Políticas

1/12/2016|1439

La paz social por tres años




El acta firmada entre el gobierno y la Alianza Vaticana -la Confederación de Trabajadores por la Economía Popular (CTEP), el Movimiento Evita, Libres del Sur, CCC y organizaciones menores-, con el aval de la burocracia de la CGT, establece una paz social de características incondicionales. Vale por  los próximos tres años, los que restan al gobierno de Cambiemos. El compromiso no admite ambigüedad alguna: las organizaciones “se abstendrán de cualquier situación conflictiva, cualquiera sea su naturaleza”.


 


Por principio, una organización que se reclame del movimiento obrero no debería firmar tregua alguna, porque los capitalistas y el Estado que les responde no la cumplirán jamás, ateniéndose exclusivamente a la preservación y aumento de su tasa de beneficio -como acaba de ocurrir con el compromiso de las patronales de “no despedir” firmado en mayo y que, hasta septiembre, significó casi 100.000 despidos. Pero, además, han firmado un inmovilismo prolongado  en un país con cuatro millones y medio de trabajadores sin empleo o precarios, frente a una recesión que suma más de 200.000 despidos en un año y una bancarrota capitalista mundial que se pretende descargar aún con más fuerza sobre los trabajadores.


 


Pero esto no es, con todo lo que significa, lo fundamental. Las organizaciones le han firmado una carta de supervivencia política a un gobierno que se encuentra en el punto de crisis más alto desde su asunción, y que tiene en carpeta un plan de ajuste y eliminación de conquistas obreras. 


 


La estatización


 


Las organizaciones firmaron la paz social y la creación del Consejo de la Economía Popular bajo jurisdicción del gobierno y de carácter consultivo, que estará constituido -¡oh, casualidad!- por “hasta tres” representantes de las organizaciones sociales (son tres las organizaciones sobre las que pivotea esta cooptación institucionalizada).


 


Replica la Mesa de Diálogo de 2002, creada a instancias de la Iglesia luego del Argentinazo, como operativo de contención, una mesa que juntó al empresariado, la CGT y las ONG -a quienes ahora se reemplaza por las “organizaciones sociales”.


 


“Es un buen acuerdo económico”, es el latiguillo con el que los dirigentes de estas organizaciones y otras que se avienen justifican el paso dado.


 


¿Es así? Se resignó la reivindicación absolutamente mínima de un salario mínimo (7.560 pesos al día de hoy) para todo trabajador del Argentina Trabaja o cualquier plan similar, así como la creación del millón de puestos de trabajo que se presentó como el gran propósito de la Emergencia.


 


¿Qué se logró, concretamente?


 


•Un aumento de 30.000 millones de las partidas para planes de empleo, cuya administración queda en manos del gobierno y que se promete obtener de la “reasignación de partidas”, por lo que puede ser a costa de reducir aún más otras prestaciones de orden social.


 


•Que los cooperativistas tengan una obra social y aporten para una jubilación, lo que se presenta como una dignificación y por ahora son descuentos que se extraen de un ingreso miserable, sin especificar cuáles son los servicios de esa obra social y cuál es el salario mínimo que percibirá el jubilado.


 


•Un ingreso de 4.000 pesos a partir de diciembre para los programas Ellas Hacen, Argentina Trabaja y Trabajo Autogestionado, que no cubre siquiera la inflación de los últimos dos años.


 


•Un bono de 2.030 pesos para fin de año, un aumento del 40% en las partidas de comedores y un 60% en los merenderos, a partir de una base ínfima.


 


Ni los unos ni los otros


 


CFK ha salido a despegarse por boca de su hijo, planteando que “no está mal mitigar los sufrimientos que causa este modelo. Lo que no se puede es dejar de cuestionarlo”. Hipocresía pura. Los movimientos que hoy firman la estatización formal ya lo estaban, sólo que de otro modo, como cooptados del gobierno “nacional y popular”, de los gobiernos de provincia o las intendencias.


 


Este desplazamiento plantea una batalla en regla por la independencia política: ni la alianza del Consejo de Estado y la paz social ni el régimen de cooptación a lo Milagro Sala. No es casual que los grandes ausentes de la concertación hayan sido el Polo Obrero y los movimientos que se reclaman independientes. A ellos les cabe desenvolver una poderosa alternativa clasista en oposición al gobierno y su oposición patronal.