Políticas

10/7/1997|547

La ‘tregua’ Menem-Duhalde o la conspiración de los iguales

El tema político de la semana transcurrida ha sido la ‘tregua’. Según los que saben, Menem y Duhalde llegaron a la asombrosa conclusión de que la disputa entre ellos podía perjudicarlos a los dos, por lo que decidieron parar hasta después de las elecciones de octubre. Es de esta forma infantil que se relata la política nacional y después, los que así actúan, se largan extensas sanatas contra el relato trivial de la historia del país.


¿En qué se manifiesta esta ‘tregua’? Pues nada menos que en la decisión de paralizar al Congreso hasta la fecha establecida. Los diarios ya comentan que ‘saldrá perjudicada la actividad legislativa’. Es decir, que la ‘tregua’ es una conspiración que tiene la capacidad de congelar a uno de los poderes del Estado, que será descongelado cada tanto cuando haya acuerdo en sacar alguna ley anti-nacional o francamente anti-obrera.


Con relación al crimen de Cabezas, la ‘tregua’ tiene algunos bemoles. La línea de la impunidad fue establecida hace bastante tiempo y se resume en lo siguiente: No hay una prueba material decisiva, ya que no se puede conectar el revólver de los ‘pepitos’ con la ‘banda de los hornos’; el autor intelectual podría ser conjeturado, pero no establecido, y el juicio oral y público tendrá lugar dentro de dos años, cuando será difícil que con estos elementos se pueda dictar alguna sentencia.


El problema recíproco de Menem y Duhalde es que las sospechas sobre Yabrán sólo pueden ser disipadas involucrando a la ‘bonaerense’, lo cual perjudica al gobernador. Precisamente, en la semana transcurrida se conoció que fueron muchos más los autos y tripulantes que participaron del secuestro y del asesinato, lo que da pábulo a la versión de una ‘zona liberada’ establecida por la policía de Duhalde. El ex secretario de seguridad de Duhalde, De Lazzari, habría recogido pruebas que comprometen a fondo a la plana mayor de la policía. Si esto sigue así, la historia se preguntará si Duhalde buscaba al culpable o se cavaba su propia tumba política.


Todo indica que ‘el cabezón’ necesitaba más la ‘tregua’ que el ‘turco’. De cualquier manera, con los datos que se disponen, sólo podrán mantener la ‘tregua’ si son brujos.


Pero Menem y Duhalde no sólo son cabezas de camarillas, sino que representan intereses sociales. ¿También estos intereses enfrentados pactaron una ‘tregua’? Los columnistas políticos no se han hecho la pregunta porque no tienen la respuesta y porque tampoco analizan la política como una refractación de la lucha entre las clases.


La semana transcurrida, sin embargo, confirmó lo que se dijo en esta página hace seis días: a saber, que la llamada oposición de algunos sectores capitalistas, principalmente Techint, al acuerdo laboral entre el gobierno y la burocracia de la CGT, escondía otras razones. Esto se puso en evidencia cuando se informó que Menem aceptaría crear un Ministerio de la Producción para subsidiar a la gran industria, a cuyo cargo designaría a un afiliado a la UIA. Se vaciaría así al Ministerio de Economía, y el dinero de las privatizaciones próximas podría ir a financiar un plan de construcción de rutas o autopistas, en lugar de servir para amortizar una parte de la deuda externa. En la misma medida que trascendió esta novedad, la ‘oposición’ de la UIA al acuerdo laboral anti-obrero se fue desvaneciendo, Ambito Financiero comenzó a elogiarlo y el proyecto de ley se prepara para desembarcar en el Senado.


Es que una ‘reactivación económica’ que se basa en un crecimiento del 15 por ciento de las exportaciones y una tasa incierta de aumento de las inversiones, no puede conformar a una burguesía nativa altamente endeudada. Las exportaciones son una fracción minúscula de la producción nacional y consisten, principalmente, en minerales, agro y autos, con el agravante de que en este último caso el componente de producción nacional decrece de año en año. Pocos han reparado que en el mundo de la ‘tercerización’, se han ‘tercerizado’ naciones enteras, en especial las de menor desarrollo. Se puede decir que en esta etapa económica, la Argentina se ha desindustrializado relativamente.


Mientras tanto, George Soros, dueño de fondos de inversión internacionales, compra campos y terrenos urbanos, preparando una carestía alimentaria y una especulación inmobiliaria que aumentará enormemente el costo de vivir en Buenos Aires. Esta perspectiva no hará más que acentuar la sobrevaluación del peso y la imposibilidad de exportación de manufacturas. A mediano plazo, la burguesía argentina sólo se ve a sí misma vendiendo sus patrimonios productivos y bancarios.


Esta situación económica es el fondo de la crisis en la política y no podrá ser remediada por ninguna ‘tregua’. Para que eso ocurra debería producirse un crecimiento económico que conserve algún grado de equilibrio, a diferencia de la fuerte polarización que tiene lugar en la actualidad.


Es necesario insistir en que el gobierno y las consultoras económicas están inflando las cifras de la reactivación para evitar que cualquier tipo de desconfianza obre como un disparador de salida de capitales que impida renovar los descomunales vencimientos de la deuda externa. El derrumbe financiero de Tailandia, un ‘tigre’ del Asia, motivado por vencimientos de capital externo por 40 mil millones de dólares, luego de un ‘boom’ de inversiones acicateado por un tipo de cambio fijo, es el espejo más fiel de la situación argentina.


Los trabajadores deben ver en la ‘tregua’ una conspiración contra sus luchas, y en el derrumbe de la ‘tregua’ un resultado inevitable de la creciente agudización de la crisis en la economía y de la acentuación de la miseria popular.