Políticas

20/8/1997|553

La situación política, entre el ‘parazo’ y la crisis financiera internacional

La fuerza del ‘parazo’ del jueves pasado puede medirse por el simple hecho de que dejó colgado del perchero por algunos meses el acuerdo laboral flexibilizador que la burocracia de la CGT firmó miserablemente con Menem. Si se tiene en cuenta que incluso la Alianza de radicales y frepasistas comprometió el apoyo a la liquidación de los convenios de trabajo por medio de Machinea, está claro que el ‘parazo’ mató, como se dice, dos pájaros de un tiro. El rompehuelgas West Ocampo le tuvo que reconocer a Clarín (17/8) que la huelga creó “un nuevo cuadro político”, mientras que otro carnero, Daer, un poco menos sofisticado, le dijo a Caro Figueroa que, después del paro, el acuerdo laboral se había convertido en “papel higiénico”. Para consumar el acuerdo flexibilizador los capitalistas deberán esperar ahora a que se integre la nueva legislatura, donde su aprobación contará con los votos de la que hoy se proclama Alianza opositora.


Un diario tan poco inclinado a la demagogia, como el Buenos Aires Herald (17/8), ridiculiza las contradicciones de los voceros del gobierno a la hora de ofrecer los porcentajes del paro. Pero incluso un “alto funcionario bonaerense” le aseguró a Página 12 que “el acatamiento fue del 40% en la industria y del 85% en el transporte”. El “ausentismo”, agrega el diario, incluyó a “algunos establecimientos como los textiles, que responden al sector de las 62 organizaciones que no adhirió al paro”.


Lo que los diarios no subrayaron fue la envergadura de la huelga en las grandes fábricas en el cordón industrial de Rosario (San Lorenzo) o La Plata y Zárate, donde pararon las siderúrgicas de Techint. Tampoco hicieron hincapié en la importancia de los piquetes en el sur del Gran Buenos Aires y aun alrededor de La Plata. La amplitud del paro fue un golpe político incluso para las direcciones de la CTA y del MTA, que habían cancelado la posibilidad de cualquier tipo de movilización. Lo que fue concebido como un paro dominguero parcial se transformó en una jornada de lucha como resultado de la iniciativa de miles de activistas y de centenares de organizaciones de base. Quien continúe ignorando esta profunda tendencia popular, se va a seguir dando las narices contra la realidad. Clarín se consuela con que “las entidades gremiales (se refiere a la CTA y al MTA) aceptaran cancelar las movilizaciones que, con seguridad, hubieran agravado el tenor de los incidentes que ocurrieron” (17/8).


La amplitud de la huelga y de la movilización populares no han modificado, sin embargo, la política de las direcciones de la CTA y del MTA. Verbitsky, en Página 12 del último domingo, da cuenta de inminentes iniciativas de organización de la CTA, como la formación de un Sindicato de Desocupados o la incorporación de los trabajadores del Ingenio Ledesma. Pero no figura en ningún lado ni una ruptura política de la CTA con la Triple Alianza de la UCR, el Frepaso y Techint, ni la perspectiva de darle continuidad al paro del 14 para poder arrancar las reivindicaciones planteadas por la huelga. Consciente de esto, el gobierno decidió una nueva rebaja de los aportes patronales, sin importarle que con ello agravará la crisis previsional, de que refuerza el peso del IVA, que pagan los consumidores, en la financiación de las Cajas, y de que aleja la intención de aumentar las jubilaciones.


A través del apoyo que le dan las direcciones de la CTA y del MTA, la Triple Alianza tiene políticamente secuestrado al movimiento obrero. Juan Manuel Palacios le dijo aLa Razón antes del paro (13/8) que el MTA “no respalda la alianza política del Frepaso y de la UCR” y que la opinión de Machinea “me produce un profundo rechazo y me aleja la posibilidad de votarlos”. Pero, sin pestañear, dice después de esto que “la compañera Alicia Castro”, miembro del MTA y candidata bonaerense de la ‘Alianza’, cuenta “con el respaldo en forma individual de cada una de las organizaciones que integran nuestro grupo”. Palacios ya verá cómo, con los votos de los legisladores de la ‘Alianza’, el menemismo hará pasar la ‘reforma laboral’ antiobrera después de las elecciones, esto si la crisis no los obliga antes a formar un gobierno de ‘unidad nacional’.


La huelga del 14 ha desnudado que la ‘Alianza’ no es un frente que se hubiera formado fundamentalmente para desplazar al menemismo (algo que en todo caso lo dejaría para diciembre de 1999), sino que fue precipitada por la necesidad de encauzar, o sea desviar, la creciente radicalización popular; por la necesidad de encuadrar a las masas dentro de una estrategia política que permita neutralizar los cortes de ruta, las puebladas, las ocupaciones de fábrica y las huelgas generales que han precedido y han seguido al derrumbe del ‘plan Cavallo’.


En realidad, todo el ‘misterio’ del ‘brusco’ giro hacia el frente, por parte de Alfonsín y Alvarez, nada tuvo que ver con las encuestas en la provincia de Buenos Aires, que siempre le dieron más votos a la suma de los partidos opositores, y por lo tanto más legisladores, que a Duhalde. La razón fundamental de la ‘Alianza’ es la necesidad de encuadrar políticamente a las masas y de dejar abierta una válvula de escape e incluso una posibilidad de recambio, para el caso de que una combinación de derrumbe financiero y lucha popular obligue a un relevo anticipado del gobierno.


¡Oh!, las cuentas no cierran


Esta comprensión de la posibilidad de una crisis más o menos inminente, se manifiesta en el hecho de que, en los últimos días, los economistas del más variado pelaje han venido a descubrir que la crisis fiscal y del balance de pagos son asustadoras. Después de asegurarnos que estábamos a un paso del paraíso, Roberto Alemann se ha pasado sin respiro al campo de los agoreros, al anunciar en un discurso en la Academia de Economía que el “déficit fiscal es incompatible con la convertibilidad”. ¿No será que Menem y la Alianza se juraron fidelidad eterna para con la ‘convertibilidad’, porque se preparan para organizar juntos una devaluación?


El déficit fiscal se estima ya en cerca de 10.000 millones de dólares, de Nación y provincias. Esto puede ser perfectamente más, como lo demuestra la ‘súbita’ aparición de una deuda fiscal del gobierno con los pulpos automotrices de 2.500 millones de dólares. Aun en semejantes circunstancias, el gobierno, como ya se dijo, decidió una nueva reducción de la contribución patronal a las Cajas. Lo desorbitado del déficit fiscal ha obligado a Fernández a rendir cuentas al FMI, iniciando una crisis muy parecida a la que, a fines de 1988, inició el derrumbe del gobierno de Alfonsín. Como de acuerdo a los cálculos del grupo Techint, el PBI de Argentina es de 220.000 millones de dólares (y no de 390.000 millones, como dice el gobierno), el déficit fiscal se aproxima a un gigantesco 5% de ese valor, o a la mitad de la circulación monetaria y de las reservas en el Banco Central.


El déficit en el balance de pagos con el exterior se prevé también en 10.000 millones de dólares anuales; 4.000 millones de déficit comercial y 6.000 millones por giros de utilidades e intereses de la deuda externa. Pero como consecuencia de las devaluaciones de las monedas asiáticas y la desvalorización de las europeas frente al dólar, ya se habla de una ‘pérdida de competitividad’ de las exportaciones, que concretamente dejaron de crecer en julio pasado. Si el déficit de pagos puede terminar resultando mucho mayor, los 11.000 millones dólares que hay que agregarle en concepto de vencimiento de capital de la deuda externa, dejan una vulnerabilidad de más de 21.000 millones de dólares, que no podrían ser cubiertos de ninguna otra manera que con un nuevo ‘socorro’ internacional. Dado lo que está ocurriendo en Asia y los sucesivos derrumbes de las bolsas neoyorquina y latinoamericanas, ese ‘socorro’ deberá ser sustituido esta vez por una devaluación. Machinea y Fernández le rinden tributo a la‘convertibilidad’ en el preciso momento en que quien sabe más que ellos, The Wall Street Journal, anuncia “una nueva época de volatilidad en el mercado de divisas” (La Nación, 13/8). Lo repetimos: el ‘espanto’ también se encargará de consagrar una nueva ‘Alianza’ gubernamental entre la Alianza y el gobierno de Menem y Duhalde.


Estamos en la OTAN


Como bien lo explica un diario brasileño, la declaración de la Argentina como aliado extra OTAN, por parte de Clinton, es por sobre todo una operación financiera. Como Argentina no tiene plata para comprar los cazas que le quieren vender los pulpos armamentistas norteamericanos, el gobierno de Estados Unidos sale a dar las garantías políticas para que el negociado pueda seguir adelante.


Pero la condición de aliado oficial de la OTAN convierte en aplicación automática cualquier requerimiento que hagan los yanquis para que Argentina concurra con tropas a alguna aventura imperialista. El coloniaje nacional ha entrado en estado de ‘piloto automático’. Incluso la diplomacia británica apoyó esta declaración, por la simple razón de que convierte en rehenes del Pentágono a las fuerzas armadas argentinas.


El operativo comercial de vender armas carísimas a naciones fundidas, está relacionado al proyecto norteamericano de convertir en zona de libre comercio a toda América y acabar con cualquier veleidad de independencia de naciones como Brasil. La emergencia de una crisis política con Brasil debido a este hecho, está ilustrando no solamente la inviabilidad del Mercosur con estrategias nacionales latinoamericanas, sino está anunciando también inminentes ‘tormentas’ financieras con el país encargado de ‘financiarnos’ los crecientes déficits económicos de Argentina y de Brasil. En La Nación del martes, un alto ejecutivo pide urgentes defensas jurídicas para los capitales invertidos en ambos países para el caso de devaluación.


Pero que Clinton haya convertido a la Argentina en aliado extrazona de la OTAN, apenas después de constituida la ‘Alianza’ —eso sí que es tener olfato. Porque es claro que el imperialismo yanqui no habría normalmente elegido las vísperas de una renovación presidencial, tan cerca como 1999, para tomar una decisión de ese tipo, sin garantías de la oposición que podría a reemplazar a Menem. Que los sentidos primarios de Clinton no funcionan tan mal lo prueba la total ausencia de reacción de la‘Alianza’ ante un anuncio de esa importancia. Al igual que lo que hace con las privatizaciones y con el indulto, la ‘Alianza’ convertirá a esta nueva condición de títere norteamericano de Argentina, en un derecho adquirido del imperialismo.


La declaración que convierte a la Argentina en un Estado para-OTAN , es una prueba de la completa confianza del Pentágono norteamericano en las ‘bondades’ de Graciela Fernández Meijide y de sus compinches.