente Pueyrredón y la posterior represión de Duhalde y el asesinato de Kosteki y Santillán crearon una crisis política que terminó desencadenando el adelanto de las elecciones. El PTS estuvo ausente de todo este proceso de luchas.


Para la burguesía, el control político de la calle y la contención para evitar las rebeliones populares contra el hambre es una cuestión de Estado. Por eso, la cuestión del hambre en la Argentina se discute en los despachos papales y en las sedes del FMI y el Banco Mundial, además de ser materia de debate en todo el régimen político patronal.


Por eso también, incluso Macri firmó la paz social con el triunvirato piquetero mediante la ley de emergencia social de 2016, alimentando a las organizaciones vinculadas al vaticano para que garantizaran el trabajo sucio de contener las movilizaciones de masas de las barriadas más explotadas del país durante el macrismo.


Frente a esa situación, el Polo Obrero dio una enorme lucha política. Recientemente el Frente de Lucha que impulsa el Polo Obrero acaba de protagonizar, el 11 de febrero, la primera gran movilización piquetera contra el gobierno de Fernández, quebrando la política de paz social del triunvirato y la burocracia sindical.  El Frente de Lucha puso en las calles la lucha contra el hambre, con planteos políticos precisos y avanzados: realizó dos importantísimos plenarios piqueteros para impulsar la independencia política del movimiento frente a la política de contención del triunvirato. Contra la convivencia con Macri, planteó y defendió publicamente un plan de lucha de todo el movimiento obrero para quebrar en la calle el plan de ajuste de Macri y los Gobernadores. De toda esta lucha el PTS, nuevamente, estuvo ausente.


El Polo no sólo lucha por trabajo, sino por los reclamos populares más sentidos: organiza las barriadas de Córdoba por la vivienda, los pueblos del Chaco por los reclamos de las comunidades indígenas o ha sido  incansable en el apoyo luchas obreras como Kimberly Clark, Interpack o las luchas del Sutna. El Polo lucha contra los despidos y por el salario como parte de un programa, planteando la prohibición de los despidos, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, el seguro al desocupado igual al salario mínimo vital y móvil y, transicionalmente, la reivindicación de la apertura irrestricta de los programas sociales, una medida que tendería a terminar con el punterismo de los intendentes y las organizaciones del triunvirato Vaticano.


La militancia del Polo Obrero se ha caracterizado por una gran politización. El mayor ejemplo, por supuesto, es cómo el Polo puso en las calles en la Argentina la lucha contra el golpe de Estado en Bolivia, impulsando grandes movilizaciones en todo el país, especialmente en la embajada de Bolivia y recientemente al consulado boliviano y chileno en Mendoza. Las compañeras de las barriadas del Polo enfrentan todos los días la violencia de género y han estado en muchos casos en la vanguardia de la lucha por el aborto legal.


Contra la chicana de la organización “cuasi clientelar”, el Polo Obrero se organiza en asambleas con los métodos del clasismo, con la elección de delegados revocables en cada barrio y el control colectivo de las conquistas.



El PTS y Altamira


El reclamo del PTS a Altamira es sintomático. Porque el PTS se caracterizó siempre, por ignorar al movimiento piquetero. Pero ahora, quien corre por derecha al PTS es el mismo Altamira, que reclama en contra de haber votado una ley de emergencia alimentaria que significaba un aumento importante en la asistencia a los comedores populares, en un marco en el cual, durante el día de la sesión, el Polo Obrero acampaba en la 9 de julio por los reclamos de los compañeros. Es que Altamira, en su etapa de declive político que coincide con su rupturismo, se caracterizó por ignorar y menospreciar totalmente la lucha del movimiento piquetero a tal punto de no haberse pronunciado nunca en favor de los reclamos del Polo Obrero en los últimos años. Incluso teorizó en forma denigrante sobre las características de tener tres generaciones de desocupados.


La idea fundamental tras este rechazo es la idea totalmente reaccionaria de que el Partido Obrero reemplaza, como dice Guillo “la faltante de militantes con personas en situación de necesidad”. ¡No tiene desperdicio! Los militantes, para Pistonesi, no tendrían que estar “en situación de necesidad”. O sea, deben provenir de la pequeñaburguesía. ¿Y los obreros, cuando defienden un sindicato combativo, no lo hacen por su “situación de necesidad” en lo que hace al salario o las condiciones de trabajo? La base de la revolución social es que las masas se encuentran en “situación de necesidad” ¡Si no, por qué luchar por el socialismo! La Izquierda Diario bate récords de visitas denunciando el hambre de las comunidades wichi, pero no mueve un dedo para ganarlos formar una organización capaz de quebrar la política que los condena a la miseria. Este sería el verdadero paso revolucionario, porque así los compañeros pasan de ser víctimas del hambre a ser el sujeto de la lucha por salir de la miseria, con los métodos históricos del movimiento obrero.


Para el movimiento obrero ocupado, el movimiento piquetero representa un límite objetivo al uso del ejército de desocupados para presionar en favor de la baja del salario.


Pistonesi sostiene que en el Partido Obrero se caracteriza por “una creciente política de distribución de los planes sociales del Estado”. No sabe de lo que habla. ¡Para poder “distribuir” los planes (en asambleas) primero hay que conquistarlos! Esto implica empadronar, convocar asambleas, entusiasmar con una perspectiva de movilización a hombres y mujeres golpeados y desmoralizados por la bancarrota capitalista y la descomposición social. Luego, ir a la lucha, para lo cual es necesario conquistar las finanzas necesarias para sostener las medidas de fuerza, enfrentar, primero, las amenazas de los punteros o los intendentes, después, a la policía, la represión o el ataque de los medios. Las movilizaciones piqueteras no se arman por twitter. Y al final, aguantar las derrotas o los largos meses de movilizaciones sin respuestas, junto a los compañeros que sufren las situaciones más dramáticas. Todas estas tareas implican organizar en forma militante a miles de compañeros por una perspectiva de combate contra el Estado, discutir un programa, formar cuadros y dirigentes barriales. Es una militancia descomunal que el Polo Obrero y las organizaciones independientes desarrollan en todo el país. En este caso, denigrada por una organización a la cual pareciera que el hambre de millones de compañeros le resultara una abstracción sociológica y no una realidad cotidiana de carne y hueso que hay que luchar para superar.