Políticas

11/11/1999|648

La responsabilidad de la izquierda ‘unida’ en el ascenso de la alianza

Las elecciones del 24 de octubre coronaron un proceso que debe ser apreciado de conjunto. Esto permitiría comprender, también, cómo se orientó la izquierda en el escenario que culminó con la victoria de De la Rúa.


El ascenso de la Alianza se fue estructurando a medida que se pusieron de manifiesto, primero, las limitaciones del régimen menemista y, después, su agotamiento.


Las contradicciones del menemismo se plantearon como consecuencia de su propia política. Así, al abismo creado con las masas se sumó el hecho de que la burguesía misma comenzó a rebelarse contra su propio gobierno. El final del remate de las ‘joyas de la abuela’, la disputa por los recursos menguantes del Estado, las restricciones y fracturas provocadas por la crisis económica y por los apetitos de la camarilla del riojano dividieron al frente oficial.


 


¿Qué salida?


La necesidad de una reorientación en los métodos de gobierno y en la gestión estatal se aceleró a medida que la descomposición y la corruptela generalizadas se extendían a los aparatos de seguridad y a la cúpula del poder. En este terreno se fue definiendo una salida que asegurara, a su modo, el orden vigente.


La bandera formal o, si se quiere, la zanahoria de la arquitectura alternativa al menemismo fue la lucha contra la corrupción y por la ‘transparencia’. Esto‘oxigenaría’ el manejo del poder y la ‘economía de mercado’, lo que permitiría plantear las ‘reformas pendientes’: privatización de la asistencia social, de la salud, de la educación e incluso de la Justicia (conciliación judicial, privatización del cobro a los morosos impositivos, incluso el Consejo de la Magistratura, con representantes de los estudios de abogacía). La cantinela de la ‘honestidad’ desviaría la atención de las masas de la reivindicación directa de sus reclamos más sentidos y elementales.


Por esto mismo, se presentó la obra de saqueo y superexplotación del menemismo como un ‘modelo’ cuyas bases podían ser preservadas, renovando el equipo gerencial. A este programa de moralidad, honestidad y justicia se remitía el verso original, de que “otro país es posible”, que unió a la mayoría de la izquierda en el ‘93-‘95 en lo que luego sería el Frente Grande y el Frepaso. ¿No está claro que el Frepaso fue, desde mediados de la década, la vanguardia‘ideológica’ o ‘programática’ del planteo que acaba de triunfar el 24 de octubre?


 


El ‘cambio’


Lo único que faltaba era anclar semejante ‘proyecto’ en el ‘sistema político’ para asegurar su ‘confiabilidad’ a los amos del poder. Por eso el Frepaso entregó primero su comando a Bordón y, más tarde, al radicalismo. La bancarota electoral de la UCR en 1955 facilitó su pasaje a esta ‘tercera vía’, pues de lo contrario corría el riesgo de desaparecer. Para garantizar la travesía, se entregó la jefatura del contubernio a un representante del clericalismo semiliberal,‘convertido’ al credo de la Internacional Socialista de los masacradores en Kosovo.


Que todo este reacomodamiento era una necesidad de la burguesía lo revela el coqueteo permanente de Beliz y Cavallo con el Frepaso, al cual no vacilaron en calificar de “fuerza innovadora”. El citado Cavallo fue más lejos que el propio Frepaso cuando llamó a poner en comisión a todo el Poder Judicial para garantizar el orden republicano.


En este punto, la pregunta es: ¿contribuyó la izquierda a la delimitación de todo este proceso político? ¿Combatió por estructurar una alternativa política independiente de toda esta maniobra? ¿Se fijó un programa y una estrategia propios?


 


La izquierda


La verdad es la siguiente: la salida derechista del ‘centroizquierda’ sólo pudo progresar mediante la incondicional adhesión de las centrales sindicales opositoras y de todas las ‘izquierdas unidas’ que, primero, parieron al Frepaso con el Frente del Sur y luego dieron su total apoyo al verso de la ‘central alternativa’ pergeñada por el aliancista Víctor De Gennaro. Al mismo tiempo, las burocracias de la CTA y el MTA hicieron lo imposible por abortar la tendencia a la huelga general; no digamos ya por estructurar un polo político propio de las organizaciones de masas de los trabajadores. La Marcha Federal, el Comité de Enlace, que incluyó además al PTP, concluyeron en la nada; la Ctera se transformó en una consultora impositiva. Hubo un esfuerzo tenaz por expropiar cualquier significado propio de la resistencia de las masas y llevarla al molino de la salida derechista.


La izquierda tradicional no es más que la ‘viuda’ de este proceso. Si no pudo prenderse en la parada, navegó políticamente en las aguas del centroizquierda. Hasta el día de hoy, el PC caracteriza a la CTA como una “alternativa de los trabajadores” y es en la dirección de De Gennaro donde milita Patria Libre. Por eso rechazaron, con total complicidad de la CTA, en el acto común que convocamos el 1º de Mayo de 1997, la conformación de un frente político reivindicativo de la izquierda y las direcciones sindicales antiburocráticas que buscaban un camino propio. Nos referimos a los trabajadores del transporte, a los mecánicos, a los obreros gráficos, que no pudieron darle una fisonomía de lucha al acto y a la conformación de un comando común de los trabajadores y sus partidos, por la negativa de la izquierda. Al revés, Izquierda Unida llevó como principal candidato, en las elecciones de Córdoba, a un enterrador de luchas, Bazán, el aliado de Primatesta en la emergencia de Angeloz-Mestre y responsable igualmente de la derrota de Fiat-Cormec y de la lucha contra la privatización del agua. Así, hoy, Bazán es secretario general de la CTA, al lado de su secretario adjunto… que fue candidato por el Frepaso.


Por eso, cuando Izquierda Unida pretende apropiarse de la bandera de la unidad, procede como una encubridora. Porque sí que lo fue, pero del Frente del Sur que llevó al Frepaso, no de la unidad real de la izquierda. Además, se armó en el sigilo para oponer a la unidad de toda la izquierda sus propios apetitos. Este planteo ‘unitario’ incluyó la nominación de candidatos propios… ocho meses antes de las elecciones de octubre pasado.


El conjunto de la izquierda democratizante es responsable de la salida centroizquierdista antiobrera del pasado 24 de octubre.