La personería de la CTA


La CTA tiene todo el derecho del mundo a ser reconocida por el Estado como sindicato, incluso si en muchos aspectos es más una organización no gubernamental. Por ejemplo, admite la afiliación individual y de entidades de propietarios. ¿Pero, además, para que la quiere?


No la quiere, por cierto, para luchar por los docentes o estatales, como lo prueba el hecho sin precedentes de que han pasado a ser los sectores asalariados peor remunerados en un periodo de recaudación fiscal record. No defiende el planteo de huelga general, que es la verdadera razón de ser de una central sindical nacional.


La quiere para sentar el culo en el PAMI o en cualquier organismo estatal que reconozca una participación gremial de tercer grado. La quiere para estar en el Consejo del Salario Minimo, donde iría a defender el salario ciudadano mínimo, que no supera la canasta de la pobreza. Durante el Argentinazo, la CTA recogía firmas por un referendo contra la pobreza, que la crisis política arrojó al olvido.


Las divergencias con la burocracia de la CGT es un asunto de privilegios. Los ‘gordos’ y los que lo son un poquito menos pueden temer que el reconocimiento de la personería gremial de la CTA facilite a muchos colectivos obreros o sindicatos locales la formación de organizaciones independientes del aparato burocrático. De todos modos, Moyano no ha podido reunir a sus rivales de la CGT con el pretexto de oponerse al reclamo de la CTA, quizás porque para los Cavalieri, los Moyano sean los enemigos principales. En este caso, la pelea de la burocracia de la CTA habría servido para acelerar la crisis de la burocracia de la CGT.


Estamos por el reconocimiento pleno de la personería de la CTA, pero se trata de un asunto secundario por referencia a los problemas fundamentales del movimiento obrero, que es echar a la burocracia de los sindicatos.

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