Políticas

12/10/2000|684

La salida “exportadora” no existe

La decisión del gobierno norteamericano de subsidiar con 28.000 millones de dólares su producción agropecuaria es un jaque mate a la pretensión del gobierno y de la burguesía argentinos de resolver la crisis a través de las exportaciones. Si a esto se agrega, primero, la crisis del régimen automotriz común en el Mercosur, que podría conducir a una limitación de las exportaciones de autos y autopartes a Brasil, y segundo la decisión de muchos países asiáticos de sustituir la importación de aceite de soja y girasol de Argentina, la crisis del comercio exterior argentino no podría ser más completa.


Según los datos oficiales, los precios del maíz, girasol y aceites de soja y girasol *los principales rubros de la exportación argentina* están en caída libre. En la primera mitad del año, el precio del maíz cayó el 7%, el girasol el 18,9%, el aceite de soja el 20,9% y el aceite de girasol el 25,5%. El petróleo, en cambio, subió el 70%. Por eso, del incremento de casi 2.000 millones de dólares registrados en la exportación durante los 7 primeros meses del 2000, más de 1.000 millones se deben a petróleo y naftas.


Apoyándose en esta suba del precio del petróleo, el gobierno viene sosteniendo que la Argentina logrará ir superando la recesión por medio del aumento de las exportaciones. Así, se cansa de repetir que el elemento novedoso de la situación económica es que las exportaciones están creciendo al 14% anual y eso ayudaría a reanudar las inversiones y a compensar el estancamiento del consumo interno.


Pero ahora que el precio del petróleo está en baja, en cambio, “las cosechas récord de maíz y soja en EE.UU. y el aumento del precio sostén para el trigo y el maíz, plantean una nueva amenaza para el mercado mundial, con un serio riesgo para el mediano plazo de que se desplomen los precios” (La Nación, 16/9).


Se interpreta que los subsidios norteamericanos “apuntan” a desplazar las exportaciones argentinas “a Brasil” (Clarín, 16/9). A esto se agregan los subsidios europeos que son, por hectárea, 8 veces superiores a los que aplica EE.UU.


Más grave es lo que sucede en el mercado aceitero, un fuerte rubro exportador argentino. De acuerdo al Indec, “persisten las dificultades para colocar los aceites vegetales. Por un lado, India duplicó sus aranceles de importación para los aceites de girasol y soja. Irán nuevamente volvió a congelar los pedidos relacionados con aceites crudos y refinados. China continúa con la aplicación de barreras paraarancelarias con el propósito de desarrollar su propia producción. En Europa del Este también se han incrementado los aranceles de importación para los aceites envasados a esos mercados. El panorama para los meses venideros no es muy alentador ya que se perfila que el aceite de palma de Malasia continúe ganando posiciones a precios competitivos con relación a los aceites de soja y girasol”.


En carnes, además de la crisis por la aftosa, hay “una paulatina disminución de stocks, pérdida de competitividad en relación a Australia y Nueva Zelanda, además de la restricción que imponen las cuotas limitándose el acceso a diferentes mercados externos”.


De este modo, la crisis plantea un doble y triple cerco a la burguesía argentina. Así como por el nivel del endeudamiento y el peso de los intereses, la pretendida baja del déficit fiscal no sirvió para bajar el riesgo-país, ni para atraer inversiones y reactivar la economía; la pretensión de salir de la recesión por medio de las exportaciones choca con las disputas, trabas y subsidios que a granel pretenden mantener en pie la maquinaria capitalista. La burguesía argentina aún deberá morder el polvo de una crisis mucho más profunda.