Políticas

17/4/2020

Las cinco trampas de la oferta del Gobierno a los bonistas

¿Por qué los fondos festejan a Guzman?

El anuncio de la oferta de reestructuración de la deuda por parte del Gobierno tuvo contradicciones y generó debates. Pero Fernández lo anunció con Rodríguez Larreta al lado, y enseguida fue festejado por Kristalina Georgieva, del FMI. Por si quedaban dudas, en el día de hoy los bonos argentinos subieron por el impacto de la oferta, mostrando que, más allá del resultado final, los bonistas encuentran en la misma aspectos favorables.


A primera vista, la oferta se presenta como una quita y un plazo importante durante el cual Argentina no pagará intereses. Pero las trampas del planteo del Gobierno hacen que la oferta encubra un rescate a los bonistas, que pueden terminar haciendo un gran negocio (de nuevo) a costa del país.


Trampa 1: ¿Valor nominal o el valor de mercado?


Los bonos son certificados de deuda que Argentina se compromete a pagar. Por lo tanto, tienen un valor nominal, que originalmente el país se comprometió a pagar. Sin embargo, esos bonos luego se compran y se venden en el mercado. Eso arroja una cotización, que es la que actualmente valen los bonos. En general, los bonos argentinos no los tienen sus poseedores originales sino que los tienen fondos de inversión que los compraron a su valor actual de mercado. ¿Cuál es este valor? Dependiendo el bono, está en el orden del 30% del valor nominal.


Veamos cómo afecta esto a la reestructuración. Supongamos un bono por 100 dólares. Hoy vale 30. Se compró por esa suma. Ahora, al bonista le “quitan” un 62% del interés, le queda el 38%. Estos intereses se pagarán sobre el nuevo valor nominal del bono, que como veremos será de 94,6 dólares. Sobre estos 94,6 dólares, si la tasa original de interés fue el 6%, cobrará más o menos el 2% (2 dólares). Pero nuestro bonista compró su bono por 30 dólares. Con respecto a esos 30 dólares, la tasa de interés (2 dólares) será de… 6,66 % ¡Mayor al porcentaje original!


Veamos ahora el capital. La quita es del 5,4%. O sea que a nuestro bonista le pagarán 94,6 dólares, en un plazo, supongamos, de 10 años. Con respecto al bono original esto era una reducción, pero nuestro bonista, de nuevo, pagó 30 dólares por su bono. ¡Y ahora van a pagarle, en 10 años, más de tres veces lo que pagó! Negocio redondo. Por eso suben los bonos.


Trampa 2: ¿Cuánto se está negociando?


El Gobierno presenta esta negociación como la base para obtener los recursos para recomponer la economía nacional. Sin embargo, en esta negociación, está en juego solamente la parte de la deuda en dólares emitida bajo ley extranjera, con acreedores privados. Son 68.000 millones de dólares. Luego, la Argentina tiene títulos en dólares bajo ley local, deuda en pesos con privados, deuda en pesos y dólares con la ANSES y el Banco Central, deuda con el FMI y otros organismos multilaterales, y con el club de París. Toda esta deuda no ingresa en esta negociación, y alguna no ingresará en ninguna negociación, porque, por ejemplo, los más de 50.000 millones de dólares que el país debe al FMI no se van a reestructurar, porque el Fondo no acepta quitas.


Por lo tanto, cuando se promociona una quita del orden del 30% del valor de los bonos, en realidad, hay que leer que se está discutiendo sobre el 6% del total de la deuda externa del país (30% del 20%), o sea que, incluso en el caso de que salga “bien” la negociación, la quita será absolutamente menor en relación a lo que el país debe pagar.


Trampa 3 El árbitro juega para ellos


La trampa 3 de esta cuestión es que el Gobierno acepta un árbitro que tiene la camiseta del equipo contrario. En efecto, al aceptar que los bonos salden los diferendos entre deudores y acreedores en los tribunales norteamericanos, se le da a los bonistas una herramienta para ir a juicio contra el país con la certeza de no perder nunca. Tanto Macri como los Kirchner y el menemismo recurrieron a la emisión de bonos bajo jurisdicción extranjera para pagar una tasa de interés menor. De todas formas, la tasa de interés que terminaron pagando es usuraria, esa muy por encima de las internacionales, que están en el orden del 2%.


Al aceptar el arbitraje de los tribunales extranjeros, el Gobierno acepta que los fondos buitre puedan patear el tablero e impedir la reestructuración. Como para lograr hacer efectivo el canje, se debe lograr un porcentaje de los bonistas que adhieran, si determinados fondos acaparan los bonos de una determinada serie, se aseguran que el canje no prospere y poder exigir una mayor oferta al gobierno o ir a juicio y exigir la totalidad del capital. Esto ya ocurrió con la deuda de la Provincia de Buenos Aires y el fondo Fidelity


Trampa 4: No está la letra chica


El Gobierno anunció “lineamientos generales” del canje pero no la letra chica. En realidad, aspectos totalmente sustanciales no fueron anunciados: por ejemplo, cuando se pagará el capital en el caso de cada bono. Esto se va a ir a negociar ahora a los EEUU, pero atenti, Argentina ya hizo su oferta, o sea, que mayor quita no habrá porque el Gobierno dijo con qué porcentajes de quita se conforma. Por lo tanto, ahora en la negociación, los términos del acuerdo para el país solo pueden empeorar. Los buitres tienen todo por ganar.


Trampa 5: ¿De dónde salió la deuda?


La última trampa pero la mayor, es que el Gobierno aceptó sin cuestionar el monto de deuda sin ninguna investigación. Pero la deuda, además de ser usuraria (o sea, de tener tasas de interés muy superiores a las que internacionalmente se reconocen) es totalmente fraudulenta. Surgió con la nacionalización de las deudas privadas por parte de Cavallo bajo el gobierno de la dictadura, cuando era Presidente del Banco Central. Un fraude que llevó la deuda a 48.000 millones de dólares en pocos años. Luego vino la aceptación sin chistar de Alfonsín de este fraude, que luego fue de nuevo convalidado y profundizado con el “Plan Brady” de Menem, una nueva estafa contra el país. Durante los años `90, la deuda no paró de crecer a pesar del remate de empresas y patrimonio público. Antes de la crisis del 2001, el país vio de nuevo su deuda pegar un salto con el “blindaje” y el “megacanje”, canjes escandalosamente favorables a los bonistas, por los cuales los “negociadores” designados por el entonces presidente De la Rua fueron enjuiciados (entre ellos, Sturzenegger, ex Presidente del Banco Central con Macri).


En la década siguiente no hubo ningún desendeudamiento. Hubo un canje que reconoció (otra vez), la deuda sin chistar y cambió bonos basura con bonos con premio (el cupón PBI), y luego la deuda fue aumentando por las demandas fraudulentas de las ex empresas privatizadas y sus juicios en el CIADI. Finalmente, la deuda volvió a pegar un salto con el megaendeudamiento macrista, destinado a financiar la fuga de capitales, también masiva, del gran capital bajo su gobierno.


Como se ve, este nuevo canje marcha a ser una estafa contra el país. La salida es colocar los recursos nacionales al servicio de las necesidades de los trabajadores y la investigación y el no pago de la deuda externa usuraria, fraudulenta e impagable.