Políticas

8/5/1997|538

La izquierda no dió respuestas

El acto de la izquierda del 1º de Mayo pasado, sin llegar, ni de lejos, a ser multitudinario, fue superior en términos numéricos a los realizados en los últimos cuatro o cinco años. Es decir que por la Plaza también pasó el ascenso de luchas y el despertar político de nuevos trabajadores, que se manifiesta en el conjunto del país. Se reflejó, hasta un cierto punto, la tendencia hacia la izquierda que se puso en evidencia junto con el derrumbe del ‘plan Cavallo’. Este hecho debe llamar la atención, porque la mayoría de las organizaciones convocantes se encuentra en un franco retroceso, tanto en el plano organizativo o de reclutamiento como también de ideas y programas. Es decir que cuando un proceso de movilización comienza a agitar a un número creciente de trabajadores, no desfallece en el afán de encontrar un canal de expresión.


Pero es precisamente por esto que el acto fracasó en su cometido esencial —el dar una salida política a los trabajadores movilizados. Los planteamientos que partieron de la tribuna fueron tan heterogéneos, que es lícito preguntarse por qué los convocantes decidieron realizar un acto en común. Los planteos originales de la convocatoria al acto, cuyo texto, significativamente, sólo fue repartido por el Partido Obrero, fueron dejados de lado en la forma y en el fondo. La mayor parte de los oradores se esforzó para que las conclusiones de sus discursos subrayaran las diferencias ideológicas o de cualquier tipo, en especial estas últimas, no la posibilidad de salidas de conjunto. El PO, en cambio, produjo una declaración política para ser distribuída en el acto, con la manifiesta finalidad de volver a presentar sus planteos frentistas y el programa.


La posición política de la izquierda la coloca en un callejón sin salida. A partir de lo que se dijo y escuchó el 1º, esta izquierda no está en condiciones de protagonizar un papel político eficaz en la próxima etapa.


No al movimiento obrero


El 1º se perdió una oportunidad para dar un primer paso en la unidad de las organizaciones obreras combativas, partidistas y no partidistas. La mayoría de los partidos convocantes se negó a que el lugar protagónico del acto lo jugaran las organizaciones de fábrica o sindicales que promovieron las principales luchas de los últimos meses. No se aceptó que hicieran uso de la palabra la lista blanca de Ciadea, mayoritaria en la planta; los delegados de Transportes del Oeste; la Corporación del Sur; el sindicato de Fiat o el bloque docente que se opuso al levantamiento de la huelga reciente en Neuquén. Solamente se admitió que sus adhesiones pudieran ser leídas, y esto si la lectura estaba a cargo de algún locutor oficial del acto. En el caso de Ciadea, el locutor omitió leer las tres cuartas partes del comunicado.


En lugar de dar la palabra a las organizaciones en lucha, la mayoría de los izquierdistas convocantes decidió que era mejor que hablaran sus afiliados ‘obreros’. Así fue que apareció un representante ‘trucho’ de los Astilleros Río Santiago y un ‘sin tierra’ brasileño que no habló de la lucha de los ‘sin tierra’ de su país. Con estos‘oradores’, quedaron satisfechas las ansias ‘representativas’ del Pts y del Pc, respectivamente.


Incluso más grave, si cabe, es que en el caso de Fiat, se reemplazó la posibilidad de que hablara su organización de fábrica por un delegado despedido que lo hizo a título individual, de manera que no importaba como orador de un acto que pretendía convocar a organizaciones en lucha. En el caso de Neuquén, vino otro representante individual, miembro de la actual directiva docente, el que aunque se opuso al levantamiento de la huelga, apoya el acta que esta directiva suscribió con Sapag. La impostura no podría haber sido más completa. Estos oradores fueron designados para satisfacer la ‘representación’ del Mas y del Mst, respectivamente.


Dado el rechazo a que hablaran las organizaciones obreras combativas, no se entiende por qué tuvieron que cerrar el acto los llamados ‘oradores sindicales’. Fue un gesto de pura demagogia y un tributo a las características con que había sido concebido el acto, originalmente.


Toda esta farsa importa menos que la oportunidad sin precedentes que se dejó pasar, de establecer el principio de la acción común de las organizaciones obreras combativas, sean de partido o no sean de partido. Tal unidad hubiera servido para desarrollar la conciencia de clase de las organizaciones no partidistas y para romper el aislamiento pequeño burgués de la izquierda democratizante. Esa acción común es una respuesta a la bancarrota del MTA y de la CTA, en su pretendida oposición a la burocracia cegetista, porque apunta a construir un movimiento obrero políticamente independiente de la burguesía y de toda suerte de aparatos antiobreros.


El fracaso del intento realizado para el 1º de Mayo, deja en pie la tarea de luchar por la unidad de las organizaciones obreras combativas, partidistas y no partidistas, como un paso para resolver la necesidad de una dirección propia y consecuente para la clase obrera.


El ‘único camino’


La reciente lucha de Cutral Co fue usada en el acto para proclamar al Cutralcazo como el ‘único camino’. A ninguno de los verborrágicos oradores que se apropiaron del slogan, se les pasó por la cabeza que tanto el primero como el segundo Cutralcazo fueron derrotados, de modo similar a lo que ocurrió con el Santiagueñazo. Caracteriza al demagogo la apropiación literaria de las luchas del pueblo; nunca se le ocurre esforzarse para señalar cómo podrían superarse las limitaciones que impiden, incluso a las grandes luchas, alcanzar la victoria. Desde 1993 han habido numerosas puebladas, pero es indudable que aún no ha madurado una tendencia de conjunto de las masas en dirección a un levantamiento o movimiento de alcance nacional y cabalmente consciente; para que esto ocurra aún queda por delante una enorme tarea de esclarecimiento, de lucha ideológica, de organización —o sea, el desarrollo en la lucha y a través de ella de una hegemonía política revolucionaria.


En estas condiciones de enorme inmadurez, los demagogos usaron el Cutralcazo para oponerse a la lucha electoral, como si todos ellos no fueran un gran plato recalentado de electoralismo, desde el PC al Pts. Opusieron en abstracto la acción directa al parlamentarismo y a las elecciones, fingiendo ignorar que las masas que participaron de las puebladas serán llevadas a concurrir a las próximas elecciones y a votar incluso por los partidos patronales. Hacen esa oposición abstracta a sabiendas de que en ausencia de una acción política vigorosa de los partidos de izquierda, el Frepaso y el duhaldismo capitalizarán, mediante las elecciones, la oposición mayoritaria al menemismo. Se trata, no de una posición anti-electoralista, sino de una simple cretinada, esto porque la oposición a la participación electoral no obedece a una comprensión adecuada de las tendencias que se agitan en las masas, sino a la incapacidad para luchar por la conquista de la opinión de los trabajadores—lucha en la que queda muchísimo por hacer incluso dentro del cuadro electoral-parlamentario.


La prueba de la impotencia de los cretinos anti-electorales quedó de manifiesto en que no pudieron proponer nada a la concurrencia de la Plaza, ni a los partidos convocantes. Pero a la derecha de los cretinos de izquierda se ubicó el PC, que también rechazó la formación de un frente de izquierda para las elecciones, en nombre de un “movimiento estratégico”, que debería reducir a los actuales partidos a la condición de corrientes internas de opinión. El PC dice claramente que su anti-electoralismo obedece al temor de sufrir un fiasco electoral, lo que desnuda un desenfrenado electoralismo reprimido.


La cuestión de la participación electoral es prioritaria, porque es el terreno del que pretende valerse la burguesía para enfrentar al movimiento obrero que combate contra una mayoría electoral de la opinión pública. Esa participación es prioritaria, porque es un terreno fundamental para desenmascarar la política y las falsedades de los partidos patronales, y para desarrollar una conciencia de clase frente a la política oficial en su conjunto. Es fundamental para luchar por imprimirle un sello estratégico, e incluso ideológico, al actual momento nacional, que se caracteriza por el derrumbe de la experiencia y del régimen menemistas y el ingreso a una etapa de transición.


El Mst, ciertamente, se pronunció por la participación electoral en un frente de izquierda, pero todo el mundo sabe que este planteo se reduce al callejón sin salida de la fórmula ‘Zamora diputado’. El Mst no dijo nada que hiciera suponer siquiera una preocupación por valerse de la consigna frentista para promover una movilización política de la izquierda y del movimiento obrero combativo.


Por una asamblea nacional


La salida a esta situación de impasse la ofrece la propia situación. Muchos trabajadores y jóvenes fueron a la Plaza a buscar a la izquierda, ignorando que la izquierda no se encuentra a la búsqueda de los trabajadores y de sus organizaciones. Es necesario encontrar los medios para desarrollar esta tendencia popular. Por eso llamamos a una Asamblea Nacional de todas las organizaciones obreras, partidistas y no partidistas, para discutir un programa que enfrente el conjunto de la situación actual. Por un lado, el aislamiento en que se encuentran las luchas, en particular en Fiat, Atlántida, lo que afecta al conjunto del movimiento obrero. De otro lado, la respuesta a dar al pacto inminente entre la CGT y la UIA, que consagra la ‘flexibilidad laboral’ con el acuerdo de los propios sindicatos y la complicidad de la CTA y del MTA. Por último, la cuestión electoral, para que la clase obrera combativa se defina políticamente de cara a la masa de los trabajadores y a todas las clases sociales oprimidas, frente a los planteos de la ‘oposición’, incluido el duhaldismo.


La mejor vía para llevar adelante esta Asamblea Nacional es que sea convocada por representantes de todas las organizaciones y tendencias que sí quieren dar una respuesta política a los problemas populares y que sí quieren dar una salida genuina al movimiento de las masas.