Políticas

12/12/1996|523

Las ‘manzaneras’ de Duhalde

En materia de asistencialismo y/o demagogia material, el mecanismo más y mejor aceitado de la provincia de Buenos Aires es el de Presidente Perón.


Veamos por qué y cómo:


El Partido de Presidente Perón —cuya ciudad cabecera es Guernica— nace el 10 de diciembre de 1995. Hasta esa fecha, gran parte de su jurisdicción se encuadraba dentro del antiguo Partido de San Vicente, o sea, el distrito con mayor caudal de votos al peronismo/duhaldismo/menemismo de la provincia de Buenos Aires.


Es más, es el lugar de descanso de Duhalde. Allí tiene su famosa quinta. Muchas decisiones políticas importantes, reuniones de alto nivel con funcionarios y burgueses nativos y foráneos, se han llevado a cabo allí, en los últimos 10 años. Amén de ser la cuna de ‘Chiche’. Podríamos decir, sin dudar, que estamos hablando del territorio de la trenza y la transa.


Lo cierto es que, a partir de divisiones en partidos como Varela, Almirante Brown y San Vicente, nace Presidente Perón, con el padrinazgo político y la tutela del gobernador de la provincia, a todo nivel.


Junto con el estreno, e inauguración del edificio municipal, centro cívico, las promesas de trabajo para los desocupados en el futuro hospital (cuya planta de personal no excederá los 200 puestos en todos los frentes y para los cuales, en mayo, ya estábamos inscriptos más de 800 y seguían anotando), estrenamos desde allí el mejor modelo de asistencialismo que han podido aplicar hasta ahora: 1) 5 horas de trabajo una vez por semana a cambio de una bolsa de alimentos, y 2) el más utilitario “Plan Vida”, definido por ‘Chiche’ como “Acción Solidaria”.


En los discursos e informes oficiales, se define así: el objetivo del Programa Materno Infantil Vida es asegurar el normal desarrollo psicofísico de los niños, reducir las enfermedades y la mortalidad infantil, brindando además asistencia integral a las embarazadas. Se extiende —dicen— a casi todo el conurbano y a algunos partidos del interior, brindando atención a más de 400.000 beneficiarios y —según ‘la Señora’—, en nuestra provincia, más de 10.000 mujeres voluntarias lo llevan adelante, y anulando la burocracia logran la entrega diaria de las raciones y el control sanitario en materia de desnutrición de los niños. “No son asalariadas, son sensibles” —agrega.


La realidad es que para seguir frenando los reclamos, y la organización a la que ellos conllevan, han ampliado su radio de acción hacia las masas, a través de sus punteras barriales, las que a su vez contactaron a parientes, amigas y vecinas, comprometiéndolas en la “tarea solidaria” y luego, a medida que su red crecía, fueron convirtiendo a muchas de nuestras mujeres en “utilitarias”.


Comenzaron a darles cursos, “más que precarios”, sobre primeros auxilios, nutrición, charla sobre adicciones y las fueron dividiendo en distintos grupos, según fueron analizando las características de cada una y a muchas de ellas las fueron convirtiendo (conscientes o no las compañeras) en punteras de segunda y tercera línea. Incluso entusiasman a las más participativas con que, si hacen buena letra, tal vez en un tiempito puedan llegar a conseguir un puestito rentado; con esto les dicen que tienen que seguir laburando gratis (derecho de piso, que le dicen).


A su vez, estas manzaneras tienen una ligazón estrecha con las mujeres que reciben la leche diariamente, porque además, les hacen firmar planillas contra-entrega e incluso, las que trabajan, obligadamente deben ir los sábados a firmar por toda la semana. Por otro lado, le consiguen a la gente medicamentos, anticonceptivos y a veces, alguna caja de leche en polvo extra, para reforzar la ración.


La ración es de 1/2 litro de leche por día, para cada niño menor de seis años o cada embarazada. Son quince pesos de leche por mes. A eso le suman una vez al mes 1 kg de arroz, 1/2 kg de avena, 1 kg de harina, 1 kg de azúcar, 1/2 kg de maizena, 1/2 kg de polenta, 1/2 kg de fideos y una docena de huevos por mes. Una semana dan fideos y arroz, otra avena y azúcar, y así sucesivamente. Si dan polenta no dan maizena, y así lo llevan adelante.


Inicialmente, las primeras manzaneras, o sea las punteras tradicionales de barrio, cuando las mujeres se iban a inscribir, además de fotocopia de documento, etc., les solicitaban la afiliación al Partido Justicialista y a la Liga Femenina. Se pudo verificar que quienes así no lo hacían tardaban más en acceder a los cupos. Lo mismo sucedía, incluso, antes de la inauguración del distrito, con la bolsa —por llamarla de algún modo— de trabajo.


Bien, como podemos ver, en esta etapa de crisis del capitalismo, el peronismo —en su versión comatosa— vuelve a intentar,a través del asistencialismo, ser el dique de contención de las masas pobres y retrasadas políticamente.


Es obvio que ni quiere ni puede —en el actual grado de descomposición en que se encuentra— dar respuestas a los reclamos y necesidades elementales de —en este caso— los sectores más marginales. Sin embargo, pergeña y agota todas las instancias para, por lo menos, retrasar la organización del movimiento de masas, sobre todo el de los desocupados, que como es sabido y esperábamos, se está convirtiendo en un movimiento de nuevo tipo.


Es muy probable que, así como en Presidente Perón, toda esta acción organizada del sistema frene en una u otra medida la evolución en la construcción, sectorizada, de dicho movimiento. Aun así, el censo que estamos haciendo —muy completo, por cierto— nos va revelando, entre los datos y opiniones que nos dan los desocupados de la zona, que no son idiotas, que no comen vidrio, que las dádivas de este tipo “no les resuelven el problema del corte de luz por falta de pago, los juicios por desalojo, etcétera”, y luego de muchos etcéteras, llegan a la síntesis de que estos planes no les resuelven nada. Que lo que quieren es trabajo y no limosna.


Creo —después de mucho andar entre los desocupados y estos planes— que una de las medidas que deberíamos orientar en cada lugar, donde tengamos a algún compañero en las comisiones de desocupados, es hacer que la gente aún no inscripta en estos planes como el Vida, lo haga, y que los que no puedan acceder a ellos, porque sus chicos tienen más de 6 años, encuentren la forma —que la hay— de integrarse.


Debemos saturar sus cupos al mango.


La descomposición del capital y su crisis no sólo acorrala a los sectores populares, sino que nos obliga a acelerar el paso, en el camino de la construcción de la “alternativa de los trabajadores”. ¿Verdad?


Bien,  acorralémoslo nosotros, no sólo con los reclamos por gremio y la lucha en las organizaciones; ataquémoslo también en su sistema inmunológico, hagámosle explotar la política asistencialista. Allí donde sepamos que abren un nuevo intento, hagamos correr la voz de inmediato entre la gente para que lo sature y por ende se agote más rápido como intento de paliativo-freno. Esto sin dejar de lado ninguno de los puntos del programa para los parados.