Políticas

27/12/2002|786

La rebelión popular está en pie

La prensa de mayor peso en el país ha debido señalar, sin excepciones, que el acto en la Plaza de Mayo fue el eje político y social de las jornadas del 19 y 20. Pero la prensa soslayó el punto político central. Las organizaciones piqueteras en lucha han ido varias veces a la Plaza de Mayo en el pasado y con algunos de estos mismos convocantes organizaron el acto que congregó, el 1º de Mayo, a 15.000 luchadores de la clase obrera. Pero jamás una movilización de tal masividad y alcance (100.000 personas, hasta la 9 de Julio) había ocupado el territorio histórico que había sido del peronismo. Una semana antes, los Rodríguez Saá, Moyano y Rico habían renunciado a “recuperar” la Plaza ante la firme delimitación política del movimiento piquetero. La convocatoria a marchar a la Plaza y a todas las plazas públicas del país fue impulsada hace tres meses por la Asamblea Nacional de Trabajadores (Mijd, Barrios de Pie y el Bloque Piquetero Nacional, el Polo Obrero (como una movilización política contra el gobierno y el régimen sintetizada en tres consignas: Fuera Duhalde ya, por otro 19 y 20, por un gobierno de trabajadores.


Pero también la rama de centroizquierda del peronismo histórico renunció a la Plaza de Mayo. En el cierre del Congreso de la Cta, Víctor de Gennaro “explicó” que “no es lógico plantearle a los trabajadores de Jujuy o Tierra del Fuego que la concentración se haga en Plaza de Mayo. Queremos que participen todos, cada uno en su lugar”. Allí mismo y en el clímax de la campaña de intimidación del gobierno, Marta Maffei llamó a no marchar a la Plaza porque “debemos cuidar a nuestros militantes, no queremos más muertos y desaparecidos”. Seguía así el planteo extorsionador de D’Elía (Ftv), que adjudicaba la responsabilidad por los “saqueos” y la “violencia” no a los servicios del Estado sino a otras organizaciones piqueteras (Página/12, 15/12). La Cta (junto a la Ccc) que sabotearon la rebelión popular del año pasado, han mantenido una política de tregua frente al gobierno de Duhalde y forman parte de los Consejos de Crisis que pretenden transformar a los desocupados en clientes del capitalismo. La Cta Capital, por el contrario, reivindicó como propios a los caídos el 19 y 20, y marchó a la Plaza de Mayo.


 


“Piquetes y cacerolas”


La Plaza de Mayo fue el escenario incuestionado de los protagonistas sociales y políticos de la nueva etapa histórica. De conjunto fue la movilización más significativa de “piquetes y cacerolas” desde el imponente cacerolazo nacional que llevó a la caída de Rodríguez Saá (“el acto más grande de toda la semana y uno de los más importantes de los últimos tiempos”, señaló Clarín, 21/12). Junto a otros datos centrales de la movilización popular del 19 y 20 existe uno con peso propio: cuando las columnas provenientes del Congreso comenzaban a ingresar en la Plaza de Mayo existía una masa de casi 10.000 manifestantes independientes, espontáneos o de las Asambleas Populares que ya estaban esperando la realización del acto. Es decir, la movilización en Plaza de Mayo tuvo una concurrencia significtiva del “hombre de la calle”, el mismo que supuestamente no iba a movilizarse, según los Carrió y Zamora, si la convoca-toria tenía un definido carácter organizado.


Esta plaza volvió a confirmar que “el hombre de la calle” no se suma a la lucha de las masas en función de la adaptación de las direcciones a sus prejuicios sino por la necesidad de enfrentar la confiscación y miseria capitalistas. En el desarrollo de la Marcha Federal se hicieron presentes chacareros y ahorristas arruinados en los actos de la marcha piquetera.


Las columnas provenientes de Plaza Constitución, Liniers o Plaza Italia fueron saludadas y apoyadas a su paso por la clase media y, a su turno, los manifestantes que se acercaron espontáneamente sumaron un buen cuarto de la concurrencia total. La Plaza de Mayo del 20 de diciembre no sólo expresó la derrota de la vasta campaña de intimidación montada por el gobierno en torno a los hipotéticos saqueos; mostró también a un conjunto de direcciones de lucha de la clase obrera que, lejos de estar aisladas, están sostenidas por una masa popular. Las Asambleas Populares se movilizaron en masa hacia Plaza de Mayo, confirmando la conciencia que existe de que la posibilidad de victoria en la presente etapa histórica depende de un movimiento popular acaudillado por la clase obrera.


La vigencia de la rebelión popular


Como se ha dicho, las direcciones piqueteras llamaron a movilizarse por un nuevo Argentinazo hace tres meses, en oportunidad de la última Asamblea Nacional de Trabajadores, pero la instalación del 19 y 20 fue cobrando fuerza por el propio desarrollo de la crisis política. En las horas previas a la ocupación de Plaza de Mayo el gobierno sólo podía exhibir un gigantesco empantanamiento, luego de haber organizado el mayor saqueo de la historia: fuga de 20.000 millones de dólares en el año (Clarín, 24/12), la quiebra industrial sigue en pie, los niveles de pobreza se han acrecentado, el acuerdo con el FMI es precario, el plan político electoral continuista está en crisis y fruto de este fracaso la pelea entre la burguesía “pesificada” y “dolarizadora” está al borde del estallido.


En este escenario, la concurrencia a Plaza de Mayo y el eco popular de la convocatoria expresaron la conciencia de una inmensa franja popular sobre la necesidad de completar la faena iniciada un año atrás.


Pero lo que distingue a esta Plaza del pasado es mucho más que esto.


Ocuparon el escenario histórico las fábricas ocupadas y gestionadas por los trabajadores, los sindicatos recuperados, las comisiones internas en lucha, es decir todo lo que representa la evolución de la clase obrera piquetera en lo que va del año. La Plaza mostró un crecimiento de las organizaciones de desocupados en lucha, expresado ya en el Acampe del 7 de noviembre frente al Ministerio de Trabajo.


La Plaza reveló así el desenvolvimiento de los protagonistas de la nueva etapa histórica de Argentina y los explotados. La “sensación de alivio” que, según los medios, se vivió en el gobierno por el desenlace sin violencia de las jornadas del aniversario del Argentinazo, es engañosa. La patota bonaerense es absolutamente conciente, por sus propios lazos con el movimiento de las masas, que la concurrencia a Plaza de Mayo es el signo inconfundible del abismo abierto entre las masas obreras y explotadas y el propio gobierno. Duhalde acaba de llamar a los jerarcas del peronismo a “recuperar” a los piqueteros que, según él, “eran nuestros”. La masividad de la Plaza y las contradicciones insalvables del régimen son signos elocuentes de la crisis de poder y de las tendencias a la disgregación que esta encierran.


 


Límites


“A la par que el crecimiento piquetero, las jornadas del 19 y 20 reflejaron su profunda fragmentación” (Página/12, 21/12). La periodista pretende de este modo jerarquizar las convocatorias de la Ftv (Cta), Ccc y ponerlas en pie de igualdad con la de la Asamblea Nacional Piquetera. Pero de conjunto, el bloque colaboracionista sufrió una derrota política considerable al no juntar más de 3.000 manifestantes cada uno. La Cta y Ccc tienen inmensas dificultades para sostener su política según se deduce de las propias palabras de Juan Carlos Alderete: “Hay mucha calentura por lo que las otras agrupaciones dicen de nosotros” (Crónica, 20/12).


El acto en Plaza de Mayo mostró la absoluta vigencia de la consigna “Que se vayan todos” y la necesidad de una alternativa propia de los explotados frente a la crisis de poder y la agudización de la crisis política. Néstor Pitrola (ver discurso en la contratapa de esta edición) presentó esta alternativa, reclamando una Asamblea Constituyente soberana, convocada por las organizaciones en lucha.


El Polo Obrero tuvo una participación significativa, la más importante desde su nacimiento. Defendió y logró que toda la clase obrera en lucha estuviera representada en el palco, incluyendo el grueso del movimiento de los trabajadores desocupados.