Las cárceles explotan
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Las excarcelaciones plantea una crisis inminente en las cárceles. En la provincia de Buenos Aires hay unos 3.500 reclusos por encima de la capacidad carcelaria y otros 3.500 alojados en comisarías. Con la anulación de las posibilidades de liberar a los procesados se marcha a una situación de hacinamiento feroz en cárceles y lugares de detención. En la Argentina, la gran mayoría de los encausados no tiene condena (55%) y una franja significativa de ellos, que podían ser excarcelados, engrosará el número de detenidos creando una situación de colapso en un lapso de no más de seis meses. Ya antes de la sanción de esta ley, la situación era de rebelión latente por la superpoblación y las condiciones de vida en los penales. Según un estudio, considerando los últimos catorce años, 1999 tuvo la “mayor cantidad de motines, disturbios y huelgas de hambre en las cárceles”. Además, “la superpoblación va del 25 al 40 por ciento, según distintos cálculos” y es más significativa en la provincia de Buenos Aires, donde se concentró la mayor cantidad de rebeliones (Página 12, 17/2).
El pacto Ruckauf-De la Rúa somete a los ciudadanos a la Bonaerense, al encarcelamiento indiscriminado y a la represión aún más feroz en los penales. Lleva a la práctica lo que un año atrás Duhalde definió como el ideal en materia de seguridad pública: “tolerancia cero” y “capacidad económica para encarcelar al 1% de la población” (Clarín, 7/1/99).