La muerte de los chicos de Flores

El Estado, junto a los sindicatos, son los responsables

Escobar


La muerte de dos criaturas en un taller mal llamado clandestino -ya que la actividad que realizan es conocida por todo el barrio en donde se encuentran debido que el movimiento de rollos de tela es imposible de ocultar. Lo único clandestino es la recaudación, que se obtiene para su funcionamiento por parte de la Policía y los municipios.


 


La tercerización, que se profundizó con los K, permite que las grandes marcas, en su gran mayoría, ya no cuente con talleres propios tanto de corte como de costura; por lo tanto, vía la utilización de un intermediario llevan a los talleres distribuidos tanto en la Capital Federal como el conurbano bonaerense las materias primas para entregarles las prendas terminadas en mano, sin tener contacto físico con los talleres que cortan y confeccionan. Las marcas argumentan en su defensa no verles las caras a los que cosen para ellos: hipocresía pura.


 


Cuando los comerciantes se quejan de la venta ilegal esconden que, en su conjunto, el comercio se basa en la fabulosa rentabilidad en la ilegalidad integral del proceso de producción, por empezar la compra de insumos telas; por ejemplo se compra un 50 por ciento en negro como el resto de los insumos, lo mismo ocurre con las ventas en los locales, que no te dan la factura quedándose ellos con el 21 por ciento del IVA.


 


La gran rentabilidad se basa en el trabajo no solamente en negro como dicen todos los ‘opinólogos' del tema talleres, sino en el trabajo fuera de convenio de los trabajadores que fabricamos ropa, ya que desde el Estado se permite que un trabajador pueda ser monotributista, por 100 mangos por mes, y no ser trabajador en negro, y así permitir trabajar fuera del convenio correspondiente.


 


La burocracia del gremio de costureros Soiva, como la de los cortadores Unión de Cortadores, miran para otro lado ya que no controlan que los trabajadores trabajen fuera de los convenios respectivos.


 


La proliferación de estos talleres se da en el marco de la fabulosa rentabilidad que otorgan; un pantalón que en vidriera cuesta 700 pesos, a la marca le cuesta no más de 45 mangos, en mano de obra; a esto le sumamos la situación de sometimiento de muchos de estos talleres con ritmos de trabajo brutales, pago por prenda, jornada laboral de 12 horas, seis días a la semana, bajo condiciones de trabajo superprecarias con una letrina para 80 personas, falta de limpieza, etc. Esto bajo el gobierno nacional y popular de los K.


 


La salida para los trabajadores en esta situación no puede ser la cooperativización, sino luchar por trabajo bajo convenio, y condiciones laborales que corresponde bajo el control de comisiones de trabajadores. El Estado capitalista no va luchar contra esta rentabilidad, no van a matar la gallina de huevos de oro ya que de ella recauda y se beneficia directamente.