Políticas

23/3/2000|659

La Operación Equina

El apoyo que está recibiendo Cavallo desde todos los sectores del peronismo está humedeciendo el paladar de todo el gorilaje argentino. Un triunfo de Cavallo en la Capital, como consecuencia de ese apoyo, abriría la posibilidad de que un engendro suyo llegue a liderar al peronismo en las presidenciales del 2003. De concretarse esta alquimia, se asistiría a una restauración de grandes proporciones, como es volver al Partido Conservador que desapareció en los años ‘30.


De la Rúa, que mire pero no toque


Grondona ya puso manos a la obra en su columna del domingo pasado. Plantea, resumiendo, que De la Rúa no intervenga en favor de la campaña electoral de Ibarra, para no romper “el espíritu de ‘cohabitación’ con los gobernadores peronistas. En estas condiciones, asegura, si Cavallo es elegido, él también “se alinearía con los grandes gobernadores en una cohabitación destinada a facilitar el ejercicio de la presidencia”. Es decir que se le promete a De la Rúa que la tregua de los Ruckauf y Reutemann duraría hasta el 2003, convirtiendose en estratégica. ¿Existe otra forma más desvergonzada de chantajear a De la Rúa para que haga un pacto con Cavallo? Mediante este pacto de neutralidad electoral, De la Rúa y los gobernadores se abstendrían de intervenir abiertamente en la Capital. Para dorarle la píldora, Grondona le asegura a De la Rúa que si sigue este consejo se convertirá en un “estadista” en lugar de un “político”.


El chantaje que vehiculiza Grondona significa la amenaza de desatar una crisis política, y en cualquier caso (intervenga o no, o si pierde Ibarra) deberá provocar una crisis. Pero Grondona no le está exigiendo a De la Rúa más de lo que éste ya está haciendo en Buenos Aires y en Córdoba, donde puso a la Alianza, y en especial al Frepaso, de rodillas ante el peronismo, para que se impusieran las leyes represivas, en un caso, y las de privatización, en el otro. Ya desde que fuera lanzado a la candidatura presidencial De la Rúa no ha dejado de demoler a la Alianza.


El fiscal contra los ‘graffiti’


La tendencia de los grandes círculos capitalistas al apoyo a Cavallo, es natu-ralmente reforzada por la ineptitud de Ibarra, que ha salido con los tapones de punta a exhibirse como el vocero del programa de la derecha. El combate al delito, ha di-cho, comienza reprimiendo los ‘graffiti’ y la violación de las normas de publicidad. El hombre ni parece haberse dado cuenta de que ‘su’ distrito se ha convertido en un gigantesco prostíbulo, donde las ‘casas de masajes’ que explotan sin control a las mujeres resultan el vehículo natural del comercio de drogas facilitado por la privatización de los puertos, la libertad irrestricta de empresa de los bancos y la carta libre de que goza la policía. La inestabilidad política de Ibarra, y quizás la emocional, no son características muy apreciadas en los círculos del poder capitalista.


El peronismo con Cavallo


La prensa adjudica al rencor personal con Menem la posición de Duhalde de apoyar a Cavallo con todo. Pero la mayoría del peronismo quiere apoyar a Cavallo, para evitar el desastre electoral. Duhalde es también la cabeza, con Ruckauf, Reutemann y De la Sota, de la agitación en favor de subsidios a los monopolios que se dicen afectados por la devaluación brasileña y que, en definitiva, querrían ver una devaluación del peso. De la Rúa se sumó a esta posición al declarar que quiere una moneda única del Mercosur, lo que sólo podría ocurrir si el peso se devaluara para compensar la devaluación del real. Como Cavallo ya dijo que quiere ver ‘flotar’ al peso, el operativo equino en la Capital bien podría formar parte de la gestación del frente devaluacionista. En este caso, las elecciones porteñas serían el preludio de una crisis política nacional.


Es indudable, de todos modos, que asistimos a una fuerte tendencia a la disolución del peronismo, aunque los abogados del frente con Cavallo aleguen que con eso la quieren evitar. Para el movimiento obrero organizado no es un hecho menor, porque significa que lo que él no quiso hacer -es decir, superar al peronismo desde la clase obrera – , lo hará un enemigo suyo, a costa de los trabajadores.


El PO y su programa son una salida


A la luz de todo esto, los señalamientos del programa del PO para que la clase obrera se convierta en caudillo político en esta crisis y deje de ser furgón de cola, ad-quieren una inusitada actualidad. Si el operativo equino tiene éxito, suscitará un desmoronamiento del Frepaso y, por lo tanto, de la Alianza, y del otro lado una fuerte tendencia a la disolución del peronismo. En estas condiciones, la posible polarización electoral en la Capital será, para sectores significativos, aunque todavía minoritarios, de las masas explotadas y de la pequeña burguesía, un factor secundario; pesará cada vez más el terremoto político que atraviesan los dos polos principales de la política capitalista. Para la UCR, que salió de terapia intensiva gracias al Chacho Alvarez, puede ser una recaída irrecuperable.


No hay en toda la izquierda argentina, fuera del PO, ningún planteo que encare la situación política presente con todas sus crisis potenciales, de una manera estratégica, es decir, en función de una alternativa de poder liderada por la clase obrera. Por eso la campaña electoral del PO debe servir para reforzar la organización obrera en todos los planos y para la construcción del partido revolucionario.