Políticas

20/3/2003|793

La Plaza de Mayo del Partido Obrero

Les guste o no a nuestros adversarios, el acto de lanzamiento de las candidaturas del Partido Obrero, el viernes pasado en Plaza de Mayo, ha sido el más importante de toda la campaña electoral hasta este momento. Es precisamente por eso que la prensa del día siguiente lo omitió de una forma ignominiosa, porque no hubiera podido explicarlo. La Nación publicó un comunicado de prensa fuera de lugar, en un espacio muy inferior al que consagró al deseo de Carrio de encontrar un marido que no fuera funcionario público. Clarin se limitó a una foto, buena técnicamente, pero no de la masa de casi 10.000 asistentes, sino de Altamira. Pagina 12 le ganó a todo el mundo porque consiguió algo que se creía típico de la dictadura militar: sus lectores ignoran hasta el día de hoy que el PO hubiera protagonizado un acto de lanzamiento de la campaña electoral. El PO, claro, no paga el suplemento Ciudad de esa hoja del progresismo. Ninguno de estos diarios, sin embargo, había dejado de mandar al acto a su fotógrafo o cronista. Al final, parece que la opinión pública se verá obligada a informarse a través de los Hadad.


La asistencia multitudinaria fue “espontánea”, o sea conciente, porque no impuesta por ningún aparato, sino conciente. Indudablemente, reunió a vastos sectores piqueteros, de fábricas ocupadas, de sindicatos y de asambleas, pero esto significa que una parte importante de este movimiento de lucha ha llegado a la conclusión de que tiene que participar de una lucha política con un programa definido, no simplemente hacer el culto del discusionismo o, en otros casos, de la acción sin objetivo estratégico. El viernes debutó en la Plaza el movimiento piquetero políticamente conciente. Le arrebató a los D´Elia, otra vez más, una bandera, la de la alternativa política, pero en este caso revolucionaria. Los piqueteros tienen una guía clara, no están obligados a optar entre los planes y las bolsas, de un lado, y la burocracia colaboracionista, del otro.


Sólo 20 horas despues del acto, miles de los asistentes a la Plaza marcharon a la embajada yanqui para oponerse a la guerra imperialista. Apenas 36 horas más tarde, unos mil compañeros rodearon el acto del PO en el barrio Luz de Berazategui. ¿Estamos frente a un síntoma de que la campaña electoral está ganando fuerza en un sector de las masas y que gira enérgicamente hacia la izquierda? Pensamos que lo ocurrido en esos cuatro días no alcanza para sentar esta caracterización. Pero es un dato. Los candidatos oficiales se siguen dividiendo y se encuentran ante varias catástrofes por delante, como la guerra, o la bancarrota de Brasil, anunciada por varios diarios, entrelíneas, durante varios días. Frente a la envergadura de la crisis estos candidatos son papel pintado. Pavonean entre sonrisas forzadas de que la bancarrota bancaria en Argentina ha concluido, en el mismo momento en que se anuncia, con una inminencia nunca antes vista, la nacionalización en masa de los bancos japoneses o la igual inminencia de una convocatoria de acreedores de los grandes bancos alemanes.


Bush, Blair y Aznar se tuvieron que reunir en una isla porque en territorio continental la hubieran pasado como Clinton en Seattle, en diciembre de 1999. En las vísperas de una guerra de destrucción nunca vista, los poderosos del mundo necesitan arreglar una cueva para deliberar. Es la hora de una gran ofensiva.


Los que vinieron a la Plaza el viernes son concientes de ello.