Políticas

21/10/2010|1151

La participación de los capitalistas en las ganancias de los trabajadores

Queremos que se dicte esa ley revolucionaria!”, vociferó Moyano en River, volviendo a la carga con la participación de los trabajadores en las ganancias. Pero, un minuto antes, se había perdido una oportunidad de reclamar un cachito del reparto de esas ganancias cuando repudió “las leyes que no tienen sustento”, refiriéndose al 82% vetado por Cristina Kirchner. Es decir, que el proyecto del abogado Recalde sobre la participación de los trabajadores en las ganancias de los empresarios, en la práctica defiende la participación de los empresarios en las ganancias de la Anses. Lo mismo ocurre con las famosas ganancias del Banco Central, que se las queda Kirchner para pagar a los usureros internacionales. El proyecto de Recalde ni siquiera contempla que la participación en las ganancias lleve el ingreso mínimo de los trabajadores al costo de la canasta familiar, que es de 4.500 pesos.

Moyano y Recalde presentan el punto como si hubiéramos llegado tan lejos con las paritarias que ya no queda otra que ir por las ganancias de los capitalistas. La realidad está muy distante de eso: “desde el 2001 el costo laboral ha bajado un 18,5% por la mejora de la productividad empresaria y de los precios de los bienes” (Página/12, 11/10).

En el coloquio de Idea fue respaldado el veto kirchnerista contra los jubilados, al igual que en River, en una notable confluencia del gran capital y la burocracia sindical. Mientras que varios oradores empresariales plantearon abrir la discusión sobre el proyecto de participación en las ganancias, Gerchunoff, socio del “relaciones carnales” de Guido Di Tella, llamó a los empresarios a abandonar un “capitalismo arcaico y pasar a la ofensiva” con una propuesta propia de participación -que seguramente incluiría cláusulas de ‘paz social’ y participación en las pérdidas en los años ‘magros’, o su compensación en los ‘grasos’. Es lo que dijo el economista liberal Diego Santleris: “el nuevo proyecto contribuiría a introducir un componente variable en la remuneraciones totales frente a shocks negativos y las aumentaría frente a los positivos” (Ambito Financiero, 20/9).

Watsiejko, del neumático y miembro de la CTA-Yasky, defiende el proyecto de Recalde con el ejemplo de Firestone. Pero aquí, la última vez que se cobró la ‘participación’, en 2006, los obreros recibieron un bono de 1.800 de pesos en el año; hasta ahora ni un peso más a pesar del boom automotriz. En Firestone hay un régimen de superexplotación extraordinario: siete días de la semana, sin descanso hebdomadario (sábado y domingo).

Los empresarios se están dando cuenta de que el proyecto les podría dar la oportunidad de meter un gol, aunque sea con la mano. Méndez de la UIA, que primero habló de “cubanización” y ahora dice que “estamos abiertos al debate”.

Este proyecto no es “revolucionario”, como dice Moyano, tampoco es “insuficiente”, como lo ha caracterizado cierta izquierda. Se trata de una operación para neutralizar las paritarias, contra las cuales los capitalistas vienen sumando voces.