Políticas

12/12/1996|523

La reactivación … o “un obsequio del día de los inocentes”

Hace dos semanas, un ‘cotizado’ analista económico ratificaba el análisis de Prensa Obrera acerca de “la gran pipa de la recuperación económica” (Nº 518, 7/11). Según Wálter Graziano, toda la información divulgada por el gobierno respecto de la supuesta ‘reactivación’, contiene “más inexactitudes que verdades” (La Nación, 24/11).


Por un lado, dice Graziano, está la “inexactitud (de) adjudicar la recuperación al tercer trimestre de este año (un índice de incremento del producto bruto superior al 6% en relación al mismo trimestre del año anterior), cuando en realidad la tasa de crecimiento de ese período con respecto al trimestre anterior fue exactamente cero, lo que no marca precisamente aceleración, sino fuerte desaceleración de la recuperación”. Por otro lado, sale al cruce del ‘macaneo’ sobre el carácter más “sano” de esta ‘recuperación’ respecto a lo “evidenciado entre 1991 y 1994”, en el sentido de que “ahora se asienta el supuesto crecimiento en exportaciones y no ya en consumo como antes”. Graziano dice que, analizando el aumento de las exportaciones según las últimas cifras proporcionadas por el Instituto de Estadísticas (INDEC), correspondientes al segundo trimestre de este año, ese aumento “es un fenómeno únicamente causado por el incremento en los precios internacionales de las materias primas, mientras que la cantidad total de bienes exportados sufrió un agudo descenso con respecto a igual período de 1995, nada menos que del 5,4%”, que alcanza al 15,4% en bienes primarios, al 7,7% en manufacturas industriales y al 0,6% en las de origen agropecuario.


Tampoco el “motor” de esta ‘reactivación’, dice Graziano, ha sido la “inversión”, pues el índice divulgado del 17% de incremento del 3er. trimestre (en relación a igual período del año anterior), es “otro ‘gran espejismo’ estadístico. Ocurre que el tercer trimestre de 1995 había mostrado una cifra anómalamente baja en cuanto a inversiones. Nada menos que una caída del 25% con respecto al nivel evidenciado en el tercer trimestre de 1994. Por lo tanto, la recuperación del 17% nos sitúa aún cerca de un 11,5% por debajo del nivel de inversiones totales alcanzadas en aquel período”.


Según otro analista, si el déficit del balance de pagos de este año se ‘ajusta’ considerando “los 5.000 millones de dólares de contrabando y subfacturación, que informaron el propio Ministerio de Economía y la Unión Industrial en relación con el affaire de la Aduana”, y se “resta 2.000 millones de sobrefacturación en las exportaciones, fraude ampliamente publicitado en el caso del oro, de los galpones arrojados al mar, en Tierra del Fuego, de las guías telefónicas exportadas como libros y de las guías falsas a la República Dominicana”, las cifras de “las cuentas no cierran” (Federico Frischnecht, en Ambito, 26/11). “Si el producto crece 4% —como dice el gobierno—, el consumo 4,5% y la inversión 7%, el déficit externo tiene que ser cero. Luego, si el déficit externo (de la balanza de pagos ‘reajustada’) es de 15.000 millones, el producto no puede aumentar nada… quiere decir que el producto bruto es más o menos igual que el del año anterior, o sea que continúa la recesión y que el gasto se sigue financiando con deuda externa”.


“En el mejor de los casos —dijo otro ‘gurú’ de la ‘city’ en la cena anual de los industriales— el producto va a crecer en tres años (1995/1997) apenas al 1 por ciento anual” (Ricardo López Murphy, Página 12, 17/11).


Según un documento oficial de la propia Unión Industrial, “la salida de la recesión aparece como extremadamente lenta: la relación entre la capacidad de pagos en divisas y el endeudamiento externo viene empeorando y vuelve a hablarse de una refinanciación del actual stock de deuda, y los problemas fiscales se agravan” (Página 12, 17/11). Para la UIA, no hay duda de que “la situación económica del país es grave” y “por primera vez, desde abril de 1991 (hasta ahora hubo siete informes), se anima a discutir (en el último) la posibilidad de salir de la Convertibilidad” (ídem). Según acaba de decir el ya citado López Murphy, la situación se sostiene exclusivamente “por cuanto momentáneamente las condiciones internacionales son extremadamente favorables” (por el fácil acceso al crédito externo), pero recuerda que “tarde o temprano las vacas gordas se terminan” (Ambito, 4/12).


En este cuadro, la línea que predomina en la UIA, orientada por el grupo Techint, según Página 12, no sería partidaria aún de una devaluación, por temor a que en el presente cuadro provoque una aguda recesión. La UIA se orienta, así, a una perspectiva ‘proteccionista’, que agravará los choques al interior de la burguesía, en el Mercosur y con el imperialismo. Es que plantea la revisión de los aranceles, la aplicación de cupos de importación frente a la ‘competencia desleal’, cargar a los servicios privatizados con mayores ‘aportes laborales’ y  ‘regulaciones’ que modifiquen las tarifas.


La ‘estabilidad’ es tan precaria que, según una vez más Wálter Graziano, el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos (déficit comercial más intereses de la deuda pública y privada), “en términos relativos, no sólo es superior al existente en países desarrollados como los EE.UU., sino que también sería, en términos relativos, el más alto de los países importantes de América latina, incluidos México, Brasil y Venezuela” (La Nación, 8/12).


Graziano cree que el “futuro venturoso” que “regala” el gobierno por estos días puede parecerse a “un obsequio propio del día de los inocentes” (ídem). Resulta que incluso ante los primeros visos de ‘reactivación’, lejos de abrigarse ‘augurios’, se provocan nuevos trastornos: “ha bastado —dice— un modesto salto en el nivel de actividad, ocurrido en el segundo trimestre de este año, para volver a generar déficit de balanza comercial” (ídem). Encima, los recientes índices deflacionarios en el costo de vida, en un marco de incremento del precio de los combustibles y del transporte, e “incluso en el índice de precios a la construcción, donde también se verificó, según el INDEC, una importante caída de nuevos permisos para construir” (ídem), no hacen más que resaltar la estafa de la ‘reactivación’.


A su turno, también, “la recaudación —impositiva— de noviembre fue, en términos reales, la misma del mismo mes de 1992, lo que implica también que no se estaría verificando un aumento importante de la demanda. Además, los créditos irregulares de los bancos siguen siendo aproximadamente de $15.000 millones, cerca de 20% del total de préstamos” (ídem). Como se ve, un cuadro de catástrofe económica en ciernes.