Políticas

16/8/2007|1005

La ola de frío y los hijos de puta


Fue raramente bello ver nieve en Buenos Aires, pero sólo para los abrigados.


Entretanto, tres olas de frío invernal que de consuno no duraron más que otras tantas semanas, se llevaron 88 vidas.


Red Solidaria informó que, en esas jornadas, 46 personas murieron por hipotermia, otras 26 por inhalación de monóxido de carbono y 16 más debido a incendios provocados por el empleo de medios precarios de calefacción.


Ese informe de Red Solidaria hace saber más atrocidades: 200 mil personas duermen a la intemperie en la Argentina, 1.200.000 padecen frío en las barriadas humildes y medio millón de ancianos de más de 70 años tienen dificultades severas para acceder a la calefacción.


“Todas esas muertes son evitables”, concluye el trabajo.


El Servicio Meteorológico, por supuesto, atribuye los decesos a un invierno excepcionalmente frío.


Mentira.


“Todas esas muertes son evitables”.


Esas 88 personas, entre ellas muchos niños, no murieron por el frío: fueron asesinadas por la miseria social impuesta por un gobierno antinacional y antipopular, incapaz de dar energía a la población porque para facilitar sus negociados con los pulpos que la generan les permite sentarse sobre las bocas de pozo para presionar en demanda de mayores tarifas.


Los datos suministrados de Red Solidaria anuncian un desastre humanitario. Conviene repetirlos: 200 mil personas a la intemperie, 1,2 millón con frío en barrios pobres y 70 mil ancianos sin calefacción.


Inevitablemente, el cuadro de situación trae a la memoria los dichos de algún funcionario de Eduardo Duhalde cuando el Gran Puntero era Presidente: “Esto sucede porque somos unos hijos de puta”. Lo dijo por otra cosa, ya no tiene importancia, pero el sayo le entra perfectamente al matrimonio Kirchner.


Simplemente para defender la vida, es indispensable terminar con los hijos de puta.