Políticas

29/6/2006|951

La Madrid de Repsol, Aerolíneas y el Club de París


Apenas un mes después de la “plaza del 25”, cuando los punteros del PJ, los piquetruchos y los eternos músicos del “progresismo” ungieron a Kirchner como la representación misma de la nación, otros personeros, reunidos en Madrid, serán quienes agradezcan a dios la existencia del presidente argentino. Nos referimos a los especuladores internacionales, a los vaciadores de Aerolíneas y a los fondos de inversión que controlan a las privatizadas de Argentina, comenzando por Repsol.


 


En visita a España, Kirchner anunciará el fin de otro default, esta vez con el Club de París, formado por las naciones europeas que aportaron, entre 2000 y 2001, más de 6.000 millones de dólares para financiar la fuga de capitales bajo el gobierno de la Alianza y salvar, de este modo, a los grandes capitales de la bancarrota económica. Los diarios, ahora, llaman “inútil blindaje” a lo que no fue otra cosa que una operación mafiosa del capital y de su Estado. Después de haber cancelado íntegramente la deuda con el FMI, el gobierno se apresta a hacer lo mismo con los Estados europeos, comenzando por España. La tan alardeada “recomposición de reservas” de los últimos meses ha sido una operación inflacionaria, o sea confiscatoria de los ingresos del pueblo, para beneficiar a los monopolios internacionales.


 


Las valijas de Kirchner cargan, de todos modos, un equipaje aún más pesado. Kirchner va a España a comprometer aportes de capital y un tarifazo a favor de Aerolíneas Argentinas. Según informa La Nación del 18/6, “Kirchner se compromet(erá) a disciplinar a los gremios aeronáuticos y a resolver los antiguos problemas de tarifas y balances”. (Como parte de este acuerdo, Alicia Castro fue finalmente premiada con la Embajada de Venezuela, luego de su tránsito fallido por “la izquierda que se une y crece”.) El pacto por Aerolíneas incluye, finalmente, un indulto a los desfalcos llevados adelante por Marsans, el grupo que controla AA, denunciados por los órganos de control locales y españoles. Por eso, “el gobierno aspira a que el Estado español acompañe al argentino en la recuperación de Aerolíneas” (Página/12, 18/6), es decir, que también Zapatero haga borrón y cuenta nueva en la cuestión de los balances truchos y acepte “capitalizar” los aportes malversados con acciones. Aerolíneas sigue registrando un enorme pasivo, y Marsans enfrenta juicios por estafa en Madrid y en Buenos Aires.


 


Un “vigilante regional”


 


Además, un salvataje binacional de AA formaría parte de un acuerdo político más general: “El eventual apoyo de España a Argentina en el tema Aerolíneas sería a cambio de no tocar los intereses de Repsol” (Página/12, ídem). Zapatero exigirá que no se revisen los contratos de concesión del pulpo petrolero en Argentina y reclamará a Kirchner que actúe como lobbista de Repsol en la crisis regional con relación a la nacionalización de Evo Morales. “A los empresarios (españoles) les encantaría saber que Kirchner, definitivamente, no es Evo” (La Nación, 20/6). Las negociaciones con el gobierno de Evo en torno al precio del gas boliviano tienen en vilo a los Repsol y Techint, pero también al gobierno brasileño, o sea a Petrobras. El viaje relámpago a Buenos Aires de la jefa de gabinete de Lula obedeció a la necesidad de “evitar que Argentina convalide un fuerte aumento en el precio del gas de Bolivia”, que “pondría en crisis —dice Lula— a la industria de San Pablo” (Clarín, 14/6).


 


Kirchner también deberá responder a Zapatero por los intereses de la pastera española Ence, que está construyendo su propia planta frente al río Uruguay.


 


Las “inversiones”


 


Con una crisis energética en ciernes, como resultado de las privatizaciones, Kirchner planteará en España la asociación de Enarsa con Repsol, para disfrazar el subsidio del Estado argentino a las inversiones en exploración petrolera. Antonio Brufau, el presidente de Repsol, ha repetido que se encuentra disponible el 20% del capital accionario de Repsol-Argentina para ser colocado en la Bolsa de Buenos Aires. Recientemente, el BBVA se ha ido del pulpo español —una indicación de que la gran finanza le ha bajado el pulgar.


 


Techint (Tenaris) acaba de invertir una suma fabulosa para la compra de una siderúrgica rival norteamericana, en la perspectiva, no de la “patria grande”, sino del ingreso al Alca.


 


Kirchner pretende que el ‘superávit fiscal’ también respalde el rescate de Repsol. La ‘nacionalización’ que se apresta a encarar Kirchner es un gran negociado en beneficio de la petrolera. Estará obligado, al mismo tiempo, a prever también una ‘recomposición’ de tarifas (‘nacional y popular’, por supuesto).


 


A la vuelta, crisis


 


Creyendo escapar por algunas horas o días del acoso de los Lavagna, Kirchner será recibido en España por un ‘clon’ de Lavagna, que reiterará las exigencias del ex ministro argentino.


 


En vista de este panorama, es previsible que las valijas de Kirchner vuelvan con una mayor carga de crisis política. De cara a esto, ha enviado al Congreso una reforma del sistema de “decretos de necesidad y urgencia”, que permite su vigencia indefinida. El propio Felipe Solá fogonea, con chances remotas, un fallo judicial para “asegurar la gobernabilidad en una provincia con problemas financieros y con un puñado de postulantes” (Clarín, 15/6).


 


La capitulación en Madrid será una formidable lección para quienes ven una salida en el estatismo capitalista, que no es otra cosa que una socialización de las pérdidas del capital. Kirchner ofrecerá “estatismo” para salvar a Aerolíneas y Repsol, y volverá cargado de deudas y tarifazos.


 


Las verdaderas aspiraciones nacionales no tienen cabida dentro del menú recalentado del nacionalismo.