Políticas

6/1/1994|410

La responsabilidad del Mst

Los principales bloques políticos que se enfrentarán con motivo de la próxima Convención Constituyente ya están debidamente formados. Entre ellos está ausente, sin embargo, el Frente de Izquierda y, más específicamente, el Fit, esto a pesar de que ocupó el quinto lugar en las elecciones del 3 de octubre pasado en la Provincia de Buenos Aires. Pero la falta de un frente de izquierda significa que no se postula como una alternativa política, toda vez que la próxima Asamblea Constitucional (más allá de su carácter distraccionista) será el escenario donde habrán de chocar las distintas alternativas de poder de cara a la opinión pública, la ciudadanía y los trabajadores.


Se repite, aunque en forma agravada, lo sucedido a mediados del año pasado, cuando la formación de un Frente de Izquierda fue demorada hasta el último momento, otorgando con ello una ventaja inapreciable a sus rivales. Esto significa, en aquella oportunidad como ahora, una definida tendencia contra la formación de un frente independiente respecto a la burguesía y sus partidos. Que esto vuelva a ocurrir luego de la formación del Fit y cuando el Frente Grande dio una demostración prematura de su carácter reaccionario al votar la intervención de Menem-Cavallo contra Santiago del Estero, delata una tendencia a la disolución de la izquierda en el campo patronal o al sectarismo —lo que equivale a lo mismo.


El Partido Obrero viene insistiendo desde hace dos meses en la necesidad de formar un frente de izquierda para intervenir en la Constituyente reaccionaria. En oportunidad de la firma del“pacto podrido” planteamos que la única respuesta consecuente a este intento de regimentación política era la formación de un frente de izquierda. Desde hace varios meses estamos empeñados en una discusión sobre la Constituyente, dentro de la izquierda, que tiene el propósito de homogeneizar las posiciones de ésta y de delimitar con claridad las divergencias.


¿Cuál es entonces la razón de la desaparición política de la izquierda como frente? Aunque la responsabilidad puede distribuirse generosamente entre diversas organizaciones, la principal le cabe al Mst, esto porque es integrante del Fit y ha rechazado hasta ahora todas las propuestas para que éste intervenga públicamente frente a la Constituyente. Los dirigentes del Mst han justificado su conducta en la necesidad de “agotar la experiencia con el Frente Grande””, al cual no se debería despreciar—dicen— en razón de la expectativa de que pueda tener un mayor progreso electoral.


¿Pero esto significa que el Mst está asumiendo su responsabilidad en la hibernación (liquidación) del Fit, o que la está encubriendo?


“¡Concretemos el frente!”… Grande


Si se tratara de “agotar la experiencia”  con el Frente Grande, esto podría hacerse desde el Fit y no en contra de él. Bastaría con proponerle al FG la discusión de un programa y criticar, desde el punto de vista del Fit, el que el Frente Grande plantea. Pero oponer la intervención del Fit a la llamada necesidad de “agotar la experiencia”  con el Frente Grande, es simplemente plantear la disolución del Fit para ingresar en el Frente Grande.


Es en efecto lo que ha hecho el Mst. En un artículo (Semanario Socialista, nº 76) plantea: “En las últimas elecciones el Fit … fue un paso positivo … Hoy es preciso avanzar y ampliar esa unidad. Para eso nos hemos dirigido al Frente Grande proponiéndole un programa”.


¿Se puede llamar a esto un planteo para “agotar la experiencia” con el Frente Grande? Este es el planteo con el que el partido comunista justificó hace tres años su participación en el Frente del Sur y luego en el Frente Grande. La necesidad de “ampliar la unidad”  con independencia del contenido político de la unidad, es el planteo del partido comunista y equivale al seguidismo a la pequeña burguesía democratizante y bastante derechizada. Es cierto que el Mst le “propone” al Frente Grande “un programa”, pero no condiciona de modo alguno la “unidad” al acuerdo sobre el programa. Por eso, aún antes de discutirlo, o incluso antes de que el Frente Grande pudiera enterarse del contenido de su artículo, el articulista del Mst concluye: “No perdamos más tiempo. ¡Concretemos el frente!” (cursiva nuestra). Esto fue escrito apenas 24 horas antes de que el Frente Grande votara la intervención a Santiago del Estero.


En otro artículo del mismo periódico, el Mst afirma que “vemos con preocupación estos pasos dados por el FG” —en referencia a que en su Encuentro Nacional el FG “no tomó ninguna definición sobre temas fundamentales como la deuda externa, las privatizaciones, el sometimiento del país al imperialismo o el indulto a los genocidas”. Pero esta “preocupación” del Mst, por valorable que pueda ser considerada, constituye un gigantesco paso atrás respecto a la denuncia que hiciera desde el Fit, de que el Frente Grande defendía el pago de la deuda y las privatizaciones, por ejemplo, y que ponía bajo sordina la cuestión de los genocidas. Lo único que puede “preocupar” aquí es la ambigüedad que ha pasado a tener el Mst respecto al Frente Grande, a medida que éste ha crecido en votos pero también en derechización.


El Frente Grande, compañeros, ya ha superado el estadio de la “preocupación”.


“Reforma constitucional alternativa”


El Mst tiene en común con el Frente Grande la ilusión constitucionalista, que consiste en creer que los países se pueden “reorganizar de arriba a abajo” por medio de una reforma de la Constitución. En este aspecto, los une, no la alegada necesidad del Mst de “agotar la experiencia”, sino los principios. Para los revolucionarios, por el contrario, la intervención en una Asamblea Constituyente, como en el parlamento en general, debe tener el objetivo de movilizar a las masas para la lucha práctica y directa por el poder. Al plantear una “reforma constitucional alternativa” (Semanario Socialista, nº 75), el Mst delata un acuerdo estratégico con el centroizquierdismo en general.


Pero la “reforma alternativa” del Frente Grande es de neto cuño imperialista, porque plantea la inscripción en la Constitución del tratado de derechos humanos de San José de Costa Rica, que establece la educación privada y religiosa (incluso en las escuelas del Estado); la prohibición del derecho al aborto; la inviolabilidad de la propiedad privada; la defensa del orden y de la moral públicas; el derecho de intervención “democrática” del imperialismo. Según el Chacho Alvarez, el otorgamiento de jerarquía constitucional al tratado de San José de Costa Rica nos pondría a la altura de las naciones modernas. El Mst, en su profusa apelación al Frente Grande, nunca ha denunciado este planteamiento del Frente Grande, que coloca a éste a la derecha de Durañona y Vedia y Adelina de Viola. La razón de esta carencia es comprensible: agotaría la experiencia con el Frente Grande.


En lugar de denunciar este crimen de lesa soberanía, el Mst prefiere destacar su coincidencia con el Frente Grande para que la Constituyente sea soberana. Pero con ello el Mst no alude a que las resoluciones de la Constituyente tengan un carácter imperativo sobre las leyes y los decretos vigentes, y a que de hecho asuma la dirección política del país, sino a que pueda determinar libremente su temario. El Frente Grande no podría menos que coincidir con esta posición, para luego naturalmente divergir sobre el contenido de ese temario. Hasta el propio oficialismo está coqueteando con la soberanía de la Constituyente, aun después del “pacto podrido”, para intentar establecer la posibilidad de la reelección presidencial indefinida.


El slogan de “agotar la experiencia” ha servido, como se ve, para encubrir una política de acercamiento al Frente Grande, con independencia de cualquier discusión, diferencia o acuerdo programático. Las dificultades del Mst con esta política residen, simplemente, en que el Frente Grande no tiene la consigna, al menos abiertamente, de “agotar la experiencia” con el Mst.


Santiago querido


“Rico y el Frente Grande votaron Sí” a la intervención a Santiago, denuncia brutalmente el Mst (22/12). El FG “optó, agrega, por el ajuste, la intervención y los gendarmes en las calles santiagueñas”. ¡Qué lo parió!


¿Significa esto que el Mst cambió? Aunque parezca mentira, no. En una reunión, el 4 de enero, el delegado del Mst respondió que no podía responder a la propuesta de Frente del PO porque aún estaban en “agotar la experiencia” con el Frente Grande. La brutalidad de las expresiones mencionadas es una cortina de humo para ocultar el rápido derrumbe de una política sin futuro.


Es interesante lo que dice el periódico del Mst (22/12): “Llamamos a todos los honestos luchadores que votaron al FG … que les exijan a sus dirigentes que expliquen su posición y que la revean: ¿Están con los santiagueños en las calles o con Schiaretti, Zavalía, Menem y Alfonsín?”.


Reveladora posición. Si se trata de “explicar”, los dirigentes del FG conocen todos los trucos del oficio de “explicar” y ya lo están haciendo. Solanas votó la intervención y luego se fue a Santiago a decir que apoya a los santiagueños. En lo que se refiere a “rever”  ya no hay revisión posible … ¡es ley! El FG no tiene otra política que la intervención federal, como lo demuestra de paso el planteo de la Intersindical de La Rioja en favor de la renuncia de “los tres poderes”  y elecciones en 90 días (es decir, una intervención negociada).


Pero lo más sugestivo del planteo del Mst es el agotamiento de su política de “agotamiento” y el perfil reaccionario que comienza a cobrar. Hasta el Santiagueñazo, el Mst le “exigía” definiciones y pronunciamientos a la dirección del FG. Si ésta evitaba darlas o respondía con planteos derechistas, esto debía servir para “agotar la experiencia” con el FG. El Frente Grande se cuidó, “sabiamente”, de no abrir la boca, y el “agotamiento de la experiencia” quedó pagando. Ahora, el Mst no se dirige ya a los “dirigentes” sino a “todos los honestos luchadores”. ¿Qué pasa si éstos fallan en el cumplimiento de la exigencia que les hace el Mst? Pues que queda “agotada la experiencia”, no con los dirigentes, sino con los luchadores, la base, con los militantes. Esto quiere decir que el Mst se enfrenta mediante un ultimátum con la gente que debería pretender ganar. El desastre no podría ser más completo.


El Frente de Izquierda es una política


Los “luchadores honestos” del Frente Grande no se encuentran allí porque el Chacho votó la Corte menemista o porque el FG apoya las privatizaciones. Se encuentran ahí porque dio su solución a la cuestión de la unidad de la izquierda, para lo cual aprovechó el desbande sin principios arteramente armado por el PC y el anterior Mas. Pretender, en estas condiciones, ganar a la base del FG mediante argumentos, razonamientos o llamamientos (y para peor, muy parecidos a los que esa base repudia dentro del FG), y no ofreciendo una unidad de izquierda superior, es algo condenado al fracaso. La política para ganarle al Frente Grande es hacer el Frente de Izquierda y no mimetizarse a él. Por eso decimos que lo que el Mst llama su política para el Frente Grande encubre su tendencia a disolverse en el centro-izquierdismo y a disolver al Fit.


 


Llamamos al Mst y a todos los partidos de izquierda a poner en pie un Frente de Izquierda.