Políticas

17/1/2018

Larreta premia con un ascenso al jefe del operativo represivo del 18D

Fue colocado como subjefe de la Policía de la Ciudad. Un prontuario de represión, corrupción y encubrimiento.

@tomaseps

Uno de los principales hombres a cargo de la represión a la movilización contra la reforma previsional, el pasado 18 de diciembre, fue ascendido por Horacio Rodríguez Larreta al rango de subjefe de la Policía de la Ciudad.


Se trata del vigilante Gabriel Oscar Berard, a quien premiaron de esta manera por el brutal despliegue de agentes que por siete horas y numerosas manzanas dispararon un torrente de balas de goma a la cara de quienes protestaban –quitándole un ojo a por lo menos tres de ellos–, atropellaron a trabajadores, colmaron de gas lacrimógeno una estación de subte, golpearon y lanzaron gas pimienta contra jubilados.


El nombramiento se produjo el día 27 de diciembre –ocasión en que fue repudiado por organizaciones populares y denunciado en Prensa Obrera–, y ha tomado vuelo esta semana a partir de su publicación en varios portales de noticias.


Cambiemos dirige un mensaje claro a sus agentes: repriman que hay medallas. No hace muchos días, la ministra Patricia Bullrich había ascendido a Emmanuel Echazú, el único gendarme imputado por el operativo que culminó con la muerte de Santiago Maldonado, y uno de los protagonistas del plan de encubrimiento del gobierno sobre su responsabilidad en el crimen.


En esta línea de amparo a los represores se mueve también el juez Sergio Torres, quien lleva la causa del 18D: mientras mantiene presos a militantes por haber participado de la movilización, con imputaciones probadamente falsas, viene garantizando la impunidad para los artífices y responsables de la cacería policial y de Gendarmería.


Corrupción, represión, encubrimiento


El agente fue nombrado junto a Carlos Arturo Kevorkian, a quien han puesto como jefe de la fuerza respaldado por un prontuario de décadas de brutalidad policial y persecución a los luchadores populares.


Berard también tiene sus perlas.


En octubre de 2010, cuando se produjo el asesinato del militante Mariano Ferreyra por una patota de la burocracia sindical, Berard era subcomisario de la Dirección General de Operaciones de la Federal, desde donde se monitoreó la protección policial a los agresores; en el juicio por el homicidio se despegó afirmando que “ese día no cumplí funciones”, y destinó su declaración a quitarle responsabilidad a los agentes inculpados por la causa.


Años después, a poco de nacida la Policía de la Ciudad, varios jerarcas de una unidad clave debieron pasar a disponibilidad cuando se reveló una estafa de 8 millones de pesos, en cobro de horas extras que nadie realizaba. “El mandamás de la Superintendencia de Operaciones, comisionado Berard –en su momento bajo la sospecha de ser el máximo beneficiario del asunto– salvó por milagro su buen nombre y honor”, destacó un periodista en Tiempo Argentino (1/7/17), agregando que “tal golpe de suerte le permitió ser ahora el alfil del impiadoso castigo a esos hombres, mujeres y niños que reclamaban trabajo frente al Ministerio de Desarrollo Social” –en referencia a la represión contra cooperativistas a fines de junio de 2017.


En abril de ese año, Berard había sido colocado en la “mesa antipiquetes” creada por los gobiernos nacional y porteño (Clarín, 5/4). Los recientes nombramientos en la cúpula de la Policía de la Ciudad tienen como objetivo indudable reforzar la represión contra la movilización popular.