Políticas

11/1/2017

La renuncia de Pérez Baliño, algo más que un problema de “gestión”

Se profundiza la crisis política del gobierno.


El desarrollo de la crisis política al interior de las camarillas del gobierno de Cambiemos no da tregua ni en vacaciones. Días después de que Prat Gay fuera “renunciado”, en la segunda semana del año, la crisis se lleva puesto a otro “casi” ministro.


 


La “renuncia” del viceministro de Salud, Néstor Pérez Baliño (un hombre del riñón histórico radical-macrista de la gestión de esa cartera en la Ciudad de Buenos Aires), al  cargo del área que manejara el 70% del presupuesto total del Ministerio, no es “un rayo en cielo sereno”.


 


Desde la asunción del macrismo ya se habían consumado seis renuncias de funcionarios de segunda y tercera línea en el área de Salud presuntamente por las subejecuciones de partidas presupuestarias y por la falta de insumos en diversos programas ministeriales. La renuncia de Perez Baliño resulta ser la séptima –en un año de gestión-, como preludio de la casi inminente partida del Ministro Lemus (amigo personal de Macri, quien fuera oportunamente “echado” por la actual gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, de la Secretaría de Salud porteña).


 


Atribuir el despido de Perez Baliño al problema de la “falta de idoneidad” por las subejecuciones presupuestarias resulta una concesión política errónea o, al menos, una lectura insuficiente. 


 


La no ejecución de fondos en diversas áreas y programas de Salud (falta de medicamentos esenciales para tratamientos con HIV y tuberculosis, la no ejecución del 85% del Programa Sanidad Escolar, la subejecución en programas de enfermedades crónicas y endémicas) viene acarreando graves consecuencias para la población sanitaria afectada. 


 


Pero la reestructuración del Ministerio de Salud con el desplazamiento de Perez Baliño y la división del área en dos (a cargo de Adolfo Rubinstein y Alberto Epstein) responde más a intentar “apaciguar” la interna palaciega y de camarillas que se viene desarrollando en el Ministerio, y en el gabinete nacional de conjunto.


 


“Su salida del gabinete tiene como telón de fondo la renuncia de Prat Gay, la salida de Isela Constantini y los rumores sobre una posible renuncia de Sergio Bergman” (Ambito, 9/1) Hasta el propio ex ministro kirchnerista Ginés González García (quién por estos días se ha paseado por cuanto medio de comunicación pudo para reivindicar el recorte de medicamentos del PAMI para jubilados) se ha anotado en el debate: “no saben qué hacer para resolver el problema. Hay muchas internas espantosas… el personal del Ministerio de Salud  está desorientado y muy desanimado" (iProfesional, 10/1).


 


Las crisis interna que desde hace meses viene sufriendo la coalición gobernante Cambiemos (para el presidente de la Cámara de Diputados y tercero en la línea de sucesión presidencial Emilio Monzó “es un espacio político vacío desde hace un año”, Clarín, 4/1) se potencia en el área de gestión de Salud.


 


A partir de la asunción de Macri, este área de gobierno ha pasado a ser un entramado de camarillas integrado por radicales provenientes de la gestión sanitaria en la Ciudad, personeros del tristemente célebre Enrique “Coty” Nosiglia, asociado al burócrata y mafioso Luis Barrionuevo y las corporaciones de la medicina privada y los laboratorios.


 


De hecho, el anuncio realizado hace meses con “bombos y platillos” de la reforma en el Sistema Público de Salud, que significa la privatización del hospital público y un negocio para la burocracia sindical por la devolución de los fondos retenidos por el Estado a las Obras Sociales, oportunamente denunciado en Prensa Obrera (Ver aquí) ha quedado en la nada por la parálisis en la gestión ministerial.


 


La crisis política por las internas de Cambiemos ha colocado en un cuadro terminal de inmovilidad la gestión ministerial sanitaria. Ya se ha llevado puesto siete funcionarios solamente en un año. El próximo en la fila es el ministro Lemus.