Políticas

22/4/2010|1125

La ley de medios K, o la farsa del Bicentenario


Cuando la Presidenta se subía al atril en Estados Unidos para ofrecer ganancias del 100% a los especuladores internacionales y sus “fondos buitres”, mediante el canje de los bonos de la deuda externa en default, sus seguidores en Argentina organizaban una movilización contra los “monopolios mediáticos” y el Poder Judicial, al que acusaron de frenar la aplicación de “ley de medios de la democracia”. Los K intentaban “pegar por izquierda” para “cerrar por derecha” y ocultar así su entrega al capital financiero internacional. Si no fuera que los ‘monopolios mediáticos’ celebraban esa entrega con el más absoluto descaro mientras la Presidenta anunciaba la “vuelta al mundo” – un lenguaje típicamente ‘neoliberal’.


“Bonapartismo chicle”


De todos modos, la cosa tiene más tela para cortar. Los K eligieron la “ley de medios” como eje para tratar de reconstruir su tropa maltrecha. Tampoco es casual que la marcha haya puesto el foco en denunciar al Poder Judicial. Se sabe que prácticamente todas las cuestiones estratégicas están a la espera de un fallo judicial –desde la legalidad de los DNU, el pliego de Marcó del Pont, el Fondo del Bicentenario, el alcance de los fallos previsionales, la fusión de varios grupos capitalistas. La pelea del gobierno con la Justicia tiene un contenido claramente capitalista; están en juego los grandes negocios del país.


El impasse judicial en que ha caído la “ley de medios” era absolutamente previsible; es más, los propios K colaboraron activamente para que esto fuese así. Sucede que el Congreso manejado por el kichnerismo había resuelto transformar en ley el decreto firmado en 2005 que extendió las licencias a los Clarín, Hadad y cía. De esta forma, los “monopolios mediáticos” conquistaron los derechos adquiridos de los que ahora se valen para impugnar en la Justicia la aplicación de la ley de medios.


La burocracia sindical


A los izquierdistas que fueron al acto K no se les puede pasar por alto que la defensa de la “libertad de expresión” por parte de la burocracia sindical moyanista directamente suena a un chiste de mal gusto. Otro tanto vale para Hebe de Bonafini, que en los medios de comunicación que manejan las Madres se ha hecho famosa por despedir a su antojo a todos quienes critiquen de alguna forma al gobierno nacional. En el caso puntual de la CGT, es lícito pensar que la presencia de Piumato en el acto pretenda ser recompensada con el otorgamiento de licencias para que la burocracia arme sus propios medios de comunicación que, de igual forma que los sindicatos, serán manejados a punta de pistola. En el caso de Yasky, su militancia K anuncia la disposición a utilizar los recursos del Estado K en las próximas elecciones de la CTA. ¿Cómo se anticipará De Gennaro en las elecciones previas en Ctera?


El centroizquierdismo en crisis


Para los K, la agitación de la “ley de medios” ha sido un instrumento útil para dividir al centroizquierdismo. La fracción degenarista de la CTA, encabezada por Lozano, ha salido a reclamar la aplicación inmediata de la ley. Proyecto Sur y grupos estudiantiles como La Mella se han sumado a la denuncia contra el Poder Judicial; es decir, un reforzamiento para los K.

Pino Solanas, sin embargo, calificó a la política comunicacional del gobierno de “fascista”.


En términos futbolísticos, Pino Solanas dio un pasito adelante y dejó a medio Proyecto Sur en el más escandaloso ‘offside’. Solanas fue uno de los que votó por la ley de medios y la calificó de “triunfo popular”. ¿Algo se está descomponiendo en Proyecto Sur?


Por una política independiente


A esta altura, ya es una certeza que la “ley de medios” nunca entrará realmente en aplicación, por lo menos durante el mandato de este gobierno. Mientras tanto, los capitalistas deberán resolver las cosas que realmente importan: quién se queda con Telecom, qué pasa con la fusión de Multicanal y Cablevisión, el ingreso de nuevas empresas para explotar el triple play. Ya la misma Cristina Kirchner había señalado que impedir el ingreso de las telefónicas al negocio de los medios es como “tapar el sol con las manos”.


Pero mientras esto sucede, los canales y radios en manos del Estado actúan como un medio para engañar, deformar y hacer la propaganda oficialista más vulgar. La idea de que los medios en manos del Estado aseguran la pluralidad de posiciones y la libertad de expresión queda desmentida por los hechos.


Para luchar por la verdadera libertad de expresión es necesario terminar con el monopolio del capital y de su Estado de los medios de comunicación, lo cual requiere, en primer lugar, que los trabajadores tengan una política independiente.