Políticas

23/12/2010|1160

La nueva Federal y el Mossad

Si la ministra de Seguridad, Nilda Garré, se propusiera “reformar” la Policía Federal al estilo de León Arslanian en la bonaerense, las limitaciones de esa operación serían insalvables. Pero no se trata siquiera de eso: el gobierno sólo procura poner bajo su control a una fuerza desmadrada por la multiplicidad de padrinos. A esta altura, desplazar a la cúpula de la Federal era una necesidad impostergable para esa misma policía, con una decena de oficiales separados y/o presos por corrupción, e involucrada ahora, directamente, con el asesinato de Mariano Ferreyra y los crímenes de Soldati.

Lo que se ha hecho no es una purga. Nadie puede pensar seriamente que el relevo del ex jefe de la fuerza, Néstor Vallecca, y de otros diez comisarios, eliminará los vínculos de la Federal con el narcotráfico, la prostitución y las redes de trata, el juego clandestino o los desarmaderos de autos robados, por citar únicamente a las “cajas” más importantes.

La Guardia de Infantería al frente

El reemplazante de Vallecca es el comisario mayor Enrique Rubén Capdevila, un experto “cana de calle” que ha tenido a su cargo la represión de innumerables movilizaciones en la plaza de Mayo y en el Congreso. Fue durante años el jefe de la Guardia de Infantería, el grupo de choque por excelencia de la PFA. Al momento de su nuevo nombramiento, conducía la Dirección de Orden Urbano y Federal, que coordina los cuerpos de represión directa de manifestaciones y conflictos sociales.

Según La Nación, fuentes próximas a Garré dicen que la ministra se inclinó por Capdevila debido a “su perfil equilibrado, por su capacidad de negociar en los momentos en que le ordenaron concretar algún desalojo y por sus dotes de liderazgo” (18/12). Palabrerío: Capdevila era el responsable operacional directo de los cuerpos de infantería que reprimieron en Soldati con el resultado conocido: dos muertos el primer día, muchos heridos y detenidos.Ya se tiene la casi certeza pericial de que los tiros de calibre 12.70 que mataron a un vecino paraguayo y a una joven boliviana salieron de escopetas de la Federal. De acuerdo con informes oficiales, esa policía tenía orden de no disparar siquiera con postas de goma. Por lo tanto, una de dos: o Capdevila violó las órdenes recibidas, o es un inútil que no controla a su gente ni tiene autoridad sobre ella. Una tercera posibilidad: el gobierno le ordenó a la policía reprimir como reprimió y después se lavó las manos al descargar toda la responsabilidad en la Guardia de Infantería y en el jefe Vallecca.

Otro caso por considerar es el del nuevo subjefe de la Federal, Alejandro Di Nizio.

Di Nizio fue jefe del departamento de Interpol en la Argentina y desde ese cargo se vinculó fuertemente con la causa Amia y fue el principal respaldo del fiscal Alberto Nisman en las provocaciones contra Irán y, por tanto, en el encubrimiento del atentado al seguir una línea de investigación que no se orienta a encontrar a los criminales sino a favorecer las conveniencias políticas del Estado sionista. Se repite aquí el caso Palacios en la Metropolitana: un hombre vinculado con el Mossad a la cabeza de la Policía.

La presencia del ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro; y del jefe de la Metropolitana, Antonio Burzaco, en el acto de asunción de los nuevos capos de la Federal, fue todo un dato. Garré prometió trabajo “mancomunado” de la Federal con la Metropolitana, y ya se vio en Soldati en qué consiste esa “mancomunión”.