Políticas

6/10/2018

Las Leliqs: una bomba de mecha corta

La semana de pax cambiaria que concluyó no ha abierto el optimismo de los especialistas. Ya son mayoría los que alertan que la política monetaria diseñada por el FMI conduce a un nuevo estallido, en un plazo relativamente breve. Sucede que la decisión de congelar la base monetaria, en un cuadro de inflación creciente superior al 40% anual, sólo puede llevarse adelante mediante una suba de la tasa de interés cada vez más intensa. Las consecuencias de ello no serán sólo una profundización de la recesión económica, con su correlato en la caída de la producción y del consumo. Además, está en cuestión la propia lógica intrínseca de la medida. Es que mientras se proclama el déficit fiscal cero y la prohibición de la emisión monetaria, la política pactada con el FMI genera un enorme déficit cuasifiscal del Banco Central y una emisión de dinero de manera indirecta, a través de la propagación explosiva de las Leliq (letras de liquidez del BCRA). 


El plan pactado con el FMI consiste en establecer un nuevo cepo. Si el kircherismo impedía parcialmente la compra de dólares mediante una medida administrativa, ahora el macrismo busca hacer lo mismo mediante una suba indiscriminada de la tasa de interés. Desde que se anunciaron las nuevas medidas la tasa aumentó aproximadamente unos 14 puntos, pasando del 60 al 74% anual. Y el stock de Leliq creció exponencialmente, rondando ya el medio billón de pesos. La dinámica del proceso en marcha hará crecer esta bola mucho más, superando con seguridad la que había reunido en su momento las Lebac -1.2 billón de pesos. 


Acá entra en cuestión un tema clave: los intereses. Para que los bancos pongan los pesos en Leliq y no vayan al dólar es necesario que la tasa de interés sea cada vez más alta. Es lo que sucedió ya esta semana, donde la tasa fue siempre en ascenso -empezó la semana pagando el 67% y terminó pagando el 73%. Con el stock actual esto ya representa una suma de 1.000 millones de pesos de intereses diarios, que crecerán todavía más por el efecto combinado del aumento del stock y la tasa. ¿Cómo hará el BCRA para pagar estos intereses si no puede emitir moneda? Simple: buscará cubrir estos intereses cada vez más altos con nuevas Leliq. Ya sólo por la capitalización de intereses el aumento será gigantesco. 


Este pago de intereses crea un déficit cuasifiscal -se lo denomina así porque lo genera el BCRA que por ser un órgano autónomo no figura en el Presupuesto elaborado por el gobierno- de proporciones inmensas, que iguala lo que el Tesoro reduce vía el ajuste. Así, el déficit cero tiene como contraparte un déficit cuasifiscal enorme -de 5 puntos del PBI. Al mismo tiempo, este déficit cuasifiscal oculta una emisión de dinero, desmintiendo el eje central del plan oficial -emisión cero. Con esa emisión oculta el BCRA debe afrontar el pago cada vez más cuantioso de intereses, los que al capitalizarse demandarán más intereses. Al final del camino el plan de déficit y emisión cero derivó en un déficit y una emisión más alta que la que existía en el punto de partida.


Ahora bien, esta emisión oculta puede transformarse en emisión clásica por distintas causas. Veamos un caso. Los pesos que los bancos le dan al BCRA a cambio de las Leliq son propiedad de los ahorristas, que constituyeron plazos fijos en éstos. Si los ahorristas decidiesen ir a reclamar sus pesos, los bancos no tendrían con qué responder porque tendrían sólo Leliq. Entonces el BCRA debiera recurrir a emitir pesos para cancelar los vencimientos o, en su defecto, aumentar la tasa de interés todavía más, para que los bancos a su vez pueden aumentarles más la tasa a los ahorristas y evitar que cancelen los plazos fijos. Si este operativo fracasa la única salida es establecer un nuevo corralito, confesando que los ahorros fueron consumidos por la crisis. 


Es claro que la suba de la tasa no puede operar de manera ininterrumpida, ya sea porque eso demandará cada vez más intereses agravando la bola, y porque el impacto en la actividad económica lo haría insostenible. Al pagar el BCRA una tasa de 73% por las Leliq, el resto de las tasas que cobran los bancos a empresas o consumidores es todavía más alta. Ha crecido como consecuencia de ello la morosidad y comienza una ruptura de la cadena de pagos. Además, la creciente carestía mete más presión sobre la tasa, pues su medida real surge de deducir la inflación. Los nuevos aumentos anunciados para los próximos meses harán que la inflación del último trimestre sea con seguridad la más alta de los últimos años. Ya el gobierno acaba de anunciar, por ejemplo, que el aumento del gas será casi el doble de lo previsto (60 contra el 35% anunciado) y que además los consumidores deberán asumir la deuda de 10.000 millones de pesos que tienen las transportadoras con las petroleras.


Otro factor que puede mandar este esquema ultra-precario al diablo son los efectos de la crisis mundial. En los últimos días la Reserva Federal volvió a aumentar la tasa de interés, favoreciendo la fuga de capitales de la periferia al centro capitalista. Este proceso mete más presión sobre el dólar en la Argentina, que tiene como único recurso económico subir más la tasa para evitar una corrida del dólar. Es que, si esta corrida finalmente se da, la tendencia de los ahorristas a retirar los pesos de los bancos para ir al dólar se acelerará. Y con ello la crisis del BCRA de cómo hacer frente a ese pedido de pesos sin emitir. Otra vez, el corralito asoma al final del túnel.


A la luz de lo expuesto se entiende por qué los economistas de derecha hacen saber su escepticismo con las perspectivas del plan actual. La cuestión es que su fracaso será más grave que los fracasos que ya hemos visto, porque habrá ocurrido luego de una profundización de todos los desequilibrios económicos, y porque es claro que el gobierno ya no tiene un plan alternativo para enfrentar la crisis. Su única respuesta será una profundización brutal del ajuste y nuevas agresiones contra los trabajadores. 


La salida a esta crisis demanda una reorganización completa del país, que parta del repudio a la deuda usurera, la nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos naturales estratégicos, junto con el control obrero general. Una salida de este tipo es incompatible con los Macri, y con el régimen corrupto de los kirchneristas, pejotistas y macristas. Nuestro planteo de una Asamblea Constituyente con poder para tomar estas medidas adquiere un realismo urgente.