Políticas

25/11/2010|1156

“La pasión que desató Mariano”

Jorge Altamira en el acto en el que se descubrió la placa en memoria de Mariano Ferreyra, en Barracas.

Creo que todos nos damos cuenta de que hemos perdido a un gigante. Un joven de 23 años que era un gigante. Hemos escuchado los testimonios de los compañeros. Yo tengo 68 años, pero escuchando a los que hablaban, compañeros y amigos de Mariano, volví a sentir una sensación adolescente de querer llegar a ser como él; tratar de ser como Mariano. Multiplicarme, hacer más de lo que hago, esforzarme más. Una persona mayor toma como ejemplo a un compañero que acaba de salir de la adolescencia.

Pero en este mes -ésta es la reflexión que quiero compartir con ustedes- han pasado cosas muy importantes, desencadenadas por el asesinato de Mariano. El asesinato de Mariano y Mariano como figura, como persona, han desatado pasiones en este país. Han puesto en evidencia el drama de todas nuestras clases sociales y el drama de toda la sociedad. Fíjense ustedes que un tema tan candente de la superexplotación como es el tema de los tercerizados, contra el cual venimos luchando desde hace casi dos décadas, como consecuencia de la movilización en el Roca, y de este hecho criminal del asesinato de nuestro compañero se ha transformado en una rebelión popular. En todas las líneas ferroviarias. En la manifestación de ayer, había más compañeros ferroviarios que en ninguna movilización anterior. Y no sólo en ferroviarios. En las empresas eléctricas ha habido un levantamiento de los compañeros tercerizados. En los call center, en todo el país.

El asesinato de nuestro compañero le dio una voz nacional, desató las energías más fuertes de los trabajadores. Había muerto, había sido asesinado un compañero que luchaba contra la explotación capitalista. Y los obreros dijeron: “Estamos con el compañero asesinado, estamos con las reivindicaciones por las que luchó”. Puso de manifiesto algo escondido, soterrado, en el sentimiento de los trabajadores. Ayer, cuando llegué temprano a la manifestación, en los barrios de la zona, en las esquinas, había ferroviarios deliberando. Esto se comprueba también en la solidaridad en los barrios. Una pasión. Gente que se acerca, que viene. Han habido elecciones en las universidades, posteriores al asesinato de Mariano. El kirchnerismo y la derecha fueron barridos. Con los medios que tenían a su alcance, los estudiantes votaron. Han habido elecciones, en este mes, en fábricas, en talleres, donde incluso el activismo tiene una organización extremadamente débil, y, sin embargo, la burocracia fue derrotada. Son los votos de la clase obrera por Mariano Ferreyra y por nuestra lucha contra la tercerización.

Si nosotros nos imaginamos a Mariano diciendo: “Chabones, no me vayan a aflojar ahora”, la conclusión que tenemos que sacar es que tenemos que darle impulso a esta rebelión. Tenemos que transformar esta pasión que se ha apoderado de tantos obreros, de tantos trabajadores, la tenemos que transformar en un factor de organización, de pelea, de derrota de la burocracia, de avance del movimiento obrero y de derrota del capitalismo y sus gobiernos.

Se ha suscitado una pasión nacional. Y esta pasión nacional -como auténtica pasión, cuando realmente algo produce una pasión- ha desatado el odio de clase más brutal que se haya registrado en los últimos años. Miren ustedes, murió el presidente Kirchner y sus adversarios más enconados dijeron: “Bueno, ha muerto una figura. Hay que respetar a la viuda, a los hijos, a los amigos, hay que respetar a éste y al otro”. Entonces, Kirchner dejó de ser el jefe de la patota, el jefe del trabajo tercerizado, del pago de la deuda externa, que apoya a las mineras, a las pasteras, que arregla con los grandes pulpos. Ante la muerte, todos los cobardes esconden sus opiniones. Sin embargo, cuando asesinan a nuestro compañero, la primera afirmación del gobierno es que el Partido Obrero está aprovechando un muerto. Miren ustedes, se muere Kirchner -que fue menemista, que fue privatista, que fue matón reprimiendo las asambleas populares en Río Gallegos-: silencio ante la muerte. Muere un luchador y el odio de clase no da tregua un minuto. Y hasta la pequeña burguesía que se encuentra a la izquierda del gobierno, y que por eso mismo es la más roñosa de todas, escribe en los diarios que no somos capaces de distinguir un gobierno que reprime de uno que no, un gobierno de esto de un gobierno de lo otro. El acusado es el Partido Obrero, el acusado es Mariano. “¿Quién disparó? No importa -dice el filósofo-. Hay que hacer una divagación”.

Acaba de aparecer una polémica entre dos corrientes políticas ajenas a la nuestra, pero uno se da cuenta de que toda la polémica es sobre nosotros. Y uno de estos intelectuales, de la izquierda kirchnerista, dice: “La tragedia de la muerte de Mariano es que fue un hecho fortuito, no debería haber ocurrido”. El que dice esto es un intelectual de nota, que sabe muy bien que cuando se produce un hecho fortuito, incluso una muerte, no hay tragedia. Hay apenas un accidente. Que la tragedia es tragedia, porque todo lo que está presente en la sociedad está empujando a esa tragedia, y en primer lugar, el gobierno, los explotadores, Ugofe, la burocracia sindical, la policía, los alcahuetes, los asesinos.

Miren a esta intelectualidad que, en el afán de justificar al gobierno en esta crisis, en este asesinato, se le cae todo lo que aprendió. Incluso sobre la tragedia griega. Sobre el significado real de lo que es una tragedia. Y, ¿saben una cosa? Claro que Marianito es una tragedia. Es una tragedia porque la muerte de nuestro compañero es un momento doloroso y brutal en esta lucha de clases despiadada que los explotadores llevan contra los explotados, los burócratas contra sus bases. Estaba inscripta podía no ser él, podía ser otro. Pero sólo lo vamos a vengar cuando terminemos con la sociedad de clases, con la explotación del hombre por el hombre. Esta es la tragedia. Es la tragedia del capital, del capitalismo, que se roba vidas humanas a los 23 años.

Marianito ha suscitado una pasión. El gobierno acusando. El otro día, la Presidenta hizo un gesto frívolo de mujer que, preocupada por su imagen, va a visitar a la nena que cayó a un pozo, después del rescate. Para que la televisión vea que ella se puede conmover con el rescate de una nena. Yo, que viví también la experiencia de esta nena, en primer lugar, me sorprendí abrumado pensando en la nena cuando estaba abajo. Este pensamiento abrumado se borró, se fue cuando la nena ya estaba arriba. La Presidenta va cuando la nena estaba arriba. Va cuando la nena estaba arriba, pero todavía no le ha dado las condolencias al Partido Obrero, a los familiares. Todavía no ha dado la audiencia. Este es el odio de clase. “Los odio -dice la clase capitalista-. Cuando no hay un problema de clase, muevo el culo hasta donde sea para aparecer en televisión. Pero a ustedes, en la guerra, inclusive en la muerte, porque han asesinado a un compañero de ustedes, es la guerra, los vamos a combatir”.

Carlitos Tévez, un ídolo para la mitad del país, graba 30 segundos de un mensaje de solidaridad con Mariano y con el Partido Obrero que vamos a poner en el acto del martes en la Plaza de Mayo. Eso es pasión. El pibe, que viene de los monoblocks de Fuerte Apache, que está jugando, ganando y disfrutando de prestigio, siente que la muerte de Mariano lo devuelve a sus raíces. Y dice: “Yo, con todo lo del Manchester City y todo lo demás, voy a mandar un mensaje para que todo el pueblo argentino sepa que Carlitos Tévez está con el Partido Obrero y quiere el juicio y castigo a todos los culpables del asesinato de Mariano Ferreyera”.

Ha desatado la pasión del explotador que se expresa en el odio y la otra pasión, la de los obreros, que se expresa en una rebeldía. Tengámoslo presente, porque la política no es calcular cómo se interviene en las elecciones. Esa es la política carrerista de la burguesía. La política revolucionaria es, en primer lugar, la pasión por la revolución. Donde no hay pasión, no hay política revolucionaria, no importan los textos que se hayan acumulado de lectura, porque es incapaz de ver en la cotidianeidad, en el día a día, que de un lado están los explotadores, y del otro están los explotados. Marianito ha desatado esta pasión, su asesinato la ha desatado. Ha puesto de manifiesto la escisión de la sociedad en que vivimos y la necesidad de abolir esta escisión con la victoria de la clase obrera.

Marianito, compañeros, fue el tema de la reunión de la Unión Industrial Argentina, ayer y anteayer. No pueden creer el discurso de Paolo Rocca, de Techint. ¿Cuál fue?: “Tenemos que mantener la tercerización”. Hablar de tercerización es hablar de Mariano. ¿Por qué Paolo Rocca tiene esta preocupación por mantenerla? ¿Quién se la cuestiona? Mariano Ferreyra y los tercerizados del Roca, del Belgrano Norte, del Sarmiento. Se la cuestionan. Es la pasión que ha suscitado en la clase obrera. Los trabajadores comienzan a hacer ese reclamo que se planteó acá, a vengarse. Comienzan a intervenir. Y Paolo Rocca interviene para mantener la tercerización.

La Presidenta de la Nación no nos dio un mensaje de solidaridad ni una audiencia, pero ayer firmó el pacto social para los petroleros. ¿Qué tiene que ver con Mariano? El pacto social con la burocracia petrolera, incluida la Uocra, es un pacto de mantenimiento de la tercerización entre los petroleros y en la actividad petrolera. ¿Que dice la Presidente, a los que hacen la propaganda y la agitación del Partido Obrero? ¿Qué dice la Presidenta? Al terminar de firmar lo que es una actitud contrarrevolucionaria, de mantener la tercerización, con ese tonito de maestra ciruela, les dice (si la transcripción de los diarios es correcta): “No me vayan a cortar una ruta, porque si no… los mato”. Este “si no los mato” no es el de mamá. El de “si no tomás la sopa, te mato”, “si no te hacés la cama, te mato”. No es la expresión popular, porque acá mataron a un compañero por cortar una ruta en la lucha contra la tercerización. (Nota del editor: “Si llegan a cortar algo o se arma lío, los mato a todos, van todos presos” (La Nación, 19/11)).

Simplemente, quiero hacerlos conscientes de que hemos perdido un compañero a una edad muy temprana, pero nuestra responsabilidad es transformar esta pasión -esta pasión no sólo de las masas, sino esta pasión enfrentada a la de los explotadores- en una fuerza arrolladora. Es nuestra hora. Si queremos vengar a Mariano, debemos decir: “Es nuestra hora”. Convirtamos esa fuerza arrolladora, organicemos, luchemos, multipliquémonos en esas actividades y reuniones que señalaba un compañero de la UJS de Avellaneda, amigo de Mariano.

Marianito, ¡hasta la victoria siempre!