La lucha contra los candidatos del juego


La cuestión del juego ha calentado la elección porteña. Gabriela Michetti salió a plantear “un límite” a la expansión de casinos y tragamonedas, algo de lo que no se acordó en todos estos años. Lo mismo vale para todos los bloques que gobernaron la Ciudad y el país en las últimas dos décadas. 


 


 


Progresistas y derechistas, unidos por el juego


 


Aunque la Constitución porteña no permite el juego privado, el Casino de Puerto Madero comenzó a operar en 1999 bajo el subterfugio legal de considerase en “aguas nacionales”. El gobierno de la Alianza prometió “colocarle faja de clausura”, pero el casino continuó operando impunemente. En 2002 se adicionaron las primeras tragamonedas en el Hipódromo de Palermo. 


La capitulación del gobierno de Ibarra ante la expansión del juego no tardaría en llegar: en 2003 se firma un convenio entre la Lotería Nacional y el Estado porteño. A cambio de una participación en los dividendos del juego, la Ciudad renunciaba a cualquier litigio relacionado con “la constitucionalidad de normas o competencias entre ambas jurisdicciones”. El convenio pasaba por encima de la propia constitución porteña. A cambio de su firma, Aníbal Ibarra obtuvo el apoyo de Kirchner para su reelección en la Ciudad. A partir de entonces, el juego privado creció exponencialmente. En 2007, Cristóbal López arremete a fondo contra los jóvenes trabajadores del casino, que habían construido su propia organización contra la burocracia sindical. Para esa tarea, López cuenta con el apoyo férreo del gobierno nacional, las patotas sindicales y el silencio cómplice de toda la oposición. 


 


En 2007, cinco días antes de dejar el gobierno, Néstor Kirchner prorroga la concesión de las máquinas del hipódromo hasta el año 2032. 


 


Lejos de revisar estos acuerdos, el gobierno de Macri habilitó a nuevos negocios. Mientras tanto, Cristóbal López obtenía en la Justicia medidas cautelares para eludir el pago del impuesto a los ingresos brutos en la Ciudad. 


 


 


El pacto final 


 


La larga lista de concesiones se completa con el agregado que se votó en 2013 al convenio de 2003. Además de perdonar una deuda del orden de los 2.500 millones por el pago de ingresos brutos, el Estado porteño renuncia a reclamar ese impuesto mientras dure la concesión -o sea, hasta 2032. Este acuerdo fue refrendado por la Legislatura horas antes de que numerosos legisladores oficialistas y de la oposición completaran sus mandatos y dejaran sus bancas. Como contrapartida, el “pacto del juego” tuvo un generoso reparto de cargos públicos en el Estado porteño para los “opositores” que lo votaron. Entre quienes levantaron la mano hay varios candidatos de la actual elección porteña, como la kirchnerista Gabriela Cerrutti y, naturalmente, todo el PRO. Quienes hoy se rasgan las vestiduras por el juego, han actuado como verdaderos cómplices de Cristóbal López. 


 


 


Casinos y crisis política 


 


En su referencia a los casinos, Michetti no pasó de la “preocupación”. Está claro que no se aparta del entramado de negocios que ha construido Macri en la Ciudad. En este caso, y como ocurre con numerosos negocios inmobiliarios, en complicidad con el kirchnerismo. Los ex Unen, que han salido a escandalizarse por este pacto, olvidan el suyo propio con el PRO para las presidenciales.


 


En este cuadro, nuestro bloque ha presentado un proyecto de ley por la anulación del “pacto del juego”, así como la formación de una comisión investigadora que abra los libros de las salas de juego y determine sus verdaderos ingresos. 


 


El compromiso con el juego de todos los bloques que gobernaron la Ciudad desnuda la orientación social de todos ellos. El juego está asociado al narcolavado. Su extensión, por lo tanto, es inseparable del crecimiento del delito organizado. 


 


Pero, además, casinos, bingos y tragamonedas constituyen un gravamen a la miseria popular, donde el trabajador que no llega a fin de mes apuesta a un golpe de fortuna. La descomposición del régimen social, expresada en la criminalización de las finanzas y el derrumbe de las condiciones de vida de las masas, tiene en el juego a uno de sus síntomas más graves. 


 


Contra los candidatos y partidos de los “zares del juego”, votemos al Frente de Izquierda en la Ciudad.