Políticas

29/8/1995|462

Las causas económicas de la crisis política

Existe una completa unanimidad entre los analistas políticos acerca de que la ratificación de Cavallo no ha concluido la crisis política. Los “mercados” se han anotado también en esta coincidencia, como lo demuestra la continua caída de las acciones y títulos públicos, así como la pérdida de reservas del Banco Central. El derrumbe bursátil ocurre cuando el gobierno acaba de contratar dos empréstitos por dos mil millones de dólares, que tienen por finalidad recomprar títulos públicos para elevar sus cotizaciones. Otro dato es que a pesar de este “reingreso” al llamado “mercado voluntario” de créditos, las calificadoras de riesgo de los Estados Unidos han resuelto mantener baja la calificación crediticia, como viene ocurriendo desde que se inició la crisis financiera.


La crisis no concluyó por la simple razón de que las intervenciones de Cavallo, la semana pasada, transformaron la división creciente que se venía registrando en la burguesía, en una guerra abierta entre pulpos, mafias y fracciones políticas; es decir que existe la amenaza de una quiebra en el gobierno e incluso de un principio de quiebra en el aparato del Estado.


Es un hecho que Cavallo reflotó el asunto Yabrán para tapar la denuncia que involucra a funcionarios de la Fundación Mediterránea, en una coima de 37 millones de dólares en el contrato de informatización del Banco Nación, con la IBM. Dos profesores de computación de la UBA han demostrado que las condiciones de la licitación del BNA fueron confeccionadas a la medida de IBM y que las características del contrato permiten suponer que el monopolio yanqui sobrefacturó su servicio en muchos millones de dólares. IBM ha monopolizado prácticamente todas las licitaciones informáticas del clan Cavallo, en perjuicio de Unisys y NCR. Aunque sorprenda a muchos, The Wall Street Journal acaba de informar que IBM y el grupo Yabrán tienen negocios en común a través de la gráfica Ciccone, subcontratista de IBM, para crear un sistema de emisión y control de pasaportes, que está financieramente ligada a Yabrán. Ciccone es la única compañía autorizada para imprimir billetes, bonos y cheques. El “plan” Cavallo no sólo es un “destructor de empleos”, para usar la expresión de Caro Figueroa, sino que ahora está amenazando con destruir negocios, algo que es suficiente para costarle la cabeza.


Pero Cavallo no sólo transformó a la división capitalista en guerra en los negocios informáticos. En el caso del Correo esto ocurre entre el grupo Yabrán y Federal Express; el embajador Cheek reconoció que esta última opera a través de los permisionarios pequeños. Una guerra se ha declarado también en el tema seguros, pues Cavallo denuncia que las compañías que operan en la plaza argentina pretenden cobrarle al estado reaseguros truchos por más de mil millones de dólares; en este sector Cavallo, está defendiendo el ingreso de pulpos como Metropolitan Life, que ya ha puesto sus garfios en las AFJP. Como si el horno aún estuviera para bollos, el secretario de Agricultura, Felipe Solá, reflotó las acusaciones contra la mafia de los frigoríficos, principalmente los instalados en la provincia de Buenos Aires, denunciados por evasión de millones de pesos en impuestos. A este ajuste general de cuentas hay que sumar el no resuelto asunto de las patentes medicinales y la denuncia de Cavallo de que los laboratorios nacionales habrían coimeado a diputados del oficialismo y de la oposición. Se podría cerrar el recuento con la batalla que se disputa por el contralor de la Comisión de Telecomunicaciones, encargada de vigilar la aplicación de los contratos de privatización de teléfonos.


La creciente división de la burguesía que provoca la crisis económica, que fuimos señalando en los últimos números de Prensa Obrera como una característica de la nueva situación política, ha sido convertida por Cavallo en guerra entre pulpos y por lo tanto en una amenaza general para los negocios capitalistas. Los reclamos de tregua y de apaciguamiento tienen presente esta amenaza. De cualquier manera, esa guerra entraña la posibilidad de una crisis política terminal.


El nombramiento de Wenceslao Bunge como representante de Yabrán, demuestra los sólidos apoyos de éste dentro del gobierno norteamericano y puede ser una manifestación de una ruptura en el bloque que hasta ahora apoyó a Cavallo. A Cavallo le salió una réplica, no porque Bunge se haya graduado en Harvard, sino porque sus lazos con los hombres del imperialismo yanqui son más sólidos que los del cordobés. Bunge está ligado a los estudios de abogados y consultorías económicas más importantes de los Estados Unidos, como los que encabezan W. Rogers y Kissinger, ambos ex secretarios de Estado, respectivamente. La designación de Bunge indica claramente que la gran burguesía exige un arreglo, es decir, un reparto de los negocios, pero semejante salida le debería  costar la cabeza no a Menem, sino a Cavallo. Es lo que planteó desde el inicio, Menem o Cavallo, Bernardo Neustadt, “amigo” de los Cavallo, Bunge, Menem y Yabrán. La confirmación de Cavallo, en las condiciones de la crisis política, significa que se ha creado, potencialmente, un gobierno “bicéfalo” (como dijo Angeloz), algo que no puede durar mucho tiempo más.


Si el conflicto mafioso-político saliera definitivamente de madre, se asistiría a una crisis financiera que podría dejar en la lona a las numerosas empresas o pulpos que se encuentran endeudados en centenares de millones de dólares, o a los especuladores financieros que hayan apostado a la permanencia del tipo de cambio. Esto explica la movilización de políticos y capitalistas para que Cavallo fuera ratificado, al menos temporalmente. En los últimos diez días se fugaron 1.500 millones de dólares, lo que equivale a casi el 75% del valor de los empréstitos recientemente contratados;  la circulación monetaria se redujo en un 10%. El respaldo en dólares del peso cayó a menos del 80%. La devaluación monetaria que genera este proceso, se manifestó en los mercados de cambio de Chile y de Brasil, cuyos Bancos Centrales no están obligados a responder a un tipo fijo. A nueve meses largos de su inicio,  la crisis económica y financiera ha vuelto a sus inicios, en lo que se refiere a los números, pero se ha agravado  considerablemente en términos estructurales.


Causas objetivas


La causa objetiva de la guerra entre los pulpos y de la crisis política, es la crisis económica en su conjunto. Los índices de la producción industrial de julio revelan una caída del 4.4% con relación a julio de 1994; entre el segundo y el primer trimestre de este año, la baja fue de casi el 10%. En los primeros siete meses de 1995, la producción industrial apenas superaba en un 6% al nivel de once años antes, en 1984. ¡Qué desarrollo económico!


Lo principal, con todo, es la perspectiva de bancarrotas que ha creado la crisis. La cartera irregular de préstamos bancarios creció en un 26%, entre diciembre y mayo pasados, de 13.560 a 16.593 millones de pesos, con tendencia creciente. Estas cifras significan, grosso modo, una perspectiva de incobrabilidad de más del 40% del total de los préstamos bancarios y equivale al 120% del total del patrimonio de los bancos, lo que significa que el sistema se encuentra técnicamente quebrado.


Queda en evidencia, de esta manera, que el retorno de unos 4.000 millones de dólares al sistema bancario, agrava la crisis bancaria en lugar de resolverla. La razón para ello es muy sencilla: los bancos tienen que pagar intereses por depósitos que no pueden prestar. Es por esto que el gobierno resolvió establecer que las reservas que deben guardar los bancos puedan ser colocados, a su vez, a interés; si esta “remuneración” la paga el gobierno, aumenta el gasto fiscal; si, en cambio, es depositada en el exterior, significa una fuga de capital. Esta misma quiebra bancaria explica que Cavallo se haya endeudado en dos mil millones de dólares al solo efecto de recomprar, y elevar los precios, de los títulos públicos en poder de los bancos. Las carteras de títulos de los bancos cayeron de 4.500 millones de dólares, a comienzos de 1994, a 3.400 millones, en octubre de ese año, y a 2.500 millones en el punto más bajo.  Pero la  consecuencia de este negociado de los empréstitos para rescatar títulos, será incrementar la abultada deuda externa, que aumentó en 11.000 millones de dólares en los seis primeros meses del 95,  y facilitar una potencial fuga de capitales. Incapaz de promover una reactivación industrial, el gobierno se ha metido en una bicicleta financiera, que está condenado a pedalear sin cesar a costa de las deterioradas finanzas públicas.


La crisis bancaria no afecta sólo a los bancos provinciales o a los públicos nacionales o a los cooperativos. La mora en la banca privada nacional promedia el 40%. La banca internacional, Morgan Stanley, acaba de aconsejar a los inversores  no comprar acciones del Galicia, porque su cartera morosa es del 8-10%; la de los bancos Shaw y del Sud se acerca al 15%.


Como se puede apreciar, el retorno de los depósitos no ha resuelto nada, y menos aún ha recreado el crédito. Para “empiojar” aún más la situación, los gobiernos provinciales se han visto obligados a emitir moneda propia (“bonos”), que en el caso de Córdoba (800 millones de pesos) habrá de superar a la base monetaria provincial. Si se suman estas “monedas” al cálculo de la circulación monetaria, la “convertibilidad” ha pasado a mejor vida.


Calvo-Cavallo


La envergadura de la crisis bancaria explica por qué muchos analistas afirman que es necesario “depurar el sistema”; una reactivación económica, sin esa “depuración”, sólo agravaría en el tiempo el peso de las carteras incobrables. (Es lo que no entienden muchos izquierdistas).


Para Guillermo Calvo, el economista que se ha hecho famoso últimamente, el “plan de convertibilidad” sólo puede funcionar con la completa extranjerización de la banca, porque en este caso las casas matrices serían las responsables del rescate de las sucursales, algo que no puede hacer el Banco Central. Como el hombre debe hablar con alguna clase de respaldo, está claro que representa la posición de la banca yanqui. Calvo parece no tener presente que los bancos nacionales se están cayendo en toda América Latina, donde no rige el “plan Cavallo”. En Chile, la banca norteamericana ya controla el 60% del sistema financiero en su conjunto. La explicación para esta situación no es otra que el crecimiento impresionante de la deuda externa, que ha puesto a todos los sistemas monetarios bajo la dependencia de los especuladores internacionales. El pulgar que el Morgan Stanley le bajó al Galicia, es un indicio del enfrentamiento en curso entre los burgueses nacionales y sus socios imperialistas. La banca nacional, en algún momento, tendrá que volver a reclamar que el Banco Central vuelva a sus funciones “nacionales”.


Ligado con lo anterior, Calvo planteó que los capitales especulativos que inundaron Argentina entre 1991 y 1993/4, no volverán en cantidad durante mucho tiempo, lo que crea una crisis estructural de financiamiento. Esa crisis sólo podría ser resuelta, dice, por una desvalorización general de la economía argentina que reduzca sus necesidades financieras; esa desvalorización sólo podría ser obtenida por medio de una deflación general o una devaluación. La dificultad de que ocurra la primera, por la capacidad de los monopolios para impedir la baja generalizada de precios, plantea la segunda; esto significa que un sector importante del capital financiero internacional está preparando una devaluación para acentuar su monopolización del país.


Aunque Cavallo pretende sortear la bancarrota general mediante un endeudamiento indiscriminado, ha coincidido con Calvo en la necesidad de privatizar el banco Provincia y el Nación, y ha emprendido una furiosa arremetida contra todos los bancos provinciales, en especial los de Córdoba y, próximamente, Santa Fe. Se percibe la intención de ofrecerlos a cambio del mantenimiento de la alianza entre los grandes bancos privados nacionales y la banca extranjera. Se perfila cada vez más la gran guerra en torno a los bancos y la aparición de nuevos choques mafiosos.


“Capitanes de la industria”


El reciente congreso de la UIA en Mar del Plata puso al desnudo el enfrentamiento entre una parte de los “capitanes de la industria” y Cavallo, al punto que se puede decir que constituyó el verdadero inicio de la crisis política.


Si Techint y Macri reclamaron una “política industrial” y la protección contra los “dumping”, no fue solamente porque la producción industrial está en picada. Además, están aumentando las dificultades para exportar a Brasil, como lo demuestran los cierres de fábricas de electrodomésticos. Peor aún, el pulpo Pérez Companc enfrenta ahora el problema de que el “holding” brasileño Oderbrecht se quede con la privatización de Indupa y, por lo tanto, con todo el negocio de la petroquímica en el Mercosur. Como consecuencia de toda la crisis, tampoco hay bastante financiación de exportaciones. Más grave aún, la creciente crisis fiscal amenaza con agotar la vaca de los subsidios a la exportación, que llegan hoy al 33% del valor de las ventas al exterior. El principal rubro de exportación argentino son, entonces, los subsidios que pagan los trabajadores con los impuestos.


Que en semejante situación, Cavallo denuncie que los industriales y los comerciantes evaden 10.000 millones de dólares de impuestos al año, explica que Ambito Financiero haya denunciado una “dictadura fiscal”. La pretensión del gobierno de que se justifiquen los gastos de consumo con facturas, por encima de los 3.000 pesos, desató la crítica furibunda de todos los diarios. La grande y mediana industria está dispuesta a resistir las embestidas fiscales que emprende Cavallo para financiar el presupuesto y pagar la deuda externa. El imposible equilibrio de Cavallo se ha podido apreciar cuando tuvo que renunciar a la pretensión de que la nueva moratoria resuelta por la DGI quedara documentada en pagarés que pagarían el 1.3% mensual. Cavallo quiere que los bancos le presten 800 millones de dólares contra la recaudación que espera de esa moratoria, tensando el endeudamiento fiscal más allá del punto de ruptura, en condiciones de una recaudación impositiva que cae sistemáticamente.


Esto explica que los “capitanes” hubieran apoyado el planteo de desdoblar Economía y crear un ministerio de la Producción, lo que también fue un punto neurálgico de la crisis política. Claro que con cambios en el organigrama administrativo, no cambia nada. Por eso, Roberto Rocca, de Techint, acaba de plantear una “brasileñización” de la política económica, claro que sin mencionar los escasos resultados que esto le está produciendo a Brasil. Fernando Henrique Cardoso ha tenido que autorizar la compra de bancos nacionales por extranjeros, la semana pasada, con el argumento de que sería la única vía para evitar el cierre de éstos; la producción industrial en Brasil está cayendo. La burguesía industrial argentina no ha enfrentado aún el problema de un replanteo de conjunto de la política oficial, por la simple razón de que depende extremadamente de la banca internacional. Pero percibe claramente que la continuidad del “plan” vigente conduce a violentas bancarrotas. Macri, por este motivo, en la reciente crisis política se colocó más cerca de Yabrán que de la permanencia de Cavallo.


Oposición, izquierda, movimiento obrero


La oposición, en general, no tiene una caracterización adecuada de la crisis. No ve la tendencia de la crisis mundial que se anuncia con las sucesivas crisis bancarias, con las devaluaciones de las principales monedas y con la deflación sin precedentes en Japón. Aferrada a la perennidad del capitalismo, no ve los síntomas que apuntan hacia una generalizada desvalorización de capitales y, por lo tanto, de quiebras y de depresión; sólo los capitalistas japoneses perdieron 600.000 millones de dólares en sus inversiones en Estados Unidos, entre 1985 y 1991, como antesala de su crisis actual. Este es el marco internacional del derrumbe del “plan” Cavallo.


El centroizquierdismo se ha alineado en la crisis con Cavallo, incluso se ha transformado en su vocero. Ha llegado a esto como resultado de su oportunismo electorero, que se reduce al negocio de los asuntos éticos, sin importarle estar encubriendo los fraudes de su promotor. La propuesta más osada del centroizquierdismo es insinuar la necesidad de reestructurar la deuda externa.


En el campo de la izquierda se ignora completamente el carácter capitalista de la crisis, al extremo, como ocurre con el PC y el Ptp, que se la pretende resolver mediante “créditos blandos” a las Pymes, que serían financiados con una suspensión del pago de  la deuda externa por un año. De este modo, se pretende construir un “frente nacional” y una mesa con las burocracias del CTA y del MTA. Pero es indudable que, en el cuadro de la crisis industrial, la única función del crédito, en especial del “blando”, sería financiar el vaciamiento y la fuga de capitales, que es lo que ha ocurrido con los créditos otorgados por los bancos provinciales, porque no es el crédito el que resuelve la crisis sino que la solución de la crisis recrea el crédito. La izquierda va a remolque de la burguesía nacional y de la burocracia, cuando éstas son mucho más impotentes que en el pasado para actuar en forma independiente. Lo prueba la burocracia cegetista, dispuesta a entregar absolutamente todo, a cambio de participar en la privatización de la salud. El planteo de “protección industrial”, que también levantan centro e izquierdistas, constituye una solución inflacionaria a la crisis, que deberán pagar los trabajadores. La protección de la nación frente al imperialismo no tiene cabida en un planteo aduanero; sólo es real y consecuente mediante una completa reorganización económica y social bajo la dirección de los trabajadores; el desconocimiento de la deuda externa, la confiscación de la banca, la apertura de las cuentas del Estado y de los capitalistas y el monopolio del comercio exterior, constituyen la única forma de defensa nacional consecuente.


La guerra de las mafias esconde un proceso de disolución económica de la sociedad capitalista, que sólo puede ser superado por la acción revolucionaria de la clase obrera. Es la clase obrera la que debe decir su palabra frente a esta crisis. Para ello debe deliberar. Mediante asambleas y congresos de trabajadores, aunque al principio reúnan sólo a la masa de los activistas, luchadores y delegados, debe fijar su posición y someterla a la prueba de la experiencia y de la lucha.


En Argentina no existe aún una situación revolucionaria, pero esto se debe principalmente a la confusión que reina todavía en las filas de los obreros. Aunque no se puede desconocer la posibilidad de progresos graduales y la necesidad absoluta de aprovecharlos, la perspectiva general de la presente situación es la creciente combinación de crisis políticas y luchas y resistencias populares, y por lo tanto, la necesidad de planteos profundos y de conjunto.